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1986 7 Diciembre 2015

 

 

Conciencia ambiental
Claudio Tapia

 

Monterrey.- Una de tantas deficiencias que tiene nuestra sociedad, consiste en que no tenemos conciencia cívica que comprenda, entre otras, la debida educación ambiental.

La toma de conciencia ambiental implica un cambio de mentalidad, requisito indispensable para que cualquier medida a favor del medio ambiente sea socialmente aceptada y se pueda implementar con eficacia.  

Mientras se avanza en la educación ambiental –lo que seguramente tomará varios años– y en tanto nuestras autoridades se preparan para iniciarla y aplicar la ley con energía y responsabilidad, se pueden llevar a cabo acciones que no requieren acuerdos políticos, cambios legales, recursos adicionales, o sesudas políticas públicas. Sólo hace falta voluntad.  

Para educar en lo relativo a la contaminación ambiental, se puede empezar por informar (con datos del sector salud), cómo se han incrementado los casos de enfermedad y muerte causados por la mala calidad del aire. Y, vincularlos con la polución en cada uno de los sectores de la ciudad.  

Mucho contribuirá a la convicción de que hay que atacar de raíz el problema con medidas drásticas, el que se publiquen las cifras proporcionadas por los monitores ambientales ubicados en diversos sectores del área metropolitana, todos los días, mañana tarde y noche.

¿Cómo sabemos si mejoramos o empeoramos si no medimos ni divulgamos las cifras de contaminación? ¿Cómo comparan la contaminación vehicular en la ciudad de México con la de Monterrey, si aquí no se mide ni verifica?

En las horas de alta contaminación ambiental, las autoridades del ramo pueden hacer recomendaciones que además de atenuar los riesgos en la salud, confronte a los habitantes con la realidad, y los eduque.  

Imaginen cómo influiría en la comunidad el consejo de no dirigirse a sectores y lugares altamente contaminados. Piensen cómo se tomaría la recomendación oficial de sólo salir de casa si es estrictamente indispensable.

La instrucción de ponerles tapaboca a los niños, de no llevarlos al colegio, o no sacarlos del salón de clases, concientizaría hasta a los más apáticos.

La sugerencia de no abrir las ventanas de las casas, pondría a pensar a quienes suponen que el problema no es tan grave.

La propuesta de abstenerse de hacer ejercicio a la intemperie, ayudaría a entender que el riesgo de salud por vivir en esta ciudad, es mayor que el de la falta de ejercicio.

Piensen lo formativo que sería recomendarle al público que no asista a espectáculos al aire libre en horas de alta contaminación (conciertos, futbol, festejos cívico-políticos o religiosos, por ejemplo).

La razón por la que las medidas propuestas se consideran provisionales, se debe a que el Secretario de Desarrollo Sustentable ofreció que el problema ambiental será enfrentado a fondo mediante un programa integral y permanente.

Debemos suponer que el programa prometido, nada tiene que ver con el improvisado y parcial programa “Nuevo León Respira”, diseñado para salir al paso de la crítica al proyecto de ley de ingresos.

¡Bienvenido! el programa ambiental integral, no así el aislado remedio de una parte del entrelazado problema que deja para después la afectación de los intereses de los poderosos que más dañan el medio ambiente.

Vamos juntos –poderosos, débiles y vulnerables, gobernantes y gobernados–, a resolver simultáneamente un problema que nos afecta por igual. Todos al mismo tiempo, parejos, sin privilegios, y sin compromisos ni complicidades.

 

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