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2108 25 Mayo 2016

 

 

Charla con Jorge Castañeda
Eloy Garza González

 

Monterrey.- En una charla con Jorge Castañeda le planteo algunas dudas sobre las candidaturas independientes. Lo dejo hablar: “Sólo un candidato independiente puede proponer un paquete de acciones contra la corrupción.  Las candidaturas independientes serán una opción en las elecciones presidenciales de 2018, si se construye, desde ahora y hasta finales de 2017, una candidatura única, surgida de debates, mediciones, apoyos y campañas de tierra indispensable”.

Jorge Castañeda suelta argumentos con contundencia pasmosa. Finalmente, a trancas y barrancas ha aprendido a escuchar a los oponentes, pero sigue siendo tajante en sus opiniones. Ignoro cuáles serían esos mecanismos misteriosos para lanzar esta candidatura única y no creo que Jorge las tenga claros tampoco. Simplemente me recalca que ese es el proyecto que impulsa.

Muy válido: se necesitan algo así como un millón y medio de firmas ciudadanas para obtener la candidatura presidencial de 2018. Desde luego, Jorge se apunta en primerísmo lugar. Nunca ha ocultado que quiere ser Presidente. Es su sueño. Acaso su quimera. En su opinión, si existe más de un aspirante sin partido que las junte, no habrá posibilidades después de ganarle a los candidatos del establishment. Mejor uno, para que la elección sea un plebiscito contra la partidocracia.

Jorge le apuesta al máximo a la polarización en la elección del 2018. Dos frentes, dos actores, dos bloques confrontados. Además, me explica, para eso son precisamente los comicios; se vota, se cuentan los votos, gana uno y pierde el otro. Así de simple. “La partidocracia versus los ciudadanos,  la clase política tradicional versus un candidato o candidata independiente único, con una formulación de agenda clara”.

Esta polarización no es sólo entre establishment y ciudadanos, no es solo entre partidocracia y candidatura independiente; entre una casta política sin reputación versus ciudadanos sin partido que quieran hacer política en México. “Ese fue el sentido de la lucha que dimos desde el 2003, por las candidaturas independientes, a las que no quisieron darle forma legal ni el gobierno de Vicente Fox, ni el gobierno de Felipe Calderón, ni el gobierno de Peña Nieto”.  Se lograron porque la presión ciudadana fue tal que al Congreso de la Unión no le quedó de otra. Pero la idea no fue sacar a los partidos del candelero para siempre, sino pavimentarle una avenida a quienes no aceptan hacer política a través del PRI, ni del PAN ni de Morena, es decir, que pretenden ser candidatos independientes. Ahora ya pueden hacerlo. Un avance evidente en la democratización de México.

“En las elecciones presidenciales veremos la polarización entre estos dos actores”.  Me apuesta Jorge Castañeda, y el rostro se le pone colorado. “Una confrontación entre el clientelismo y YouTube, una confrontación entre los acarreados y Facebook, entre las matracas y Twitter, entre las playeras e Instagram. Ellos, los dueños de la partidocracia están centrados en eso; a eso se dedican: todos recurren a los acarreados, todos recurren a las matracas, todos recurren a las gorritas. En cambio, nosotros buscamos otro formato de financiamiento de las campañas que no pasen ni por el Estado ni por los magnates, sino que utilice las redes sociales para dispersar el financiamiento indispensable para emprender una campaña electoral, lo mismo en un municipio de 50 mil habitantes que en la República Mexicana; si pulverizamos este financiamiento no le deberemos nada a nadie, ni a los partidos que votaron y aprobaron el presupuesto, ni a los cinco o seis magnates que te dieron el dinero para ser presidente, gobernador o alcalde. La escala cambia, la práctica no”.

Le digo a Jorge que conozco ya esta dicotomía; no es una novedad, pero nunca antes se había expresado con tanta fuerza en México. Suena ya convincente para los ciudadanos: una verdadera polarización que también a mí, en los personal, me gustaría que se diera en 2018, entre políticos anclados en el ayer, con prácticas obsoletas, y la mirada ciudadana hacia adelante, de comunicación y propuestas. Continúa Jorge con su argumento: “¿Por qué no podemos tener en México una agenda de cuarta generación de Derechos Humanos que avance hacia la legalización de la marihuana, hacia la muerte asistida, hacia la plena legalización de la interrupción voluntaria del embarazo, hacia el matrimonio de personas del mismo sexo, en todo el país y sin restricciones, por hablar solo de algunos casos. No hay nadie en la partidocracia que esté a favor de estos puntos. Ninguno”.  

Le expreso que finalmente la clave consiste en saber quién es exponente de la forma vieja de gobernar y quién es modelo de esta visión de futuro; un enfoque centrado en el Estado providencialista (que resuelve los asuntos con más intervencionismo y puro gasto corriente como hasta ahora), frente a una visión de futuro. Añade Jorge: “Obviamente muchas cosas son también responsabilidad del gobierno; los bienes públicos tienen que existir y debe proporcionarlos el Estado. Pero sin la participación de los ciudadanos, esos bienes públicos no sirven. Hasta ahora todo está armado en México para que el ciudadano no participe y el Estado llene todos los vacíos”. Sin embargo, coincido con Jorge Castañeda: no puede seguir el orden natural de las cosas. Vivimos un parto de los montes.

Ojalá de ese parto no salga un ratoncito, como en el cuento de Juan José Arreola.


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