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2177 30 Agosto 2016

 

 

Reforma educativa al revés, I
Lucilda Pérez Salazar

 

Monterrey.- ​El 20 de julio, el Secretario de Educación, Aurelio Nuño, dio a conocer el “Modelo Educativo 2016” y anunció que éste se someterá a consulta, proceso que no se permitió hace tres años cuando se implantó la Reforma Educativa en curso.

​El Modelo Educativo, que es la parte sustantiva de la reforma educativa, se presenta hasta ahora, casi 4 años después de que fueron impuestas las reformas constitucionales a los artículos 3° y 73° y se crearon las leyes secundarias, que dan sustento a la parte administrativa-laboral de la reforma.

​El gobierno hizo las cosas al revés: primero implantó lo laboral (evaluación), después presentó lo educativo (modelo). Lo correcto hubiera sido elaborar primero el proyecto educativo, el corazón de la reforma, y después el conjunto de elementos necesarios para llevarlo a buen puerto: preparación y capacitación de los docentes, infraestructura adecuada, presupuesto creciente, reforma de las normales y capacitación de las autoridades educativas. Primero el piso, después el techo.

​El Modelo Educativo, la cara agradable de la reforma, llega a destiempo y en el peor ambiente político y social para el gobierno de Peña Nieto, tanto porque ninguna de sus once reformas estructurales ha resultado exitosa, como por la pérdida de popularidad de su gobierno autoritario. Pero, principalmente, porque la reforma educativa ha sido rechazada por amplios sectores del magisterio afiliados al SNTE y a la CNTE, y cuestionada por muchos académicos y especialistas en temas educativos. Para remate, Aurelio Nuño ha anunciado que el Modelo Educativo se aplicará hasta el ciclo escolar 2018-2019, cuando el actual Presidente concluya su mandato. ¿Qué burla es esa?

Esto significa que el gobierno no entiende nada sobre el tema educativo. Primero reforma el régimen laboral de los docentes, los somete a una presión inédita y a una incertidumbre laboral nunca antes vivida, y con ello crispa, tensa, sacude y convulsiona el sistema educativo. Golpea al SNTE y a la CNTE. Intenta desmantelar sus bases para que éstas no reaccionen ante la agresividad de la reforma y de las autoridades educativas que la aplican.

Ahora pretende que los maestros acepten con entusiasmo y agrado la segunda parte –que debió ser la primera– de la reforma educativa. Ésta llegó en el peor de los escenarios.

​El Modelo Educativo aparece, en estos momentos, como un distractor para que los maestros se olviden del debate y la protesta contra la reforma educativa, que hoy se realiza en las calles y las escuelas.

No puede haber confianza y aceptación de los docentes al Modelo Educativo, mientras no se modifique el marco constitucional y legal de la reforma que causó daño laboral a los maestros y perjuicio a la educación.

No se puede entrar a la segunda etapa (la educativa), sin saldar cuentas con la primera (la laboral); es decir, sin reparar el daño ocasionado a la educación y a los docentes. Esto es, sin limpiar la Constitución (artículo 3°) y las leyes educativas que de ella emanan, de su carácter punitivo y sin hacer cambios sustanciales al eje central de la reforma: la evaluación de los docentes y sus consecuencias legales, laborales y administrativas. Se requiere humanizar la evaluación.

La calidad de la educación no prosperará en un régimen de precariedad laboral para los maestros, como el que se establece en la normatividad educativa.

La reforma educativa se encuentra acorralada, se tambalea, ya no tiene muchos defensores. Dentro y fuera del Gobierno hay personajes que opinan que debe corregirse el rumbo, bajarle al autoritarismo, abrir el diálogo y el debate sobre la reforma, para corregirla. Pero persiste la posición dura, personificada en Aurelio Nuño y el Presidente.

El sistema educativo vive hoy una crisis de gobernabilidad. El gobierno no logra imponer la reforma educativa, en los hechos.

La paz docente, derivada del arreglo político-educativo SEP-SNTE, que imperó y funcionó durante 70 años, con grandes beneficios para el sistema político, ya no existe. El gobierno de Peña Nieto cortó de tajo con este arreglo. Propinó un golpe sorpresivo, autoritario y certero a la cabeza del Sindicato, lo debilitó, lo arrinconó y rompió con todas las reglas establecidas. Le negó al SNTE y a los maestros la posibilidad de participar en el diseño, aprobación y aplicación de la reforma educativa, y esto, por supuesto que trajo consecuencias: una gran parte de los educadores no aceptan la reforma.

​Restaurar la paz docente y laboral y reconstruir la gobernabilidad del sistema educativo solo será posible si se construye una reforma educativa, capaz de garantizar el derecho a la educación de calidad a las actuales y a las futuras generaciones de mexicanos, con la participación central e imprescindible de los maestros.

Esta es la lección que deja el accidentado proceso de la reforma educativa en marcha. ¡A corregir lo que haya que corregir! ¡A desandar lo andado y a construir la reforma educativa con  la participación democrática de docentes y sociedad! Esta posibilidad parece abrirse paso. ¡Abonemos a la causa!

* Mañana continúa la parte II.


 

 

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