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2020 22 Enero 2016

 

 

Tres villanos en la Historia de México
Ismael Vidales Delgado

 

Monterrey.- Las páginas de nuestra historia están llenas de héroes y villanos. Los héroes figuran en el calendario de efemérides cívicas. Los villanos fueron hombres cuyas acciones han sido descalificadas por la historia.

De la gran cantidad de villanos, me voy a referir solamente a tres de estos nefastos personajes, solamente como un ejercicio de nemotecnia, pues el juicio de la historia ya cayó sobre ellos.

Fray Diego de Landa.- Fue un franciscano que llegó a Yucatán para evangelizar a los mayas a quienes llamaba en sus escritos "perros herejes idólatras". Hizo cuanta atrocidad estuvo a su alcance para erradicar la idolatría de los naturales. En 1562 constituyó un tribunal religioso al estilo de la "Santa Inquisición". Muchos indios fueron muertos durante los despiadados interrogatorios, otros se suicidaron y los más, lograron huir a la selva para salvar sus imágenes y códices sagrados. Fray Diego de Landa hizo quemar aproximadamente 5 mil ídolos y objetos sagrados de los mayas, entre ellos varios códices de incalculable valor histórico-cultural. Fue retirado un tiempo a España pero regresó fortalecido con el cargo de obispo y se dedicó a destruir la cultura maya. Sin embargo, en sus años finales escribió la obra "Relación de las cosas de Yucatán" que resulta de gran valor para descifrar la escritura maya, lo cual se le agradece pero eso no cancela el juicio histórico sobre su cabeza.

Ignacio Elizondo.- Este personaje fue el que traicionó a Hidalgo, de él escribió don José María Luis Mora "...murió detestado de muchos, sentido de nadie, no premiado por el gobierno, ni aun castigado su asesino, un hombre que creyó hacer fortuna, adquirir honores y riquezas con su traición...". Elizondo era capitán de una pequeña compañía y contribuyó a que el Nuevo Reino de León, Nuevo Santander y Coahuila lucharan a favor de la Independencia; pidió a Allende el grado de teniente general, pero le fue negado, en venganza fraguó el plan para traicionar a Hidalgo y entregarlo a los españoles. En compañía de Manuel Ochoa y 300 hombres, Elizondo salió de Monclova hacia Acatita de Baján, donde formó su tropa para presuntamente rendir honores a Hidalgo, pero ocultó en la loma al resto de sus fuerzas. Allí los hizo prisioneros, mató al hijo de Allende y los principales insurgentes fueron fusilados y decapitados en Chihuahua. Mientras tanto, Elizondo seguía haciendo fechorías contra los insurgentes hasta que un día el teniente español Miguel Serrano, fingiéndose loco, lo asesinó.

Félix Díaz Mori.- Hermano de Don Porfirio tenía un carácter sumamente explosivo. En 1867 fue electo gobernador de su natal Oaxaca. Odiaba a los curas: limitó los actos religiosos y ridiculizó a cuanto cura se le antojó. En uno de sus muchos excesos ordenó la destrucción de catorce retablos del Templo de Santo Domingo en la capital oaxaqueña. Esto le granjeó el repudio de los católicos. En 1870 Díaz Mori ordenó quemar Juchitán y sus pobladores exterminados, pues habían osado confrontar a su gobierno. Culminó su fechoría entrando al templo montado a caballo, lazó al santo patrono San Vicente Ferrer y ante la mirada de asombro de los juchitecos lo arrastró por las calles. Benito Juárez le ordenó que regresara el santo a la población, pero Díaz Mori lo envió en pedazos en una pequeña caja, conservando la cabeza del santo en la casa de su suegro. Los juchitecos no le perdonaron tamaña ofensa y durante la rebelión del Plan de La Noria contra Benito Juárez, Félix Díaz Mori fue tomado prisionero por los juchitecos el 21 de enero de 1872 y después de atormentarlo durante dos días, el 23 le hicieron lo mismo que él había hecho a San Vicente Ferrer: su cuerpo quedó irreconocible.

(Este ejercicio nemotécnico no lleva dedicatoria, aunque debiera.)

 

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