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9 de abril de 2010
15diario.com  


 

Los intocables

Miguel Treviño Rábago

 

PROFESORAS y profesores están hoy completamente solos en la tarea educativa. Reconociendo que hay competentes  e incompetentes en sus labores docentes, lo cierto es que la mayoría tiene muchas limitaciones para cumplir cabalmente con su función educativa. Sus peores enemigos, son tal vez ahora los mismos padres y madres de familia que no respaldan el trabajo del maestro, sino todo lo contrario, le exigen que "no presione" tanto a los niños, adolescentes y jóvenes porque se "estresan" y se "trauman".

 

               SI ANTES el maestro y la maestra, eran la máxima autoridad en el salón de clase, ahora los alumnos son LOS INTOCABLES. Nuestros amigos lectores y lectoras ya con algunos años que no pasan, sino que se nos quedan encima, recordarán a los maestros que en nuestra niñez y juventud, nos repartieron a diestra y siniestra, pellizcos, coscorrones, reglazos, tablazos y varazos, levantón de patillas, orejas de burro, jalones de pelos, hincadas en la esquina, recreos cancelados, observación de la pared por horas, y hasta cachetadas por andar diciendo leperadas. Y aquí estamos, vivitos y coleando en el buen sentido de la palabra. Nada no pasó, y es fecha que no olvidamos lo aprendido. De traumados no tenemos nada.

 

               ENTIENDO QUE los tiempos cambian. El refrán de "la letra con sangre entra" quedó para la historia. Y es que a las drásticas medidas disciplinarias que nos aplicaban los maestros y maestras, seguían las "tundas" y castigos que nos recetaban nuestros padres porque ¿a qué te mando a la escuela? nos decían, mientras papá o mamá agitaban la chancla o el cinturón justiciero. Y no valía el "ya no lo vuelvo hacer mamacita", no señor, la justicia paterna era inquebrantable. "A la escuela te mando a estudiar" y esa era una obligación divina. Con nuestros padres no jugábamos ni vacilábamos. Así los educaron a ellos y así ellos nos educaron a nosotros.

 

               LLEGARON LOS nuevos aires de la Pedagogía, los derechos humanos, los derechos de los niños, los derechos de las mujeres, los derechos de la libertad de culto religioso, los derechos de todo y por todo. Y qué bien. Había pues que "modernizarnos" y ponernos al día con las nuevas técnicas de la enseñanza. Los maestros estaban ahí para impartir conocimientos, no para enseñar buenos modales. Eso correspondía al ámbito familiar. "A mi hijo o hija no me le tocan ni un pelo". Los maestros fueron poco a poco siendo arrinconados por las amenazas paternas y maternas y se les dejó en claro: "Para corregir a mis hijos aquí estoy yo"..."usted que me lo reprueba y yo me encargo de que la (o lo) corran de esta escuela". El maestro perdió total autoridad y dejó de ser "el segundo padre o madre", como se le reconocía antes. Quedó en cero.

 

               ENVALENTONADOS los nuevos estudiantes con "usted no se deje mijo" y "dígame si le hacen algo para yo poner en su lugar a ese profesorcito o maestrita", la disciplina, el orden, el respeto, etcétera, se desplomaron como piedra lanzada al estanque. Ahora los que mandan en las escuelas son los padres, las madres y "los intocables" alumnos. El maestro o la maestra viven amenazados. Cuando a los estudiantes se les exige cumplir con sus más elementales obligaciones, responden con improperios y majaderías. Prometen ir a derechos humanos, se burlan del profesorado, se niegan a rendir honores a la bandera y el escudo y no cantan el himno nacional. Esto último en el caso de un grupo religioso. Exigen todo del Estado, pero detestan sus símbolos patrios.

 

               EN EL PASADO, padres y madres eran los mejores aliados de los profesores. Había una formación sólida de valores y principios en la escuela y el hogar. Se complementaban. Había preocupación auténtica porque los niños y jóvenes se convirtieran en buenos ciudadanos -decían- que sirvan a México. Se entregaba a los hijos a la escuela para que en sus aulas, recibieran las luces del conocimiento. Se otorgaba al maestro "un permiso" no escrito, para llevar por el buen camino al estudiante. Tal vez había castigos, que de ninguna manera propongo que se vuelvan a aplicar, pero que en su momento, nos hicieron entender que padres y maestros estaban aliados para vigilar nuestro buen comportamiento y suficiente aprendizaje. Porque de no aprender "sólo te faltaría rebuznar".

 

               LOS MAESTROS están hoy atados de manos y mucho cuidado con las palabras. La única herramienta que tienen son sus palabras. Hablar, hablar, hablar. Ya ni siquiera las malas calificaciones surten efecto, porque la SEP ya no quiere reprobados. Y para ahorrar gastos, las "mafias" burócratas del magisterio, que no están frente al grupo, inventaron el "pase automático". Sepan o no sepan, no hay reprobados. Y luego viene la queja de siempre, "hicieron mal la primaria, la secundaria, la prepa y al salir de la universidad son un fracaso como profesionistas". Conozco abogados que no saben redactar un oficio y su ortografía nos puede servir para llorar y desahogarnos de alguna pena muy clavada en el corazón. Decía un tío: "No rebuznan porque no dan el tono".

 

               CIENTOS DE adolescentes y jóvenes que hoy militan en la delincuencia organizada, apenas saben leer y escribir. Nadie, ni padres, ni madres, ni maestros, los pudieron encaminar "para ser buenos ciudadanos". Si hiciéramos un estudio a fondo de sus calificaciones y aprovechamiento escolar, nos daríamos cuenta que fueron los "malos". Pero nadie los podía enderezar. Nadie los podía tocar, nadie los podía disciplinar. Padres y maestros allí fracasaron. Y es una verdadera lástima que hoy estén abiertas las venas de México, por donde se desangran todos los días cientos de jóvenes. Amanecen colgados, ejecutados con un tiro en la cabeza, descuartizados, disueltos en ácido, perforados por uniformados con licencia para matar. ¿Sabe usted el dolor que siente una madre o padre al que le matan un hijo o una hija? Imagíneselo y piense en los suyos.

 

               POR ESO LA escuela, los maestros y los padres de familia tienen que dejar de enfrentarse. La escuela tiene que recuperar su valor formativo y papá y mamá se tienen que poner las pilas para formar y darles buenos ejemplos a sus hijos. Las nuevas generaciones no las podemos perder entre vicios, casinos, parrandas, televisoras cuyos contenidos son propios de imbéciles, telenovelas rascuacheras y cursis con temáticas absurdas, antros que embrutecen a jóvenes y señoritas que salen a rastras ahogados en alcohol y drogas, juegos electrónicos que hacen apología de la violencia y los vuelven diestros en el arte de ganar puntos asesinando virtualmente. Mañana, buscarán el arma verdadera para mejorar sus "hazañas". Recuerda usted el "son las 10 de la noche, ¿sabe usted dónde están sus hijos?" Hoy le pregunto: ¿sabe usted que están haciendo y aprendiendo sus hijos? O es de los que se duerme y por la mañana les abre la puerta a los que vienen cayéndose de borrachos y drogados?

 

               REITERO QUE de ninguna manera estoy abogando por los castigos corporales. Eso ya quedó en el pasado y hasta es motivo de risa entre amigos y amigas que se reúnen a recordar a sus "profes" de mano pesada. Insisto en cambio en que padres y madres tienen que apoyarse en sus decisiones. No jugar al chistecito ese de "yo digo una cosa y tú otra" "tú eres la mala  y yo soy el bueno" y al revés. O se ponen de acuerdo para educar a sus hijos y apoyan a los maestros en su labores profesionales, o al rato van a estar llorando junto a un ataúd en una funeraria. Por allí escuché a Barack Obama en campaña electoral, señalar, que hay cosas que el Gobierno no puede hacer y una de ellas, es meterse a cada hogar a educar a los hijos.

 

               BIEN O MAL, nuestros padres ya cumplieron. Bien o mal, nuestros maestros nos educaron. ¿Qué está haciendo usted hoy con los niños y jóvenes que tiene en casa y en la escuela? O son de la generación "nini", de los que ni estudian, ni trabajan. Y mire que ya hay "ninis" de 30 y 40 años a los que sus padres no les ponen sus trapitos en la banqueta "porque los quieren mucho". El problema es que nunca los enseñaron a trabajar. Como si fuera pajaritos en el nido, todo les dan en el piquito. Es urgente ponerle más atención a nuestros niños y jóvenes y revitalizar la escuela, sus maestros, fortalecer la comunicación de madre, padre, hijos y profesores. Educar por todos los medios posibles es tarea del Estado, pero los mejores y los peores ejemplos están en cada hogar. Es irresponsable no educar a nuestros hijos y nietos.

 

               LOS MEDIOS tienen que poner mucho de su parte. No le hace ningún favor al país el que los más poderosos "capos" ocupen las portadas de las revistas de política y negocios. ¿Qué aporta ese periodismo? ¿Cuál es la gracia de estar entre los más ricos del mundo si todo es producto de actividades ilícitas? ¿Dónde está el mérito de la foto con el "todopoderoso" si él es que te usa para mandar el mensaje desafiante de no pueden atraparme? ¿Alimentar el ego de alguien que no necesita eso porque su talento está demostrado? Por favor, ya tenemos bastante con todos los asesinos y delincuentes con posiciones en los tres Poderes de la Unión, gubernaturas, alcaldías y congresos estatales.

 

               SE REQUIERE rescatar la escuela, dar presencia a los educadores, impulsar las escuelas para padres y madres responsables que gritan abiertamente "ya no ser que hacer con mis hijos". El Gobierno tiene que construir más escuelas para dejar de rechazar miles de señoritas y jóvenes que están deseosos de superarse profesionalmente. En todo el territorio urgen más escuelas primarias, secundarias, preparatorias, universidades, técnicas, agropecuarias, industriales, más unidades deportivas, más programas para los niños y jóvenes, más arte, más cultura, mejor prensa, mejor literatura, mejor música, mejor cine, mejor teatro, etcétera, etcétera; pero sobre todo, necesitamos ser mejores papás, mejores mamás y mejores profesores y profesoras. Lo demás, vendrá por añadidura. Educar -lo reitero- es salvar.

 

               PORFAVOR, hagamos algo ya, para dejar de recoger todos los días, decenas de cadáveres de niños, adolescentes y jóvenes que hoy llenan de luto a muchísimos hogares. El país no puede seguir desangrándose en esta carnicería infernal en algo que ya parece ser una triple celebración de 200 años de Independencia, 100 años de la Revolución y 3 años de una guerra más entre mexicanos que contabiliza hasta ahora 18 mil muertos. ¿Hasta cuándo y hasta dónde nos van a seguir lloviendo balas?

 

trabago49@hotmail.com            

elobservadorpolitico@hotmai.com

 

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