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2020 22 Enero 2016

 

 

MUROS Y PUENTES
¡Trump!
Raúl Caballero García

 

Dallas.- En la antesala del arranque de las elecciones primarias en EU, el escenario con más luces es en el que se mueve Donald Trump, en busca de la nominación del Partido Republicano; y la inquietud mayor –en ese partido– es que logre la nominación.

Sí, ciertamente, el precandidato considerado bufón, histrión y demagogo (dentro y fuera del país) se ha convertido en una opción real.

Con estos apuntes me ocupo de Trump, sus posibilidades y su entorno entre los políticos republicanos y, ya lo verá usted, querido lector, no habrá necesidad de enfocar los grandes temas que se debaten o debieran debatirse de cara a las elecciones, pues la característica que define a Trump es la superficialidad, sus desplantes y su estrategia de ruidos. Todo lo que ocupa y preocupa a la dirigencia republicana y que sin embargo tiene que ponerle pecho y repetir -como lo hizo hace días Paul Ryan- “Trump (o Ted Cruz) sería mejor presidente que Barack Obama” (¡?!).

Cuando Trump inició su grosera campaña casi nadie daba un cacahuate por él, en la prensa escrita los analistas mencionaban sus desplantes con tedio o de plano con fastido porque se le considera, con razón, un sujeto despreciable para ser merecedor de ocupar la Casa Blanca; pero hoy Trump llega a la puerta de las elecciones con la mayor fuerza de entre todos los aspirantes y, lo que es peor o, mejor dicho, lo que tiene en jaque a la dirigencia del Partido Republicano (gobernadores, legisladores, miembros sobresalientes y donadores influyentes por igual) es que llega dispuesto a recibir o arrebatar... es decir a ser el nominado por el Partido Republicano o en su defecto a lanzarse como independiente.

El millonario encaprichado en ser presidenciable se ha convertido en la némesis de todos los actores políticos, desde el Establishment del Partido Republicano hasta Hillary Clinton, la demócrata favorita para la nominación de su partido, pasando por todos los demás aspirantes republicanos.

Cada día los enfoques analíticos que miden los vaivenes de las campañas destacan los hechos que adquieren mayor firmeza para determinar el éxito o el fracaso de los contendientes, así, en el Establishment del Partido Republicano -que en el proceso que va del lanzamiento de Trump, cuando apareció despotricando contra México y sus inmigrantes, hasta este momento en que personajes típicamente retrógradas, como Sarah Palin, se suben al escenario para apoyarlo- se ha pasado de la complacencia del principio a la preocupación -cuando se vio que Trump en vez de desdibujarse se volvía indeleble-, y hasta la alarma actual.

Yep, del impensable deleznable, Trump pasó a ser un candidato asequible, posible, sin dejar de ser un outsider. Hoy en la víspera de las jornadas de Iowa y New Hampshire -las primeras plazas de las primarias- donde empiezan a delinearse de verdad las nominaciones, se suma que ha venido no sólo dominando el pleito, manteniéndose en todo el recorrido a la cabeza según las encuestas, sino dictando la línea discursiva entre sus rivales; asimismo ha creado divisiones en la institución política, ha puesto en jaque el orden establecido -cuya batuta maniobraba el Tea Party hoy aparentemente ¿desdibujado?-; también con su magnetismo en las huestes republicanas más variopintas -esas que van desde los televidentes que aplauden -ignorantes de la cosa pública- al carismático-manipulador-prestidigitador-de-efectos-mediáticos, a los facilones que siguen la inercia del racismo y los vituperios de sus vociferaciones populistas, hasta los “rebeldes” que obedecen el llamado a la incorrección de la política que el outsider esgrime como bandera-; el resultado es que le ha movido y removido el piso a la jerarquía del partido con una retórica feroz, tanto, que los displicentes de ayer son los resignados de hoy; quienes hacen las evaluaciones cupulares, se dice, se han visto obligados a sopesar al personaje como su candidato.

Quién lo iba a decir. Encima, detrás suyo se ha colocado otro siniestro aspirante: Ted Cruz; digo siniestro porque como senador se ha distinguido como un conservador intransigente, con un discurso inapelablemente xenófobo, entre otras características que lo pintan como un extremista antiinmigrante.

La cúpula republicana evaluará -acaso ya lo hizo- cuál de estos dos le haría el menor daño a su partido y quién tiene mayor posibilidad de vencer a Clinton (en el ya no tan seguro caso de que sea ella la nominada, pues Bernie Sanders viene empujando fuerte) y cuando eso suceda, a mi modo de ver más les conviene avalar, pese a todo, a Trump, pues de negarle la nominación ya nadie duda que se iría como independiente y al hacerlo causaría un descarrilamiento irreparable en el Partido Republicano.

Entonces tenemos que en el umbral de las primarias son Trump y Cruz quienes llegan por delante, y aunque en las urnas de Iowa y New Hampshire se dictamine otro favorito (Marco Rubio podría ser), parece que a la dirigencia republicana, a sus delegados y a sus figuras influyentes ya no les queda de otra. El volado -creo yo- ya se destapó y no es Cruz.

Ahora ya en ese escenario la bronca que Trump tendrá enfrente serán los electores de las minorías, pues no agrada ni a los afroamericanos ni a los latinos -para mencionar las principales minorías- y es que pues es cierto, cada quien cosecha lo que siembra, pero el tema da para otro texto.

* Escritor y periodista regiomontano, es director editorial de La Estrella en Casa y La Estrella Digital en Dallas/Fort Worth, Texas. Para comentarios: Twitter: @laestrelladfw o E-Mail: rcaballero@diariolaestrella.com.

 

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