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2062 22 Marzo 2016

 

 

Historias de amor escritas con sangre
Irma Alma Ochoa Treviño

 

Monterrey.- El registro de las acciones violentas perpetradas en contra de mujeres, en su mayoría, por hombres; documentadas a partir de las noticias publicadas en los periódicos locales, dio pie a la elaboración del texto Historias de amor escritas con sangre, que fue presentadoen la 8ª Semana de la Equidad, organizada por la Coordinación de Equidad de Género de la Facultad de Psicología de la UANL.

A partir de la década de los 70´s del siglo pasado, por los aportes del feminismo la violencia contra las mujeres pasó de ser un asunto privado a uno público, en el que se destacan el poder del agresor, que da malos tratos, lesiona y llega, incluso, a quitar la vida.

El Protocolo de investigación ministerial, policial y pericial con perspectiva de género para el delito de feminicidio, de la Procuraduría General de la República señala que el feminicidio es la privación de la vida de una mujer por razones de género, las cuales:
“permiten crear una concepción de las mujeres sobre dos polos fundamentales: la mujer como posesión, como alguien que tiene dueño, y la mujer como objeto, como una “cosa” que puede ser usada por los hombres de la manera que decidan, y luego deshacerse de ella cuando y como consideren oportuno”

Con la intención de hacer visible el problema de la violencia contra las mujeres en Nuevo León, en particular la que se refiere a la privación de la vida o feminicidio, según el término legal y político de reciente cuño; y ante la imposibilidad de dimensionar el problema desde los registros criminales oficiales, pues no se presentan desglosados por sexo-género y edad, se recurre a las notas periodísticas, que proporcionan testimonio del diario acontecer.

La historiadora Julia Tuñón estima que la nota roja ofrece un inventario de realidades expresada en los casos límite. De las notas periodísticas, prestamos atención a las historias de personas reales y concretas, a las que de manera violenta les fue arrebatada su vida. Esas vidas fueron segadas por quienes habían ofrecido amor, quizás prometieron cuidados, protección o seguridad; pero en cambio, han causado dolor y muerte.

La violencia conyugal es una de las formas que adopta la dominación del hombre sobre la mujer. Algunas mujeres han logrado ejercer su derecho a ser libres; pero, muchas más han perdido la vida, lamentablemente, al intentar liberarse del yugo opresor.

Como prueba, del año 2000 a la fecha, se han perpetrado 94 uxoricidios, es decir, la muerte causada a la mujer por su marido, con quien había firmado un contrato matrimonial. No podemos invisibilizar a 45 mujeres asesinadas por el concubino, con quien hacían vida marital -por más de dos años- sin estar unidos civilmente; así como 33 mujeres asesinadas por el novio y 35 por la pareja sentimental.
Buscando explicaciones al amor pasional que lleva a la comisión de delitos, la psicóloga social Elaine Hatfield (1988), llegó a la conclusión de que la pasión es un estado de exaltación. Añade que si su medio es hostil, esa pasión tiende a encaminarse hacia la ira. Pero si está en una situación romántica, tiende a provocar euforia.

Los celos, la posesión y la agresividad son características machistas, reproducidas en letras de canciones, poemas, novelas, guiones, etcétera. De esas emociones habla elcompositor Manuel Alejandro, diciendo: cuando vayas conmigo no mires a nadie, que alborotas los celos que tengo del aire. O la del canta-autor Camilo Sesto, que pregona: Siento celos… de los ojos de mi amigo, del saludo de un vecino…Celos, ese dulce sufrimiento que te quema a fuego lento, que me hace tu enemigo.

Volviendo a las notas de sangre y de muerte que publican los diarios, vemos que subyacen los cánones impuestos por el patriarcado. El agresor, sintiéndose dueño de la mujer, no le admite decisión alguna, así sea la de tomar distancia para impedir que él le siga causando daño. En algunos titulares se lee: Se niega a regresar con él y la asesina, Sujeto mata a ex pareja al negarse a volver a su lado.

Con el uso del adjetivo “su”, se sobreentiende el dominio y la posesión. Mata a su mujer a golpes porque se salió sin permiso o Estrangula a su amiga porque rompe relación. En todos estos enunciados, o en Mata a ex pareja porque se iba a casar con otro, está implícita la prueba de que una pasión hostil siega vidas.

Tanto el uso de la conjunción ‘porque’ como el de la preposición ‘por’ tienden a menguar la sanción social. En: Por despecho, asesina a su esposa de 12 navajazos, se utiliza la preposición por para denotar la causa que motivó el acto. En el encabezado Mata a mujer por celos, se infiere que los celos, acompañados del uso de la conjunción porque, (que sirve para dar una razón), intentan explicar la comisión del delito, pero se puede interpretar como justificación.

Al divulgar la caracterización que el agresor hace de la víctima, los medios reproducen el discurso patriarcal, como se refleja en los siguientes botones de muestra: La maté porque me fue infiel, o Estrangula a esposa y alega infidelidad. La voz del agresor se deja escuchar, acusando a la víctima de una conducta de la que ella no podrá defenderse; además, carga la culpa del suceso sobre los cuerpos inertes de las mujeres.

El enunciado Mata a mujer por rechazarlo, da la idea de que la resistencia de las mujeres, contradecir los dictados del agresor, negarse a propuestas amorosas que no quieren ni desean, o romper con una relación dañina, tiene como respuesta la muerte.

De las historias que leemos en las páginas policiales, se advierte que las mujeres cuyos corazones dejaron de latir por la violencia ejercida por aquellos, con quienes tenían una relación sentimental, abrigaban ilusiones, esperanzas, deseos y sentimientos. Se aprecia que algunas mujeres iniciaban nuevas relaciones y rechazaban las que les produjo daño. Otras se sintieron en libertad de decidir tener o no tener pareja, pero sus agresores les impidieron disfrutar su decisión.

El final de su historia de amor fue escrito con violencia y sangre.


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