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2208 12 Octubre 2016

 



Hillary Clinton: la dama bifronte
Eloy Garza González

 

Monterrey.- El tema del doble es un subgénero en la literatura y el cine. En el relato Dr. Jeckyll y Mr.Hyde, de Stevenson, o en el cuento William Wilson, de Edgar Allan Poe, un mismo personaje se desdobla en otro: uno representa la bondad y el otro la maldad. Uno es bueno y el otro malo.

El doble es visto en la literatura y en el cine en términos morales. En alemán, existe incluso un género narrativo que concentra este desdoblamiento de un mismo ser, con una personalidad positiva y otra negativa: Doppeltgänger.

¿Pero qué pasaría si nuestro doble tuviera los mismos defectos y virtudes que nosotros? Ese es el caso de Hillary Clinton. Según el escenario donde hable, la gente con quien esté o el entrevistador que tenga enfrente, Hillary dirá una cosa o la opuesta. Es la dama bifronte. ¿Esquizofrenia? Por supuesto que no. ¿Hipocresía? Tampoco. Es simplemente supervivencia política.

Hillary abandera el proteccionismo económico en EUA, pero de visita en Brasil alabó las ventajas del comercio sin fronteras. Hillary tildó de principiante e incapaz a Obama en la campaña presidencial donde contendieron y luego, como su Secretaria de Estado, lo definió como gran estadista. Hillary apoyó a Wall Street en varias conferencias privadas ante banqueros, pero luego exigió públicamente no salvar a las instituciones de crédito en bancarrota.

Hillary Clinton no es la excepción en la política de cualquier país. La mayoría de los políticos son bifrontes: tienen dos caras. Dicen una cosa en una cena de ricos y la opuesta en un mitin de pobres. Hillary no puede ser condenada por eso. Así lo hizo muchas veces su marido Bill, Kennedy, Churchill, Mitterrand, Blair. La lista es larga y colmada de celebridades.

Decía Carlos Monsiváis que “el signo de la inteligencia consiste en tener dos pensamientos contrarios al mismo tiempo”. Y Hillary ha dado signos de ese tipo de inteligencia. Igual que los grandes estadistas, tiene pensamientos opuestos. Como ellos, es la encarnación política del doppeltgänger.

¿Entonces cuál es el dilema que afronta la dama bifronte? Que su marido Bill, Kennedy, Churchill, Mitterrand, Blair, incluso muchos políticos de segunda categoría que no llegaron a estadistas, tienen encanto, charm, gracia, swing, magnetismo o garbo para decir una cosa y luego la opuesta. Y Hillary no.

La señora Clinton es un témpano de hielo al dirigirse a la gente. No disfruta disertando. Habla como maestra de escuela. Supone que reír por algo gracioso implica abrir la boca lo más posible y enseñar los premolares. Explica en dos o tres minutos lo que puede sintetizar en una frase ingeniosa.

Como muchos políticos de inteligencia superior, Hillary cultiva doble personalidad. El problema con ella es que sus dos personalidades son igual de cansadas, tediosas y aburridas. No hay a cuál irle. Ganará la elección presidencial. Pero será por descarte. Una excepción en la campaña presidencial más vulgar y frívola de EUA.

 

 

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