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2085 22 Abril 2016

 

 

La odisea de ser una mujer independiente
Roberto Guillén

 

A Lorenia Canavati

Monterrey.- La historia de Sandra Montemayor es una ilustrativa odisea que colocamos como un espejo sobre el cielo de Monterrey, para todas aquellas oprimidas y vejadas por su latigante destino, que las encadena en el cepo del confort, se atrevan a romper el silencio y también las cadenas de la ignominia…

Y decimos que se trata de una odisea, por todo lo que implica romper con el nudo que durante muchos años posibilitó el cariño de una familia. Pero un día de estos, al igual que la Nora de Ibsen, en su pieza Casa de Muñecas, Sandy se hartó del maltrato y lo mandó por el tubo de una denuncia ministerial.

Imagínese usted que hasta tenía que irse escondiendo agachada en el taxi para que no la venadeara su agresor. Me cuenta Sandy que los mismos ministeriales no le querían creer. Ya ven ustedes esa sonrisa sardónica de los sabuesos, porque saben que a la hora de la “ratificación” de la denuncia, a la parte quejosa se les arruga el corazón y vuelve a los brazos de su verdugo.

  • Pero cuando regresó para ratificar el coraje de su Dignidad, había montones de familias ventilando sus problemas, mientras ella solita definía su destino. Al verse sola, no lloriqueó ni se puso a lamer sus heridas como la María del Barrio, sino que puso en práctica la inteligencia emocional que ahora la distingue como una motivadora del átrevete… ya sal de tu mediocre zona de confort:
  •  
  • –Qué chingona, soy… dijo para sus adentros.

 

Se abría las puertas de un horizonte que hoy la tiene en la ruta de una profesional que atiende programas de radio y televisión, además de impartir conferencias de motivación profesional y programación neurolingüística.

¿Por qué una gran mayoría de las mujeres, que padecen de violencia intrafamiliar, no se atreven a dar este paso?

Por el temor a no creer que pueden salir a delante económicamente y sostener a una familia…entonces ahí te quedas, en tu zona de confort.

Ella misma, al inicio de la conversación nos provoca el espasmo de una sorpresa con una expresión que lleva colgada en sus labios como una etiqueta de su pasado: mi duelo matrimonial…mi duelo matrimonial…

-Oye, ¿y por qué hablas de duelo matrimonial?

Pues por el maltrato psicológico y emocional… por las mañanas me cantaba de que me iba a matar…

De tal manera que no solamente se sacudió un lastre, sino que ahora imparte pláticas de consejería para esos matrimonios que de pronto se les atora la carreta y se los anda tragando las galopantes estadísticas del divorcio.

¿Y dónde ubicas el gusano de la infelicidad humana? ¿Según tú, por qué se jode la existencia?

El desamor hacia uno mismo…y la falta de un amor incondicional. Pero esto no se debe entender como un sacrificio, porque primero debes estar tú, pero no como una forma de alimentar tu ego.

¿Cómo puedo amar, si yo no me amo a mí mismo?

Cuando tú amas, ese amor lo proyectas y se desborda hacia los demás.
Pienso que ninguna mujer tiene por qué soportar a un hombre que la maltrate.

Por último, quiero decirte lo siguiente: a mí me gusta ser coherente…coherente con lo que pienso, digo y hago.


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