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2049 3 Marzo 2016

 



El gobierno y sus leyes fumadas
Eloy Garza González

 

Monterrey.- Las comunidades crecen a partir del comercio. En una ciudad con muchos restaurantes, bares y tiendas los beneficiados no son solo los dueños de estos establecimientos. Nos conviene a todos. ¿Por qué? Hay más circulante de dinero y más fuentes de empleo directos e indirectos.

Un buen gobierno promueve abrir comercios, valora el riesgo y sacrificio de los emprendedores y les da facilidades en uso de suelo, permisos, incentivos fiscales y leyes favorables a la inversión privada.

Pero en Nuevo León los gobernantes no piensan así. Según ellos, al poner trabas burocráticas al comercio gana el pueblo y el Estado que recibe más ingresos por aprobar cada giro o sancionarlos por cualquier irregularidad absurda como una colilla de cigarro en el estacionamiento.

Muchos estamos en contra de la gente que fuma al lado nuestro en un restaurante o en un bar. Yo como no fumador nunca iría a un antro donde los clientes fumen. Pero tampoco ocupo una ley que sustituya mi decisión de ir o no ir al lugar que más me plazca. Si la mayoría de los clientes nos molestamos porque en el restaurante al que solemos ir está lleno de humo de tabaco, dejaremos de ir. El negocio terminará quebrando por culpa de su clientela fumadora, o no, según su perfil de clientes.

Pero el gobierno ignora esta regla básica del mercado e impone multas severas a nombre de fumadores y no fumadores. Su meta es clausurar estos lugares, aunque deje en la calle a los empleados y eche por tierra la inversión del emprendedor.

Cuando el gobierno comenzó a impedir que incluso se fumara en las terrazas de los restaurantes o espacios apartados, lo hizo, según él, para ayudar a los propios fumadores, ya no a terceros. Sin embargo, a mí me vale que una banda de burócratas quieran fungir como mi papá y decirme lo que puedo o no puedo hacer con mi propio cuerpo.

O sea, no es que el gobierno quiera cuidarme de mí mismo, es que me utiliza como carnada para exprimir al “méndigo” dueño del comercio, bajarle una buena lana y (supongo yo) usar ese recurso para sanar la vida de cada ciudadano y así edificar un hermoso futuro de amor y paz. ¿O serán otras sus intenciones?

 

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