MALDITOS HÍPSTERS
Ceremonia de la chica del clima
Luis Valdez
Monterrey.- Amanecer con sereno, mediodía soleado, excusa para que mujeres de pelo planchado murmuren sus inestabilidades climatológicas en la cálida sección del noticiero matutino. Dios manda sus ángeles en minifalda y escotes de pechos alzados.
¿Quién anda así (y dónde) por la calle a tempranas horas mañaneras?
¿Quién detendría nuestro andar con similares aptitudes hipnóticas (mismas con las que inmoviliza nuestra mano con la cuchara a punto de echar café en la taza de agua caliente)?
¿Tiene algún hombre el temple necesario para dejar de ver esa sonrisa con plasta de maquillaje, esa cabellera repeinada y aplastada por las tenazas de una plancha CHI? ¿Alguno de nosotros es capaz de ver más allá (y retener en nuestra viril memoria) más que solamente las temperaturas máxima y mínima?
Será un día soleado (pero qué pechos tan alzados).
Hoy tendremos llovizna (y qué piernas).
Y con chicas del clima que estudiaron teatro como Zeleny Ibarra o que esperan la oportunidad de aparecer en la siguiente pastorela de Multimedios en un programa nocturno de Chavana, Poncho De Nigris o Mayito, se nutre la sección más esperada (junto con la del futbol que ya casi no es deportes) de cada noticiario de la tv. Las locales sirven para seguir hablando de baches o de cómo amaneció la vialidad en Gonzalitos; política es para tupirle a los alcaldes y gobernadores que salieron.
Lo demás no importa.
La cultura no existe en los noticieros.
Y las piernas son duras y firmes.
Y los pechos lucen animados contra la gravedad y con todo el esfuerzo de los tirantes del bra y su diseño de ingeniería.
Y la cintura cada tres semanas debe estrenar una faja nueva (porque se afloja a las varias puestas).
Y no las saques a caminar fuera del estudio, porque les da el aire y se nos despeinan, y si sudan se les corre el maquillaje.
Y nunca sabremos a qué huele el perfumen que usan.
Y si acaso las vemos en alguno de esos maratones mamilas que organizan las televisoras locales, no sabremos con exactitud qué tanto nos podremos acercar, si son humanas y no autómatas Evas estilo Metrópolis, o si son maniquíes con ligas en el interior para poder mover ese masticable par de piernas.
Y sus frases construidas como lugar común caerán en el olvido, así como la figura de la mayoría de estas mujeres, que algún día igual podrían lanzarse a candidatas de algún partido político de izquierda y con casi 100 kilos de peso se presentarán a la puerta de nuestra casa diciendo: “¿Me recuerda? Yo era chica del clima en los años 90”.
Y nosotros, pobres de nosotros. No la recordaremos.
Porque sólo tendremos cabeza para la ceremonia de la chica del clima, del día en curso.