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2092 3 Mayo 2016

 

 

El fin del imperialismo
Samuel Schmidt

 

Ciudad Juárez.- Estados Unidos ayudó a un grupo de panameños a independizarse de Colombia; como no hay nada gratis, a cambio exigió la cesión del Canal, junto con una franja de tierra.

Bajo la excusa de poder regular el agua dulce que requieren las exclusas que operan el canal (se supone que los panameños eran incapaces de hacerlo, ahora ya son) construyeron una gran base militar, en la que entre otras linduras pusieron la Escuela de las Américas.

Ahí entrenaron a los gorilas (perdón de antemano a los gorilas por ensuciarlos con la comparación) latinoamericanos que impusieron dictaduras sangrientas en nombre de la sacrosanta lucha contra el comunismo.

Aparte de las decenas de miles de jóvenes brillantes que desaparecieron y sucumbieron no sin antes ser torturados, el mundo sigue evenenado creyendo que solamente el capitalismo es viable.

Alguien decía que la ventaja de la campaña de Bernie Sanders es que demostró que el socialismo no es el diablo, aunque se complementa con que Trump demostró la vigencia del pensamiento racista, xenófobo y misógino, que es parte fundamental de la idea que las ideologías alternativas no merecen ser consideradas.

No existe una explicación correcta sobre las razones de Carter para devolverle el Canal a sus dueños y más confuso es entender quién mató al general golpista Omar Torrijos, que intentó implantar un sistema inspirado en el PRI. Los panameños sospechan que detrás está la mano de la CIA.

Es ingenuo pensar que con la entrega del Canal desapreció el imperialismo yanqui de tierras panameñas, ya que una vez que las fuerzas imperiales llegan a un territorio, si bien le va a los invadidos, pueden abandonarlo con cierta formalidad, pero no se van nunca.

Tal vez lo que descubrieron los PanamaPapers es el servicio que le presta un paraíso fiscal a los intereses imperiales, porque parte de la viabilidad capitalista camina de la mano con el abuso y el engaño; las empresas que fugan su dinero para no pagar impuestos, engañan a todos aquellos que bajo el rigor fiscal, aderezado en muchos lados de terrorismo, pagan puntualmente sus obligaciones. Así los grandes beneficiarios del sistema, se ponen a buen resguardo de la responsabilidad de sostener al gobierno que los protege, pasándole a fuerza esa tarea a los menos beneficiados.

En la comarca de Bocas de Toro una buena porción de algunas de las islas han sido compradas por estadounidenses, según comentarios, algunos se hicieron de verdaderas gangas. Uno compró 40 hectáreas a 34 mil dólares.

Para implantar sus proyectos turísticos también se deshicieron de los nativos, los que ahora trabajan para los yanquis. El terreno no es parejo, el despojo se acompaña de dinero para comprar a la ley y los despojados simplemente sufren la fuerza del imperio, una y otra vez. Ya sea con invasiones militares, como la que tiró a Noriega, o invasiones económicas, como la que por ejemplo acorrala a los indios Kuna en el Caribe o a los Ngäbe en Bocas del Toro.

Lo que sucede en Panamá no es único. Los pueblos nativos han sufrido la persecución, han sido diezmados y acorralados para ser despojados de sus bienes, sus creencias y su futuro. En México Creel pensó que podía copiar el esquema estadounidense de crear reservaciones. Interesante el trasplante que hicieron los europeos hacia América del concepto del gueto que llevó al exterminio de muchos pueblos.

Panamá ha sido de los pocos países con un crecimiento económico sostenido en los últimos años. Es un centro de distribución de mercancías hacia América, aunque la recesión les ha pegado, se rumora que las compañías aseguradoras dijeron que dejarían de pagar por los incendios en la zona libre de Colón.

Muchos se asombran de ver el hacinamiento de rascacielos porque les agrada ver el parecido a Miami. Mientras la vivienda popular sigue el modelo de apiñar viviendas de bajo valor que crea bolsas de pobrezas. Una peculiaridad es que los panameños no migran. Un comerciante se asombró al saber el salario mínimo mexicano (¿cómo viven con eso?) porque él paga cuatro veces esa cantidad.

La llegada de venezolanos (que compraban en efectivo) y europeos sostuvo un boom de vivienda de lujo, los panameños ahora se enfrentan a la realidad de la fuga de las ganancias y la persistencia de empleos mal pagados, y un mercado interno de bajo nivel. Todas marcas del imperialismo en otra de sus etapas.


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