Mensaje de los capos
Hugo L. del Río
Monterrey.- Es difícil de creer pero, terca, se impone la realidad: en Morelos los capos citan a los alcaldes para ordenarles lo que tienen que hacer. El asesinato de la joven alcaldesa de Temixco fue, simplemente, un mensaje para los presidentes municipales. ¿Quién va a defender a los morelenses?
Ciertamente, no serán ni el gobernador, Graco Ramírez, ni el edil de Cuernavaca, Cuauhtémoc Blanco. ¿El Ejército, la Armada, la gendarmería? Por favor. El perredista Graco no tiene el espíritu de los 300 espartanos que cayeron en las Termópilas. Y Blanco tampoco es, precisamente, el político más inteligente del mundo. ¿Debemos incorporar aquella entidad al narcomapa que divide a México entre los cárteles en pugna? Todo indica que sí.
En Nuevo León –al igual que en Jalisco y Colima– la moneda está en el aire: los matones al servicio de los barones de la droga vuelven a cubrir de sangre nuestro estado, pero al parecer sus jefes confían en alcanzar un acuerdo con el broncogobierno. Tamaulipas está perdido, al igual que Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Michoacán y Quintana Roo. ¿De qué se trata? ¿Contra quién debemos pelear? ¿Cuál es el propósito de los hombres que toman las decisiones que marcan el futuro de México?
La República adquiere de día en día el perfil de un narcoestado, y espeluzna el resultado de una reciente encuesta de un órgano gubernamental: casi un 60 por ciento de los mexicanos están a favor de la anexión a Estados Unidos. México es la Colombia del Tercer Milenio.
Los gringos no combaten en su territorio el trasiego de narcóticos: nosotros somos, según su criterio, los culpables de la cultura de las drogas en la Unión Americana. Y, para ponerle crema a las enchiladas, también es nuestra la responsabilidad por dejar pasar al sagrado suelo del American dream a los centroamericanos que se niegan a morir de hambre en sus países.
Hoy por hoy, somos lo que en la geopolítica de antes se llamaba Estado-tapón. ¿Cuál será el papel que, en el futuro inmediato, pretende obligarnos a jugar el cártel de la globalización? Eso, sólo ellos lo saben.
Lo que sí sabemos es que ya llegó el momento de despertar y salir a la calle a aullar contra el mal gobierno. Los guatemaltecos defenestraron a su Presidente y lo alojaron en el reclusorio. Más nos vale aprender la lección. Y entender que de Peña Nieto no podemos esperar nada bueno.
Pie de página
Cada año 30 mil norteamericanos son asesinados –es el promedio oficial– por enfermos mentales quienes, con la facilidad con que compramos sabritas en el súper de la esquina, adquieren armas de guerra. El Partido Republicano aplaude la matanza y bloquea los esfuerzos del Presidente Obama por imponer un control mínimo sobre el comercio de fusiles de asalto y lanzagranadas. En el vecino país se manifiesta una corriente de odio y miedo animada por una vieja y detestable tradición de violencia. Texas es el mejor ejemplo de la vigencia de la ley del revólver. Nuestros narcos, por supuesto, están encantados. Suponer que la Aduana mexicana va a detener el flujo de estos materiales de muerte es desconocer la dura y profunda raíz de la corrupción que nos está destruyendo.
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