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2049 3 Marzo 2016

 



MALDITOS HÍPSTERS
Ceremonia de la chica del clima
Luis Valdez

 

Monterrey.- Amanecer con sereno, mediodía soleado, excusa para que mujeres de pelo planchado murmuren sus inestabilidades climatológicas en la cálida sección del noticiero matutino. Dios manda sus ángeles en minifalda y escotes de pechos alzados.

¿Quién anda así (y dónde) por la calle a tempranas horas mañaneras?

¿Quién detendría nuestro andar con similares aptitudes hipnóticas (mismas con las que inmoviliza nuestra mano con la cuchara a punto de echar café en la taza de agua caliente)?

¿Tiene algún hombre el temple necesario para dejar de ver esa sonrisa con plasta de maquillaje, esa cabellera repeinada y aplastada por las tenazas de una plancha CHI? ¿Alguno de nosotros es capaz de ver más allá (y retener en nuestra viril memoria) más que solamente las temperaturas máxima y mínima?

Será un día soleado (pero qué pechos tan alzados).

Hoy tendremos llovizna (y qué piernas).

Y con chicas del clima que estudiaron teatro como Zeleny Ibarra o que esperan la oportunidad de aparecer en la siguiente pastorela de Multimedios  en un programa nocturno de Chavana, Poncho De Nigris o Mayito, se nutre la sección más esperada (junto con la del futbol que ya casi no es deportes) de cada noticiario de la tv. Las locales sirven para seguir hablando de baches o de cómo amaneció la vialidad en Gonzalitos; política es para tupirle a los alcaldes y gobernadores que salieron.

Lo demás no importa.

La cultura no existe en los noticieros.

Y las piernas son duras y firmes.

Y los pechos lucen animados contra la gravedad y con todo el esfuerzo de los tirantes del bra y su diseño de ingeniería.

Y la cintura cada tres semanas debe estrenar una faja nueva (porque se afloja a las varias puestas).

Y no las saques a caminar fuera del estudio, porque les da el aire y se nos despeinan, y si sudan se les corre el maquillaje.

Y nunca sabremos a qué huele el perfumen que usan.

Y si acaso las vemos en alguno de esos maratones mamilas que organizan las televisoras locales, no sabremos con exactitud qué tanto nos podremos acercar, si son humanas y no autómatas Evas estilo Metrópolis, o si son maniquíes con ligas en el interior para poder mover ese masticable par de piernas.

Y sus frases construidas como lugar común caerán en el olvido, así como la figura de la mayoría de estas mujeres, que algún día igual podrían lanzarse a candidatas de algún partido político de izquierda y con casi 100 kilos de peso se presentarán a la puerta de nuestra casa diciendo: “¿Me recuerda? Yo era chica del clima en los años 90”.

Y nosotros, pobres de nosotros. No la recordaremos.

Porque sólo tendremos cabeza para la ceremonia de la chica del clima, del día en curso.

 

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