La próxima Ley Beltrones
Eloy Garza González
Monterrey.- Manlio Fabio Beltrones está operando de nuevo en la sombra. Como siempre, como nunca. Su próxima jugada es presentar una iniciativa consensuada con las diversas bancadas del Congreso de la Unión (empezando por las que domina directamente como el Partido Verde), de ser posible en la actual sesión ordinaria, para aprobar una Ley de Participación Ciudadana, ad hoc a los intereses de Manlio.
Por supuesto, esta Ley será, como su antecesora en el Congreso local de Nuevo León, un simple paraguas para legalizar y al mismo tiempo legitimar la revocación de mandato. Sin embargo, la Ley Beltrones, que exige obviamente una reforma constitucional, no será una mascarada como la nuevoleonesa, donde la posibilidad de revocarle el mandato a Jaime Rodríguez es una hazaña casi imposible de cumplir, dadas la dificultades inalcanzables que impone la propia Ley para quitar al gobernador actual.
Beltrones no mueve por nada sus fichas. No se trata de tocar la investidura presidencial, como se lo aclaró al propio Peña Nieto en una reciente audiencia que sostuvo con el mandatario en Los Pinos. Su fin es someter bajo su bota a los gobernadores entrantes, a partir de los procesos electorales en marcha, independientemente del partido que los postule. Al mismo tiempo, empata a México con la audacia brasileña de supeditar a toda la clase gobernante que manda en los estados, al libre arbitrio del Congreso de la Unión, donde en México no es casual que Manlio lleva mano.
En suma, una jugada a dos bandas de Manlio: por un lado atender supuestamente una demanda ciudadana que ya contemplan algunos partidos de oposición; por otro lado, colgarles la espada de Damocles a los próximos gobernadores, sean o no emanados del PRI (a Manlio le interesa que cumplan sus instrucciones, no necesariamente que ganen los candidatos priistas).
Nuevas reglas para reforzar viejas servidumbres. Y en el gabinete de Peña, nadie que le abra los ojos al presidente de que tácitamente, solapadamente, maquiavélicamente, le están ganando el mandado. Pobre, pero ya le conoce uno sus limitados alcances mentales.
