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2085 22 Abril 2016

 

 

Manuel Clouthier y el aceite de oliva
Eloy Garza González

 

Monterrey.- Físicamente es un clon de su padre. Barba rala, canoso, complexión robusta, desaliñado, el acento sinaloense. Maquío redivivo. Llega tarde a la cita. Ahí está la primera diferencia: el padre odiaba la impuntualidad. El hijo llega retrasado y se desvive en disculpas. Pero heredó la bonhomía y el hábito de ejemplificar sus argumentos con anécdotas.

De entrada, cae a todo dar. Se quita el saco y se arremanga la camisa sin corbata; camisa de cuadros, campirana.  

No idealiza a los candidatos independientes. Los pone en su justa dimensión. Más que un recurso para salvar a México (mesianismo iluso), los considera una forma de respetar los derechos humanos, en especial el derecho a participar electoralmente, sin que un ciudadano tenga que ser postulado forzosamente por un partido político. Pero nada de suponer que los independientes son mejores personas. Quien busque candidatos virginales, que se vaya a otra parte; aquí lo único extravirgen es el aceite de oliva.

Se palpa los bolsillos traseros del pantalón. Trae la cartera perdida. Asunto de cuidado. Sin embargo, primero lo primero: ¿qué significa ser candidato independiente? Una cosa nada más: que un tipo decidió postularse sin partido. Punto. ¿Qué garantías tiene eso? Ninguna. Le pido que ejemplifique lo que dice. Elije una anécdota personal, no política.

Un día, cuando era estudiante del Tec, su padre, el Maquío, los invitó a comer a él y a una de sus hermanas. La cita era a las trece horas en rectoría. Como Manuel junior vivía de interno, llegó puntual. Su hermana, en cambio, se apareció más tarde, diciéndole a su padre, muy alzadita, muy oronda, que andaba saliendo con un hijo de muy buenas familias. “Entonces papá, que siempre se encargaba de ponernos en orden, le respondió rapidito: mira, hijita, fíjate bien que te toque el bueno, porque en las familias, como la nuestra, hay de todo”.

En los partidos políticos hay de todo; en las candidaturas independientes vamos a tener de todo, porque una sociedad como la mexicana es muy variada. La partidocracia nos quiere prevenir del grave riesgo que implican los candidatos independientes. “Pero los riesgos están en cualquier lado. Nadie se escapa”. Es como una tómbola, añado yo, aunque si nos toca uno malo, como Rodrigo Medina, salimos perdiendo sin excepción. 

Pienso en la cartera que Manuel tiene perdida y que a estas alturas ha olvidado buscarla. Le sugiero que revise los bolsillos de su saco. Pienso también, por asociación de ideas, en Jaime Rodríguez, y caigo en la cuenta de que en el gobierno de Nuevo León, lo único extravirgen, a estas alturas del partido, es el aceite de oliva. Porque ni siquiera el tequila Bronco Independiente se toma solo, sino mezclado con limón y sal, para que raspe y sepa mejor. ¿O ya ni así jala?


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