Suscribete

 
2098 11 Mayo 2016

 

 

INTERÉS PÚBLICO
El progreso: ambigüedades y críticas
Víctor Reynoso

 

Puebla.- Compré sin mucho interés el libro más reciente de Gabriel Zaid, Cronología del progreso. Sabía, por publicaciones previas en Letras Libres, que contenía una lista de eventos que pueden considerarse progresos, como la vacuna contra el sarampión, la invención de la computadora o la caída del Muro de Berlín. El listado está en el libro, precedido por doce ensayos. Su lectura deja una impresión extraña, intensa, gratificante.

En torno al progreso y a su ambigüedad Zaid va presentando muchos temas. Todos con la capacidad de síntesis y la originalidad de sus textos previos. Un ejemplo, recuperado de Asimov: los primeros homínidos tenían un cerebro menor al de los delfines, pero contaban con una ventaja circunstancial: podían domesticar el fuego.

La domesticación del fuego dio lugar a la vida doméstica: “conversar, cantar, y contar historias al calor de la hoguera”. Miles de años después nació la cocina y se amplió y profundizó la vida doméstica.

El control del fuego fue un progreso enorme, pero trajo también la crítica del progreso: “transgrede el orden cósmico” y de ahí el mito de Prometeo. Otros mitos, como el de Eva y el de Pandora, están asociados con otro progreso más cuestionado: el paso de la vida nómada (cazadores y recolectores, como Abel) a la vida sedentaria (agricultura como Caín).

Para la tradición judeo cristiana este paso equivale a la expulsión del paraíso. Eva, la recolectora que descubre la agricultura, acaba con la vida nómada. Investigaciones de antropólogos en Australia muestran que la poblaciones recolectoras en esa isla “estaban sobradas en proteínas y calorías; y que las obtenían con poco trabajo, si cabe llamar trabajo a un día de campo”. Salir a cazar y a recolectar con la familia y los amigos, obtener en unas cuatro horas lo necesario para comer ese día, “jugando y conversando, como las familias que andan de compras en una plaza comercial”. Esa fue la “edad de oro”, a la que puso fin la agricultura.

La agricultura fue un progreso, considerado éste como “toda innovación favorable a la vida humana”. Pero como lo muestran los mitos de Eva y Pandora tuvo costos y pérdidas. Una ambigüedad que acompaña a muchos de los progresos más recientes. Ambigüedad que mostrada por Zaid varias veces a lo largo del libro.

El progreso es distinto a la idea de progreso. El primero es muy anterior a la segunda, que surge según el autor en el siglo XII, como un invento cristiano del monje cisterciense Joaquín de Fiore. La idea o el mito de la historia como progreso de ahí viene, y se seculariza en el siglo XVIII. Tuvo sus consecuencias, entre otras la que surge del contraste con los chinos “que tuvieron siglos de ventaja sobre el resto del mundo en una serie de inventos y descubrimientos, [pero] no les sacaron el partido que les sacó Occidente, ni los aprovecharon para imponer su liderazgo universal. Quizá porque no tuvieron el mito del progreso, hasta que les llegó de Occidente.”

Quizá la parte más original del libro, en el contexto de la vida intelectual mexicana, sea la referente al progreso moral. Ahí Zaid muestra lo que ha mostrado desde sus primeros escritos: que tiene una visión distinta a la dominante. Y que su mérito no sólo es ser distinto, sino presentar datos y argumentos relevantes.

La larga cronología, 77 páginas que van desde el origen del universo (hace 13.8 millones de años) hasta el descubrimiento del planeta Kepler (2015), adquiere otro sentido después de leer los doce breves textos que la preceden. Dice más. Requieren un lector activo, curioso, que guíe su lectura a partir de su propio interés y que se deje guiar por los intereses que le vayan surgiendo. Imposible detenerse en los 2 mil 300 hechos señalados, pero sí en algunos de ellos para reflexionar sobre nuestra propia ignorancia y sobre cómo han sido favorables a la vida humana, y qué pérdidas implican para la misma.

* Profesor de la UDLAP.


Su nombre :
Su correo electrónico :
Sus comentarios :

 

 

15diario.com