Suscribete

 
2177 30 Agosto 2016

 

 

Sueños rotos de la niñez migrante
Lupita Rodríguez Martínez

 

Monterrey.- Un punto especial del complejo fenómeno social y humano de la migración, son los niños y las niñas migrantes, quienes son integrados a estos tránsitos inciertos en busca de sus familiares sin compañía de algún adulto y tratan de cruzar “al otro lado” en forma por demás vulnerable.

Hemos abordado el tema en anteriores entregas, pero lo grave es que durante una década (2005-2015) este sector de migrantes que transitan por México creció alarmantemente en un 344 por ciento.

La cifra más actual es que de enero a junio del 2106 fueron detenidos 26 mil menores migrantes no acompañados en la frontera de Estados Unidos con México, que comparados con los 16 mil interceptados en los primeros seis meses del 2015, representa un aumento de más del 40 por ciento.

Los riesgos del “viaje” que enfrentan niñas y niños centroamericanos y de nuestro país, son los estragos de la desnutrición, enfermedades y lesiones que deterioran su salud y, lo más grave, es caer en manos de traficantes y ser llevados a trabajar en burdeles y bares o sufrir violencia sexual.

Muchos menores nunca llegan a la frontera, ya sea por ser detenidos, secuestrados, sometidos a trata, esclavizados, desaparecidos o asesinados.

Por ello, es urgente que el gobierno mexicano refuerce las estrategias para proteger a la niñez migrante y a los migrantes en general en su tránsito por el territorio nacional, a través de la coordinación de esfuerzos entre las dependencias competentes del nivel federal, estatal, municipal y de la sociedad civil, así como de los organismos nacionales e internacionales.

Es denigrante que nuestro gobierno se concentre en perseguir y capturar a quienes tratan de cruzar la frontera como indocumentados, al grado de ordenar que desaparezca el tren bautizado como La Bestia, para evitar que los migrantes, en particular niñas y niños, viajen sin la compañía de un adulto.

De frente a miles de sueños rotos, consideramos que la respuesta que debemos dar los nuevoleoneses a los efectos de la migración infantil, debe ser una respuesta humana, solidaria y con ánimo transformador.

El fenómeno de la migración no va a desaparecer. Al contrario, seguirá en aumento por la desigualdad social y económica entre los países de Centroamérica, principalmente, y de México con los Estados Unidos, así como por la violencia presente en muchas localidades.

Nos resulta por ello importante compartir las recomendaciones hechas por el investigador latinoamericano, Dr. José D. Batista, en el Primer Foro Migrante convocado por el Congreso del Estado y el Consejo Nacional de Legisladores y Migrantes (CONALyM), este fin de semana pasado.

El Dr. Batista parte del principio del interés superior del niño o niña, entendido como un conjunto de acciones y procesos tendientes a garantizar  un desarrollo integral y una vida digna, así como las condiciones materiales y afectivas que les permitan vivir plenamente  y alcanzar el máximo de bienestar posible. Por ello, el problema no es la niñez migrante, sino la transición social que implica el profundo impacto psicológico para entender la cultura y adaptarse al ambiente de la comunidad a donde la niña o el niño migra.

Es un problema que cruza transversalmente los sistemas políticos y modelos educativos de las sociedades latinas, que no preparan a la niñez hacia una transición social a la cultura que va a emigrar, donde no hay ningún programa que ayude a una transición del concepto identidad y donde el impacto de la separación afectiva es materia prima de la disfunción familiar y de la exclusión social, que se traduce en tristeza, ira y amargura; es decir, en una potencial delincuencia, criminalidad y violencia.

El mayor detonante de la movilidad infantil son las madres solteras y abandonadas o los hogares sin disciplina donde dejan a cargo a sus hijas o hijas. El gran problema en pueblos y ciudades viene de la ruptura en el hogar disfuncional, ya que esa disfuncionalidad aumenta la migración.

Las recomendaciones del Dr. Batista al problema, son: reparar la identidad interior de niños y niñas migrantes, mayor integración comunitaria  de la familia, educar en la identidad a toda madre que tenga hijos de 0-14 años de edad y establecer el programa de valores para padres y madres en escuelas.

Así pues, la exigencia a los gobiernos es atender más necesidades de transición cultural y emocional, que solamente la ayuda legal y económica.


 

 

15diario.com