Historia de la migra
Alejandro Heredia
Monterrey.- Algo que debe temer cualquier país del mundo es que los políticos de Estados Unidos lleguen a utilizar su nombre como arma arrojadiza o escudo.
Así, cuando son tiempos de campaña electoral, las naciones que se encuentran bajo el paraguas estadunidense y hasta los que juegan en otra liga (Rusia o China), toman el papel de villanos, oportunistas despiadados y feroces intrigantes económicos. Es la lógica fácil de buscar enemigos y justificaciones en los hombros de otros países.
La empresa que ocupa a Donald Trump, la candidatura a la presidencia de Estados Unidos por el Partido Republicano ha supuesto la re-escenificación de discursos en contra de los inmigrantes latinoamericanos, en especial los que aporta México. Tal línea argumental de Donald Trump, no se aleja mucho de las prácticas que inspiraron en un pasado lejano la creación de la Border Patrol, sino que vienen aderezadas por muy actualizados movimientos paramilitares en los estados del sur de la frontera con México. Los minute men se han robustecido con la narrativa del tea party republicano, quienes hacen el ambiente cada vez más irrespirable para los inmigrantes, no solo ilegales, sino los que se encuentran legalmente en territorio estadunidense.
Pero esto no es algo que pertenezca a un eslogan de campaña o una estrategia discursiva banal, sino que es parte de la política toral de inmigración estadunidense, practicada desde finales del siglo XIX, sobre la población asiática que aspiraba a entrar de forma ilegal a territorio norteamericano. Esta política de exclusión era motivada por la rebeldía laboral de los trabajadores asiáticos (chinos, japoneses, filipinos).
En cambio el trabajador mexicano además de ser dócil por la necesidad de trabajo, aceptaba bajos salarios y no creaba sindicatos. A pesar de tales virtudes, muy necesarias para los granjeros norteamericanos, la creación de la patrulla fronteriza en 1924, fundamentada en la Ley para prohibir el tráfico de chinos (1862) y la Ley de Orígenes Nacionales (1924); todas ellas impulsadas por parte del movimiento nativista (compuesto por partidarios de la eugenesia, xenófobos, académicos, miembros del Ku Klux Klan, sindicalistas y otros), configuraron un sistema de cuotas basado en la nacionalidad, que limitaba de manera estricta el número de inmigrantes que se permitiría entrar a Estados Unidos cada año.
Este sistema de inmigración y vigilancia de la frontera, comenzó a operar en los estados de California y Texas, utilizando reclutas que habían pertenecido a los famosos Rangers de Texas, así como personas que nunca habían vestido algún uniforme. Como bien menciona Kelly Lytle Hernández (¡La Migra! Una historia de la patrulla fronteriza de Estados Unidos, FCE) la operación de la patrulla fronteriza, desde sus orígenes, se fundamentó en el color de piel de los inmigrantes, lo cual llevó a cometer muchos abusos.
Queda claro que la política de inmigración también tenía un aspecto de incidencia en la economía regional. Tanto para los granjeros estadunidenses, como para los mexicanos, el contar con mano de obra barata les habría grandes oportunidades de operar con costes bajos. Este fenómeno, durante la era del bracero, provocó muchos conflictos entre los granjeros y la patrulla fronteriza.
La tesis de Kelly Hernández hace énfasis en que las cifras de capturas y deportaciones, eran una estrategia grandilocuente del ahora Servicio de Inmigración y Naturalización estadunidense, la cual no amilanó el fenómeno migratorio, sino que solamente justificó una política de administración de la inmigración. En términos marxistas, la gran plusvalía que representaban los trabajadores latinoamericanos, en su mayoría mexicanos, era un estímulo para los empresarios regionales fronterizos, sino también, una táctica del gobierno estadunidense de salvaguarda de su frontera en términos de seguridad.
* Hernández, Kelly Lytle (2015), ¡La Migra! Una historia de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos, trad. Gerardo Noriega Rivero, México: FCE.
