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2233 16 Noviembre 2016

 



Los 70’s después de Cristo
Eligio Coronado

 

Monterrey.- En Los 70’s después de Cristo*, de Luis Estrella, dos grupos se disputan la hegemonía poética en el pueblo de Carmenia, pueblo que podría ser cualquier lugar de la tierra, pues en todos lados se da esa lucha entre bandos rivales.

Una lectura de Madame Dadá, famosa poetastra local, desencadena la contienda cundo el joven bardo Valdemar III la cuestiona a voz en cuello: “¿Dónde está la poesía?” (p. 13). Enseguida arenga al público presente a que exija poesía verdadera y es secundado de inmediato.

El grupo de Valdemar está formado por Durón del Tiempo III, Patricio Lorca, Rafael Figura Triste, Quiin, DaLorca y la inesperada presencia de Cristo. Más tarde se unirán Marina, Pic Pic, del bando rival, y el gato siamés Bruno (un felino de verdad).

Por su parte, el bando de Madame Dadá lo conforman: Ro Jiménez, Man Day, Toby Díaz, Carlos Ojeriza, Didier Ma, Tons Ciruela, Azufaifo Tul y el desertor Pic Pic. Paulo Paz llega más tarde.

En Carmenia se dan las típicas situaciones de todos los ámbitos culturales: buenos y malos escritores, reparto de becas a los mismos, obtención de prestigio literario a base de autoelogios, premios a la amistad y no a la obra, menosprecio a los que no son del mismo bando, intercambio de alabanzas entre los miembros de un mismo grupo, etcétera.

El triunfo popular de Valdemar y amigos (ahora llamados Los Epilépticos) genera una serie de actividades culturales por parte de ellos y una oleada de resentimiento de Madame Dadá y compañía (autobautizados como el Séquito Dadá).

Este resentimiento degenera en violencia de Madama Dadá contra Cristo y un malévolo plan con ayuda de su amigo LaMort y el trastornado Juan.
De pronto, Valdemar cae en coma “al caer de un edificio de tres pisos pues intentaba salvarse de un incendio” (p. 125), aunque se insinúa un atentado a balazos perpetrado por Juan: “Madama Dadá esperaba con ansia que Juan “EL Loco” apareciera por las escaleras con la sorpresita que le dijo” (p. 105), “Dispara a las tres de la tarde (…), aprieta el gatillo, dispara, que el cañón expulse su odio” (p. 109).

A partir de ahí el planteamiento de la novela cambia: ya no se trata de una lucha entre dos grupos, sino de la creación literaria de Valdemar que incluye a todos los involucrados. Ahora todos han sido creados por éste y deben salvarse por sí mismos escribiendo un libro, sugerido por Cristo: “Un libro para que inventemos la resurrección de todos nosotros” (p. 120).

Esto nos regresa al nivel creativo del autor, Luis Estrella (Ciudad Mante, Tamps., 1983), y su papel como fabulador de mundos. La historia desaparece y en su lugar tenemos todos los vericuetos del proceso literario, incluyendo que los personajes se saben inventados: “somos obra de su imaginación” (p. 129), “Valdemar ‘nos diseñó’ en estado comático” (p. 123), “nos dotó del don de la escritura y la imaginación” (p. 124).

¿Es válido esto? Sí, pues desde el momento que concebimos una idea sabemos que entramos en un proceso en que todo es posible, hasta nosotros como creadores. Que los autores se sepan inventados es sólo una de las posibilidades que tenemos para hacer crecer el texto (hacia cualquier dirección).

Y en esta etapa crucial quedamos todos, personajes y lectores. Ellos en la escritura de ”una historia que valiera la supervivencia de todos ellos, así como la de Valdemar” (p. 124) y nosotros a la espera de que éste despierte para que ocurra la siguiente etapa de esta saga: “Quiero ir más allá de todo aquello que jamás he dicho y he pensado a medias“ (p. 142).   

 

* Luis Estrella. Los 70’s después de Cristo. Monterrey, N.L., Resolana Ediciones, 2016. 144 p.

 

 

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