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2137 5 Julio 2016

 

 

Presencia de la ausencia
Irma Alma Ochoa

 

Monterrey.- Agradezco a Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos, A.C., por la invitación para participar con un texto y presentar “La presencia de la ausencia”, un libro que no debería existir, como escriben Dairee, Eduardo y Angélica, coordinadores del trabajo colectivo que reúne 14 historias y 12 reflexiones.

Frente a las historias de horror y dolor que rodean a las desapariciones, celebro el acierto de elegir como portada una foto de Víctor Hugo Valdivia, en la que aparece Angie, una niña que pese a su corta edad es experta en marchas y plantones (Alejandro Vélez, dixit) en busca de su hermano Gino Alberto.

Cada una de las historias escritas tiene como hilo conductor la fe. Rabindranath Tagore escribió: La fe es el pájaro que percibe la luz, cuando la aurora aún está oscura. En mi opinión la fe de las familias de personas desaparecidas es tan poderosa que alumbra la oscuridad en que está sumida nuestra geografía. La fe toca las fibras más sensibles del corazón de quienes les escuchan, les acompañan y en común-unión lloran la separación forzada sufrida.

Si bien el libro habla de la violencia, su foco son las historias de la cotidianidad de los ausentes. La biografía nos permite acercarnos a la zona íntima, personal, anímica, sensible, amorosa, tierna, juguetona de las personas desaparecidas. Ellas y ellos están presentes en cada capítulo, en cada párrafo, en cada palabra, en cada verbo.

A través de los diferentes pasajes escritos amorosamente, nos enteramos del trabajo infantil desempeñado, de los placeres, juegos, travesuras, estudios, saberes, oficios, labores, empleos, habilidades para dibujar, destreza para el grafiti, el agrado por la carretera, la experiencia al manejar, los alimentos preferidos, el gusto por cocinar, el carácter, los éxitos obtenidos, las osadías, los sueños, proyectos, disciplinas, deportes, la afición a los Tigres o a los Rayados, y el amor.

Su existencia, su intimidad, su vida se muestra a través de la voz de Juanita Solís, Laura Delgado, Maricela Alvarado, Mayra Carmona Alvarado, Don Ernesto Vidal, Angélica Ávila, Julio C. Oliva y Eduardo Oliva, Martha de Alejandro, Francisco Lugo, Lourdes Huerta, Raquel Romero, Mayra González, Luisa Castellanos, Doña Josefina Flores, Irma Leticia Hidalgo y Ricardo Rivera.

Las madres, padres, hermanos, hermanas, esposas nos cuentan cómo era la vida de las personas desaparecidas, antes de este doloroso hecho. Así, nos enteramos que a los 13 años BRENDA DAMARIS dirigía la danza de matachines. La Negrita era trabajadora. Le gustaba el asado de puerco, los tamales, el menudo y el caldo tlalpeño, que amorosamente le preparaba su mamá, Juany Solís. Ésta es la única historia que en este libro se escribe en tiempo pasado, porque –desgraciadamente- los restos de Brenda fueron localizados y su identidad confirmada mediante estudios forenses el 16 de febrero de 2015.

Sabemos que CARLOS ALBERTO es hijo único. Que durante 10 años jugó futbol americano en el Club Avispones. Practicó box y tae kwon do, le gusta andar en bici, patinar, acampar y escuchar música. A diario, Laura, su mamá se inventa un día completo junto a Carlitos.

CÉSAR GUADALUPE es padre de 4 hijos. Es un apasionado de la cocina y de los Tigres de la UANL. Su platillo favorito es el caldo de res al que le pone mucho cilantro. Maricela, su mamá, dice que mientras sigan buscando, la luz de Gordo no tiene por qué apagarse.

Jamás tendrán sueños buenos quienes hicieron de nuestra vida una pesadilla, exclama con dolor don Ernesto Vidal, padre de ERNESTO EFRAÍN, un estudiante de Criminología en la UANL. Efraín es muy amiguero, le gusta el espagueti, el pastel de carne, los quelites con pollo entomatado. Su foto refleja un rostro tranquilo, sonriente, de mirada profunda.

Dice Denise Márquez que el nombre GINO, significa “guerrero glorioso”. Gino Alberto es chingón para las artísticas y el español. Angélica, era apenas una adolescente de 14 años cuando se convirtió en mamá de un bebé de pelo color rojo. Tras la desaparición de Gino, Angie se ha transformado en una guerrera, junto a su hija Angyita, camina las calles en busca del hijo que la infame violencia le arrebató de sus brazos.

Los muros de la habitación de GLORIA KARINA son un lienzo para su creatividad. Las frases de humanismo, colores y formas, la sirena a medio terminar en la pared de su cuarto y uno que otro espacio en blanco están esperando su regreso. Gloria Karina no se conformó con decorar las paredes, también decoró la piel de su cuerpo. Ella es rescatista de animalitos que están en la calle y les busca un hogar digno. Julio, su padre, está orgulloso del talento que desde pequeña caracterizó a su hija. La extraña.

De pequeño, IRVING JAVIER soñaba con ser piloto de avión cuando fuera grande, pero un día descubrió que los aviones se caen y decidió dirigir su interés hacia las motos. Martha, su mamá, ha volcado su dolor en la poesía. Escribe: No sentiré el cansancio aunque se desgarren mis pies. En cada paso que avanzo mi corazón añora volver a verte.

JOSÉ ÁNGEL es transportista, le gusta su trabajo, según escribe su hermano Francisco Lugo. Su hermana Rosa María dice que a José Ángel le gustan el cigarro, la cerveza, la carne asada, el futbol, su familia, la TV, los domingos de barbacoa, los festejos de San Judas y la Virgen de Guadalupe; le gusta lo que a todos acá nos gusta.

Lourdes Huerta, dice que caminará su vida entera hasta volver a escuchar la voz de KRISTIAN KARIM, su hijo. Kristian es aficionado a los Rayados de Monterrey, y a la música vallenato. Su  habitación está llena de carritos con los que le gusta jugar. Él aprendió de su padre a andar los caminos hasta llegar al destino. Días antes de ser desaparecido estaba preocupado por reunir dinero para pagar los servicios de maternidad del nacimiento de su hijo. Farid nació doce días después de la desaparición de Kristian.

MIGUEL ÁNGEL GALO sufrió el acoso escolar por ser “gordito”, Se encerró en sí mismo formando un grueso caparazón como escudo. Muy niño, a los 13 años, empezó a trabajar: lavó platos, fue aprendiz de cocinero. Galo ama las reuniones familiares y ríe a carcajadas. Le encanta manejar, ir de compras y en especial cocinar. Raquel, su mamá, lo espera, acomodando su llanto, transformándolo en denuncia, justicia y memoria.

MIGUEL ÁNGEL es un chico trabajador, amoroso y querido por su familia. Celebraba un cumpleaños en el Barrio Antiguo, cuando fue desaparecido. Está enamorado de Karen, con quien tuvo un hijo: el pequeño Miguelito. Mayra, la madre guerrera de Miguel Ángel, recorre las calles y los parajes donde se realizan las búsquedas, acompañada de su hijo Ramy.

El texto Hola, me llamo Nicolás, es la única narrativa en primera persona. NICOLÁS, se presenta como fresero, padre, dibujante, portero de fut —que su esposa le llama “La Coladera Flores”—, vanidoso, chofer de camión de carga. Nos cuenta que es esposo de Luisa, que tienen cuatro hijos: Nadia, Donaldo, Katia y Ronaldo. Comenta que le gusta jugar con sus hijos: con Donaldo dibuja carreteras en el suelo para que pasen camiones; carga a Nadia y a Katia, aunque a veces parecen zarigüeyas porque se las echa encima y ríen. Nicolás está ilusionado con Ronaldo, de quien dice es su esperanza. No lo conoció.

OSVALDO es arquitecto, egresado de la UANL. Cuando aún era estudiante ganó un concurso por diseñar la maqueta de un hospital. Es perfeccionista; meticuloso, apegado al orden y al trabajo. A los diez años comenzó a trabajar de paqueterito, con lo que pudo ayudar en la economía familiar. Osvaldo tiene a su cargo el proyecto de las tiendas Chedraui en Guadalajara. Pero quiere experimentar en otras latitudes, por lo que ya tiene lista su visa para ir a Estados Unidos a buscar nuevos caminos en su profesión.

ROY aprendió a compaginar horas de entrada al trabajo, a la escuela y a la actividad extracurricular en turno. Es estudiante universitario, cuidadoso y aplicado. Su hermano Richie, le escribe: “Mi mamá cambió completamente. De hecho no creo que la reconozcas, parece como si un velo le cubriera la cara, se le nota la tristeza a la distancia, es una guerrera incansable. Si supieras a cuántos alcaldes, delegados, agentes del MP, soldados, marinos, subdelegados, jefes de antisecuestros y ministeriales les ha gritado en su cara. Si supieras hasta dónde ha llegado buscándote. ¡Ojalá estuvieras aquí uei!

Richie agrega: “Te va a dar un chingo de pena la foto tuya que mi mamá y sus amigos tienen de perfil. Sales bien pinche feo jaja. Y tú que querías pasar discretamente en todo jajaja. Ya valiste porque ahora sales en un chingo de páginas de internet, periódicos, revistas, entrevistas jajaja. Qué oso cabrón”
 
Reflexiones
Andrés Marcelo Díaz Fernández, advierte que el sistema de justicia en México, tanto de procuración como de administración, está quebrado. Es un sistema que funciona para muchos intereses, salvo el de las víctimas de los delitos.

A mi juicio, el panorama que enfrentan las mujeres es de sufrimiento e impotencia de no localizar a sus seres queridos. Las mujeres dicen que buscan para conocer la verdad de los hechos, para encontrar justicia, para que el delito no quede impune y para que no se repita.

Jorge Alberto Verástegui González resalta la importancia de la denuncia porque ésta es el interruptor de la justicia. Subraya que la desconfianza en las instituciones se funda en las malas prácticas de las y los servidores públicos que no ofrecen un acceso real a la justicia.

Para Silvano Cantú, a la ley puede vérsele como acta de naturalización del empoderamiento de las víctimas y la ciudadanía en general -frente al Estado- contra la criminalización y la represión tradicionales.

Éber Omar Betanzos Torres considera que la Ley cumple con el referente internacional de derechos humanos en cuanto a la presunción de vida de la víctima durante su desaparición, así como la no-suspensión de los procedimientos de búsqueda hasta que la persona haya sido localizada, los hechos se esclarezcan o se determine el ejercicio de la acción penal.

En su texto, Franco Mora hace un resumen sobre el papel fundamental de la antropología forense en la búsqueda de verdad y justicia, principalmente en Latinoamérica. Destaca la contribución para recuperar la memoria histórica de sus procesos de violencia, además de la búsqueda de personas desaparecidas y su identificación.

Silvia Elida Ortiz Solís aporta información sobre la experiencia del Grupo VIDA y los procesos de búsquedas ciudadanas. Silvia Elida busca a su hija desaparecida desde el 5 de noviembre de 2004 y nos comparte que el amor es lo que impulsa a buscar. Asegura que es sólo cuestión de salir e investigar en las zonas donde los delincuentes rondaban. Los hallazgos del Grupo VIDA son la certeza de que quien busca encuentra. Han logrado que elementos de la Procuraduría acompañen a los familiares de personas desaparecidas en las búsquedas, pero también se cuenta como logro el que ellos [PFJNL), realicen sus propias búsquedas.

Ana Villarreal nos habla de los cambios a los que recurrió la comunidad regiomontana para afrontar los niveles de violencia. Observa una especie de micro-estado en San Pedro, que corresponde a un nuevo patrón de segregación urbana. Estudia la relación entre violencia y solidaridad. Explica que la violencia profundizó divisiones sociales ya existentes en la sociedad regiomontana, pero también generó nuevas formas de solidaridad en las que muchos depositan hoy su esperanza. También hace un análisis de los eufemismos de la violencia, que no son simples. Con acierto señala que la categoría “malitos” obscurece la responsabilidad del Estado como agente violento. Y que, con este lenguaje se criminaliza a la víctima para justificar actos violentos que de otra forma nos mostrarían nuestra propia vulnerabilidad.

Cordelia Rizzo, reflexiona sobre la necesidad de recuperar el sentido de lo colectivo. Sugiere recobrar el sentido de humanidad y tener la capacidad de dolernos con los otros. Aclara que trabajar en contra del olvido de hechos importantes no asegura que todo se recuerde, pero sí nos convierte en seres comprometidos que están trabajando para fijar en la conciencia colectiva la brutalidad de una guerra para que no se repita la experiencia.

La cavilación de Darwin Franco Migues surge a raíz del reclamo de familiares de desaparecidos al final del conversatorio “Tratamiento periodístico de la desaparición de personas”. Darwin reconoce “seguimos quedando a deber como periodistas cuando no comprendemos que, al hablar de desaparición, estamos hablando de una ausencia y de un proceso de vida, que no culmina con la redacción de una nota informativa o con la realización de un reporte en vivo, que dé cuenta “objetiva” de los hechos que sucedieron en la marcha por los desaparecidos. Advierte que las palabras utilizadas para nombrar a las desapariciones no han sido nunca neutrales, porque detrás de ellas existe una intencionalidad que busca posicionar un significado único alrededor de las desapariciones.

Javier José García y Justicia, explica los retos y la dimensión política de la universidad, en cuanto a formación, socialización e integración. Indica que la universidad tiene un compromiso insustituible: ser generadora de cambio y de reflexión crítica, y toda crítica, conlleva un compromiso con los cambios.

José Luis Solís, narra los motivos que lo llevaron a tratar de explicar en una película (Gringo), cómo es que Miguel Alemán, Tamps., una población de más de 14 mil personas, bajó a sólo 300. Compara el abandono del terruño con el apocalipsis bíblico, el éxodo. Relata que esta cuestión lo llevó mucho a clavarse en estos temas.

Concluyo mis comentarios con un fragmento del texto de Alejandro Vélez:
Deberíamos agradecer que los familiares de personas desaparecidas estén luchando no sólo para encontrar a su ser querido, sino para evitar que lo que les pasó a ellos les suceda a otras personas. Por esta razón, ¡nos necesitamos!

* Texto leído por la autora, en la presentación del libro La presencia de la ausencia, realizada en el Museo de Culturas Populares, Monterrey, 2 de julio de 2016.


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