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2028 3 Febrero 2016

 

 

Sinaloa, nominación en 5 actos
Ernesto Hernández Norzagaray

 

Mazatlán.- Primer acto. Regístrense todos. Desde antes que saliera la convocatoria, todos los actores buscaron posicionarse ante la sucesión. Algunos lo hicieron desde el Gobierno estatal o el municipal. Otros desde los pasillos de la Presidencia y el Senado de la República. Unos más salieron de su casa.

Algunos para buscar la nominación, para operar quizá una decisión conocida y otros para buscar que les cayera algo en el reparto. Sumaron nueve primero, y de última hora, llegó el aspirante 10. El 10 no olvidemos es la base del sistema decimal. El cuarto número triangular. La mejor evaluación en un examen formal.

Esto provocó primero desconcierto, luego desconfianza y finalmente irritación. Para algunos de ellos se habían roto las reglas no escritas. Las que cerraban el número con todo y magulladuras mediáticas. Claro, aquellas debilidades que se exhibieron en el escaparate de la descalificación, a uno su propensión ludópata, a otro el escaso respeto por la ley y a la única mujer su “Casa Blanca”, el resto minucias. Todos voltearon al tercer piso. No obstante, estarían unidos por el partido hasta el último momento, que de los nueve saldría el candidato. El 10 era una ocurrencia al que en un principio no se le dio importancia. No tenía carrera política, ni los atributos necesarios.

Segundo acto
Pacto de unidad. Todos los aspirantes acuden al llamado de Manlio Fabio Beltrones con inexplicable traje negro –excepto Diva Hadamira, con un verde encandilador, y Alfredo Villegas, con un pantalón café fuera de tono–, llegaban para firmar el llamado Pacto de Unidad priista, donde todos firman un cheque en blanco y aceptan el “dedazo” presidencial. Fuera quien fuera de los 10. Estaba ya el ungido candidato. Como uno más, pero con la palomita del 10.

Hasta ahí todo eran formalidades y sonrisas tensas en el salón de los Presidentes del PRI. Algo de desconfianza se respiraba en el ambiente. Se percibía en los rostros, el tono de voz o las miradas discretas que buscaban escudriñar en lo más profundo del líder del PRI. Salió cada quien con sus propias cavilaciones sobre el sentido de este gentleman agreement que le daba manos libres a Peña Nieto para escoger a quien probablemente ya había escogido. Que nadie se podía echar atrás, so riesgo de pagar las consecuencias de tal desatino. Mas, no sólo eso, había que cerrar filas y agregar lo propio al ungido. Sin regateos. Sin chistar. Sin provocar aspavientos. Aplaudir y decir que ése era el mejor de los 10.

Tercer acto
El candidato será Quirino. Eran las 11:04 del 23 de enero cuando Heriberto Galindo sube a su página de Facebook el siguiente mensaje a sus seguidores que se hizo viral inmediatamente: “Me acaba de hablar mi amigo el Presidente del CEN del PRI, Manlio Fabio Beltrones, para comunicarme la decisión del CEN que encabeza, respecto de la candidatura al gobierno de Sinaloa. Nuestro candidato será mi también amigo el Diputado Quirino Ordaz Coppel, a quien respaldaremos con ahínco y entusiasmo, para lograr la victoria el 5 de junio próximo”. Lo que inmediatamente provocó la pregunta: ¿por qué Galindo es canal?, adelanta la información que siguiendo las formalidades correspondería al líder del PRI o a la dirigente estatal del tricolor, nunca uno de los interesados. La explicación que encontraron algunos fue que se le daba la primicia al grupo ganador. ¿A un miembro del Chilorio Power que concluía con un llamado estrambótico? ¡Vamos unidos por Sinaloa! Los demás no salían de la perplejidad. Del asombro.

Cuarto acto
El desconcierto. Los reporteros recogen reacciones y todas ellas con pesadumbre dentro de la civilidad partidaria. El respeto a la decisión no del partido, sino del Presidente Peña Nieto y su dedo. Estoy al 100 con Quirino, dijo el Alcalde de Culiacán, Sergio Torres, como reza una pegatina refiriéndose a Culiacán. Y, quizá como antes, cuando alzó la misma máxima por Ricardo Hernández, quien perdió frente a Manuel Clouthier.

Quirino comete el primer error, pues no busca la foto con los aspirantes que habían quedado a la zaga como refrendo de unidad; la que sí apareció fue una con Héctor Melesio Cuén, donde busca un acuerdo de coalición. Quirino necesita sumar dentro y  fuera. Sin embargo, el líder del PAS eleva sus costos. Quiere varias alcaldías, entre ellas la de Culiacán, para Robespierre  Lizárraga.

En el CEN del PRI valoran no ir en alianza y apostar a su voto duro que todavía ronda en un 25 por ciento. Corren rumores. Uno de ellos es que el desconcierto se transformará en brazos caídos, transfuguismo, deserciones. Quirino, el supuesto negociador, quien puede unir al priismo, no parece querer hacerlo. Los barones del priismo lo ven con cierto desdén. Hasta el gobernador afirma con cierto tufo de sorna: Si lo escogieron a él es porque tiene el perfil. No era su candidato, sino el que todos saben. 

Quinto acto
¿Disciplina o rebelión silenciosa? No habrá segundo “malovazo”, pero esto no parece significar activismo, operación política a favor de Quirino. Sino todo lo contrario. Se habla ya de brazos caídos, de trabajar lo suyo, de buscar nominaciones en otro lado, dejar sólo al candidato del tricolor. Son, claro, reacciones emocionales. De primer momento. La política son intereses y eso atempera. Calma los ánimos. Evita generar vacíos. Pero no en todos.

El escenario se le complica al PRI.  Es donde el dedazo se empequeñece y es donde se pone a prueba lo que se ha hecho circular de que Quirino es un negociador “que logró el consenso” de todos y todas, que tendrá que pactar apoyos y eso significa compartir el poder, perder el poder antes de alcanzarlo. Se prefigura un “gobierno de cuotas”. 

Ya veremos de qué está hecho el “primer mazatleco candidato a gobernador del PRI” en campaña, y si gana en el gobierno.

 

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