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2212 18 Octubre 2016

 


Fracasa el Lunes de Bibliófilos en la FIL
Gerson Gómez

 

Monterrey.- Esta mañana la feria del libro de Monterrey auspiciada por el ITESM es una larga avenida mortuoria, sin transeúntes ni paseantes. En los stands los vendedores conversan fastidiados entre ellos sobre las novedades de este Big Brother donde las reglas cada segundo cambian. Algunos puestos se encuentran en penumbra en el día del Bibliófilo, de los compradores VIP.

De de los clubs de lectura de las damas de alta sociedad, de los clubs de jardinería y beneficencia y de quienes se interesan en cultivar el alma. De los poderosos con presupuesto, quienes cubren la cuota de 200 pesos por persona por ingresar a las instalaciones en Cintermex y disfrutar sin aglomeración de paseantes. Sin sudor y apretujones de familias con sus hijos y las carriolas. Sin sus aromas y sin sus rostros añejados, mientras van arriando monstruos.

Los minutos se van deletreando eternos. La substancia de las ventas invisibles extiende el manto con su tratamiento convencional. Los organizadores han colocado en ciertas zonas del galerón mesas con refrescos helados, galletas seriadas y oloroso café recién hecho.

Dos parejas de adultos mayores deambulan sin prisa en este desierto. Preguntan por algunos autores, por temas de su interés. Me acerco como quien descubre una mina de oro. Ellos pagaron el costo de entrada, más el cobro de 65 pesos por el concepto de estacionamiento. Debió ser gratuito por su estado de edad avanzada. Lo han pasado por alto los cajeros de la taquilla. A ellos les dieron una instrucción, cobra 200 pesos parejo y la acatan férreamente.

Esto es un criadero de tristeza. Lo reconocen los oferentes. En las editoriales transnacionales a lo largo de la jornada vendieron entre 7 y 10 títulos, quienes son las del catálogo más basto de autores y temas.

Muchas de las editoriales pequeñas, de poesía, novela o cuento, sin movimiento alguno en sus cajas registradoras. El reclamo recae hacia los organizadores y por quienes la auspician.

Les acusan de falta de tacto y de pericia.

La comparan con la Feria de Guadalajara o la de Minería, en la ciudad de México: “Allá sí es feria, aquí la gente no viene, no compra y ahora la arruinan, al comenzarles a cobrar por entrar”.

En el área de talleres infantiles, un motín se va sofocando. Enardecidos padres de familia y maestros desean pasar a los stands. Lo encuentran vedado. Suspendido. Los exiguos bibliófilos no se enteran. Los organizadores  les impiden el paso con los expositores.

Después de una negociación entre maestros, padres de familia y organizadores, se les permite pasar a la alejada zona de Outlet, de los libros baratos, para pintar y de obras sin cobro por derecho de autor. Algunos aprovechan gastando la magra cantidad de 50 pesos por un cuento.

El día del bibliófilo es un camino decadente. Una ocurrencia naufraga. Pasadas las 14:30 horas, no hasta las 17:00, como se había pactado, deciden liberar, para suavizar un poco la asimilación de la catástrofe de ventas.

La tarifa de los 200 pesos queda en el olvido y retorna la de 20, con entradas libres a menores y adultos mayores.

Queda claro, en Monterrey no existe, por lo menos queda visualmente asentado, personas interesadas en gozar de la alfombra roja, del trato preferencial, de ser los Very Important People culturales, de ser llevados de la mano en este Librolandia, saltándose las filas de la montaña rusa, para llegar a la cima de la imaginación.

Acuse de recibo
A fin de resarcir el daño financiero, los organizadores han propuesto para la noche de hoy martes 18 de octubre, una ocurrencia nueva: Venta Nocturna, de 21:00 a las 01:00.

 

 

15diario.com