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2107 24 Mayo 2016

 

 

Crisis de participación política en Hidalgo
Pablo Vargas González

 

Pachuca.- A unos cuantos días que concluya el proceso electoral que incluye tres comicios (gobernador, congreso y municipios) queda entre muchos hidalguenses un amplio sentido de insatisfacción, pues a pesar de un sistema multipartidario y de novísimas modificaciones jurídicas, es claro que hay una profunda crisis de participación política que proviene de raíces históricas y una cultura política autoritaria.
                         
La actual campaña electoral en el estado de Hidalgo se encuadra en lo que Norberto Bobbio (1989) visualizó como una crisis de participación política, en sus múltiples modalidades y significados, en que aparece una apatía y desinterés del electorado por la política, que está relacionada con la despolitización; y por otra parte, siguiendo al politólogo turinés, la presencia de una participación distorsionada o deformada, movilizada a través de corporaciones y clientelismo; y finalmente la participación simulada y ficticia que no tiene los resultados esperados.
                    
Es preocupante que a menos de dos semanas de que concluya la campaña electoral en Hidalgo, permanezcan signos de incertidumbre y claroscuros en la organización del proceso. Había elementos que daban ánimos para la primera elección concurrente en la historia contemporánea de la entidad, pero se fueron desconfigurando peligrosamente.
             
A pesar de que se han dado muchas reformas y cambios electorales, la importancia de estas se fue diluyendo y generando un menoscabo a las condiciones de legalidad y competencia, creando una regresión a condiciones anteriores a los años ochenta donde los organismos electorales se imponían bajo una débil regulación.
              
Entre los diferentes cambios que se dieron fueron los siguientes: una reforma electoral cocinada de última hora, como ya es costumbre, y sin consenso, con múltiples restricciones mismas que el Tribunal Federal (TEPJF) las rebotó por la falta de armonía con la reforma electoral federal, por ejemplo la figura de candidatos independientes, el debate entre candidatos, etc.
               
La restructuración del organismo electoral local, fuertemente cuestionada en el pasado reciente por la subordinación al gobierno local se dio en medio de gran expectativa, y correspondió al Consejo general del INE a través de aparatoso modelo costoso pero ineficaz para refundar un OPLE sustantivamente distinto, el acuerdo entre consejeros que manosearon un proceso de varias etapas y de un desgaste económico y psicológico, que fue mera pantalla no resultó puesto que en el IEEH permanecieron en gran parte funcionarios provenientes del antiguo régimen, adicionado por personas sin la menor experiencia y capacidad. Resultado: un organismo electoral que ha tomado decisiones garrafales en cada paso y en cada etapa y que a punto ha estado de reventar la elección.
           
Lo mismo sucedió con la designación de magistrados del Tribunal Electoral de Hidalgo y la Sub procuraduría de delitos electorales, todos funcionarios conocidos por trabajar alegremente como soldados de partido. Hasta la redistritación electoral, un rubro técnico de la geografía electoral dejo insatisfechos a los partidos políticos.
       
A esto se agrega un contexto social terriblemente difícil para los hidalguenses, que se enfrentan cotidianamente a problemas estructurales formados en décadas: la pobreza, el desempleo, la corrupción y la impunidad. Un sexenio de gobierno estatal que termina “sin pena ni gloria”, con incremento de problemas sociales. Y por otra parte, gobiernos municipales que concluyen una larga administración fuertemente impugnados. Para los hidalguenses fue la larga pesadilla tener alcaldes con periodo de 4 años, 7 meses, 15 días; pocos alcaldes se salvan de haber trabajado en bien de la gente y de su comunidad. La amplia mayoría no certificó la prueba ciudadana.
       
El debate entre los candidatos a gobernador del 14 de mayo fue el punto de quiebre de la realidad político electoral en Hidalgo, una discusión de banalidades y lodazal dejó en claro que no hay proyecto para gobernar la entidad. El partido y candidato que gané va requerir una voluntad y esfuerzo titánico para hacer cambios que necesita esta pobre y sufrida población hidalguense, se enfrentará a una profunda crisis de legitimidad.


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