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2045 26 Febrero 2016

 

 

Herida que sigue sangrando
Hugo L. del Río

 

Monterrey.- En el cuerpo nacional, Iguala-Ayotzinapa es una herida que sigue sangrando. El Estado mexicano apostó al olvido y perdió. A lo largo de nuestra Historia, los hombres de Poder han perpetrado matanzas porque no conocen otra manera de “gobernar”.

Quizás Porfirio Díaz no le ordenó al gobernador de Veracruz aquello de “mátalos en caliente”. Pero la especie cobró visos de veracidad porque se correspondía con el desprecio que siempre sintió el dictador por la vida de los mexicanos.

Los deudos de Los 43 pisaron esta tierra en su camino a la frontera. Exigen justicia y nos unimos a su demanda. No vamos a olvidar ni vamos a perdonar. Iguala presenta una característica que, hasta donde me ayuda la memoria, no se había visto: la abierta, cínica colusión de los tres niveles de gobierno en el sacrificio de los normalistas.

El alcalde y la alcaldesa dan la orden; la gendarmería municipal captura a los chicos y los entrega a los sicarios del narco. Todo esto con la complicidad de la guarnición militar de Iguala y el asentimiento del gobierno del estado. La tragedia acaba con los últimos vestigios de prestigio que le quedaban al PRD: un partido que en su tiempo fue la esperanza de millones y millones de mexicanos.

Iguala confirma que PRI, PAN y PRD forman la más siniestra y poderosa tríada de la muerte que jamás se haya visto en México: las tres formaciones político-electorales nos impusieron la ley de la AK-47. ¿Qué hacer? Lo primero, no caer en la tentación de exigir un gobierno de mano dura. Hacemos frente a una crisis política, no a un problema militar.

Nuestra democracia es, hoy por hoy, un bebé de cuna: altamente vulnerable. Pero podemos convertir a la criatura en un invencible gigante. Depende de nosotros. Hay que tomar la calle en manifestación pacífica y gritarle al gobierno que ya estamos hartos de tanta sangre derramada.

Nadie sabe cuántos mexicanos han sido abatidos –como dice el personal castrense– en esta guerra; ignoramos la cantidad de personas a quienes los sayones privaron de su libertad; y qué decir de los cadáveres semiocultos en las narcofosas.

El Sistema no funciona. Hay que tirarlo a la basura y darnos un gobierno que respete la dignidad del ciudadano y la vida del ser humano.

Pie de página
Tal vez lo que publicó ayer Ricardo Garrés Valdez en Monitor Político no haya sido una apología de Hitler. Pero eso es lo que parece ser. Sólo le faltó cerrar el texto con un Sieg Heil. RGV nos presenta al genocida como un dios de la guerra muy superior a Donald Trump en lo moral, lo intelectual y todo lo demás. El austriaco, nos dice Garrés, fue un valeroso patriota cuyas únicas ambiciones eran conquistar el mundo, destruir, físicamente, a las “razas inferiores” y convertir a los alemanes en un pueblo de asesinos masivos. Todo sea por ganar “lebensraum”. Si la Alemania fascista se alza con la victoria, nos hubieran convertido a los mexicanos en jabón para perros. En la India británica, Ricardo hubiera sido un cipayo; en la Guerra de Secesión de Estados Unidos habría sido uno de esos negros que combatieron a favor de la Confederación. Hay criaturas así. Qué le vamos a hacer.  

hugo1857@outlook.com

 

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