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2085 22 Abril 2016

 

 

Candidaturas independientes: reciclados, empresarios y partidos
Ernesto Hernández Norzagaray

 

Mazatlán.- En nueve de los doce comicios que se celebrarán en junio próximo, luego de las elecciones de Colima, hay diez candidatos a gobernador que se registraron como independientes: En Aguascalientes va el ex priista Gabriel Arellano, que ha intentado dos veces ser gobernador en su estado; en Chihuahua es el ex líder de la Coparmex y el Consejo Coordinador Empresarial, José Luis Barraza...

...en Durango va el médico y ex funcionario de gobierno, Alejandro Campa; en Puebla la ex candidata panista al gobierno del estado, Ana Teresa Aranda; en Sinaloa el ex priista y ex funcionario estatal Francisco Frías; en Tamaulipas, el ex perredista y ex convicto, José Francisco Chavira; en Tlaxcala, el ex priista y ex perredista Jacob Hernández; en Veracruz, el ex panista Juan Bueno Torio; y en Zacatecas van los empresarios sin antecedentes partidarios Alma Rosa Ollarvides y Rogelio Soto. Más decenas de candidatos a diputados locales, alcaldes y síndicos procuradores que seguramente están en las mismas circunstancias políticas.

La mayoría de ellos, como podemos apreciar, tiene antecedentes partidarios; incluso algunos han sido dirigentes políticos, lo que hace suponer que aun teniendo el poder no les alcanzó para ganar y ahora buscarán el triunfo como candidatos independientes; lo mismo sucede con empresarios de distinto tamaño que igualmente buscan una posición de poder.

Ninguno de ellos la tendrá fácil, pues van en contra de los candidatos partidistas que cuentan con un grado de conocimiento, estructura partidarias, clientelas y mayores recursos económicos, además de la operación que pudieran estar realizando los gobernadores y alcaldes para hacer ganar a sus partidos.

Incluso, no menos importante, es el desafío que les representa montar una estructura operativa en sus estados, que se traduzca en los votos necesarios para ganar la elección constitucional. Y, no es poca cosa, cuando siendo independientes no cuentan con un piso de electores, lo que sí sucede en los partidos que tienen clientelas electorales. Ello significa que en esta cruzada por el voto van a partir en el mejor de los casos con su nombre, marca, discurso, liderazgo, prestigio profesional, familiar y, sobre todo, con el hartazgo que existe en franjas importantes del electorado, y que al menos para la elección presidencial de 2018, el 67% de una encuesta de intención de voto reciente acaba de declarar que podría votar una candidatura independiente.

Sin embargo, en el caso de los ex militantes de partido desprendidos que hoy van como candidatos independientes, tendrán que sacudirse el desprestigio y desconfianza que tiene el haber militado en uno de ellos, además ganar la confianza de sus posibles electores en un tiempo récord. Algo que se ve difícil, salvo que hagan en cada estado propuestas de contraste que sean creíbles, viables y financiables.

Jorge Castañeda, en su libro Sólo así: Una agenda ciudadana independiente da la pauta cuando establece tres ejes para la elección presidencial de 2018: Partidocracia, corrupción y violación de los derechos humanos. Que, sin ser necesariamente lo que trae la gente en la cabeza, perfectamente podrían ser los mismos en cada estado, pues al final de cuentas son problemas que atañen a todos y solo tendrían que ser atendiendo a la especificidad regional. Más todavía, si lo que se quiere es que con ejes puntuales crezca la ola de las candidaturas independientes en perspectiva de 2018. La pregunta es si éstos lo están haciendo en sus campañas

Respecto a los candidatos independientes empresarios, hay una diferencia sustantiva entre  grandes y medianos; no se puede omitir que este segmento pequeño de la población cada día tiene un mayor protagonismo en la vida política nacional. Actualmente son muchos sus aspirantes a cargos de elección que están en busca de gubernaturas, alcaldías o curules a través del sistema de partidos. Han desplazado en muchos casos a quienes tienen largas trayectorias partidarias. Algunos de ellos incluso ya están gobernando y estarán gobernando muy pronto, lo que vendrá a reforzar la posición de los empresarios en el sistema de representación. O, peor, desde hace tiempo muchas de las políticas públicas están destinadas a favorecer este ángulo económico.

La pregunta en este caso es: ¿Cuál es la oferta que tienen estos candidatos independientes? Visto en clave de clivajes históricos los empresarios y los trabajadores representan una de las escisiones clásicas que dieron origen al sistema de partidos (las otras son la relación Iglesia-Estado; Campo-Ciudad y Centro-Periferia) y eso no ha cambiado mayormente en tanto espacio de confrontación de intereses. O bueno, sí ha cambiado, se han perdido los equilibrios entre ellos y eso es lo que está generando muchos de los problemas que tenemos como país.

En México estamos ante un proceso silencioso de empresalización del sistema de candidaturas y representación política, sean partidarias o independientes, y eso va mucho más allá de una simple alternativa al “insuficiente sistema partidos”, introduce elementos nuevos a la vida política, es la afirmación de un clivaje transversal que recorre a los partidos grandes. Esto es, que sus intereses, como nunca están hiper-representados, en perjuicio del mundo laboral.   

Y es que el empresario que entra a la política, por su propia naturaleza tiene una visión de negocios, de ganancias, rentabilidad; en tanto el político, y aquí haríamos una acotación, nos referimos al profesional de la política que al margen de posturas ideológicas y políticas, actúa y distingue entre el ámbito de lo privado y lo público. Busca el equilibrio y gobernar para todos. Incluidos por supuesto los que menos tienen. Quienes frecuentemente no aparecen en la lógica de la ganancia. Hay experiencias de empresarios en política que cobran como ejecutivos, gobiernan como ejecutivos y dejan quebrados estados y municipios.

Y es que en política, una cosa es el medio para el acceso al poder y otra muy distinta es lo que tiene que ver con la gobernanza y la generación de bienes públicos. La política debe convertir sus ingresos en bienes públicos. No ver en ella la posibilidad de privatizar, como ha sucedido en muchos lugares del país, donde en sintonía con la privatización de los bienes nacionales se llevan a cabo la de los servicios públicos estatales y municipales.

En definitiva, hay algo más en juego en la definición de las candidaturas independientes de este y los siguientes años.


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