Casanova de milpa
Hugo L. del Río
Monterrey.- Las palabras gruesas existen. Luego, hay que usarlas. Nuestro padre Cervantes las empleó ahí donde era necesario escribirlas. Quevedo, mi tío predilecto, no se andaba con tantos remilgos. Todos apoyamos el habla con estos términos pero, como personas educadas, lo hacemos en su momento y en su lugar.
Como nuevoleonés, me da vergüenza tener de gobernador a un naco como Rodríguez Calderón. Hoy, viaja a China y Japón. ¿Cómo saludará en Beijing y Tokio a los funcionarios que tendrán que soportarlo? Supongo que les dirá algo así como “quiubo, pinches chales, qué onda, cabrones”.
No me acostumbro al discurso del bronco. Ni quiero. Y no es que me asuste: a mis ochenta años de edad con 58 en el oficio difícilmente me intimida una avalancha de execraciones. Pero, lo menos que podemos esperar del Ejecutivo estatal es un mensaje correctamente elaborado
que no ofenda al público.
El abuso de la artillería verbal es clara confirmación de un vocabulario anémico, un desprecio abierto a los oyentes y crianza en un hogar donde los padres habrán hecho muchas cosas menos educar a los hijos. Rodríguez Calderón es, además, misógino. Faltaba más.
Macho mexicano de película con tema campirano de los años treinta, el jefe de la gobernación se considera un Casanova de milpa. “Los hombres somos rudos, bruscos, tercos, caprichudos, cabezones, pero nos quieren y nos ayudan”.
Naturalmente, el de Galeana es una criatura de la Edad de Piedra. La virginidad de las hijas es la honra de la familia. Cuida a sus hijas con una escopeta –¡carajo, tan buenas armas que fabrican los norteamericanos, los alemanes, los italianos y este jaque todavía con trabucos del siglo XVII!– para que “no se las vaya a chingar cualquier cabrón”. El honor está en el himen.
¿Estamos, realmente, obligados a soportar a este hombre de las cavernas durante los próximos cinco años y medio?
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El próximo martes, día ocho, presentamos el libro más reciente de Minerva Margarita Villarreal: “De amor y furia epigramísticos”. La fiesta será a las diez y media de la mañana en Filosofía y Letras. De la UANL, desde luego.
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