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921 04 Noviembre 2011

ANÁLISIS A FONDO
El presidente del desempleo
Francisco Gómez Maza
 
Las cifras ocultas del infortunio
Empleos callejeros, una bendición
 
C
iudad de México.-
Cuando Felipe Calderón se hizo propaganda para ganarle la presidencia al “peligro para México”, Andrés Manuel López Obrador, mucha gente le creyó aquella promesa de sería “El presidente del empleo”. Una vez que tuvo asegurado el poder, por obra y gracia del IFE y del TRIFE, o “haiga sido como haiga sido”, sacó las uñas, y el “empleo” se fue al basurero de la historieta.
 
Le pareció al michoacano que podría serle más rentable declararle la guerra a las bandas del narcotráfico y al llamado crimen organizado.
 
Los que votaron por él, presionados por el miedo de perder su trabajo, si llegaba el ogro de López Obrador, el maleficio de la izquierda, o con la esperanza de que, ahora sí, los infortunios se trocarían en fortunios, se quedaron peor que la novia de rancho: cogidos y abandonados.
 
En cinco años de la administración calderonista, no ha habido una política de empleo. De creación de puestos de trabajo, como no ha habido una política industrial, ni de comercio exterior. Si hubiera habido una política de creación de empleos, se habría logrado satisfacer la demanda de alrededor de un millón de nuevos puestos de trabajo cada año.
 
Las cifras son avasalladoras. Contundentes. Dramáticas. La sugerencia es verlas con calma para no encifrarse ni marearse. Son puras cifras, algunas podrían parecer ininteligibles, pero son las cifras del infortunio de los trabajadores.
 
Veamos con los datos del INEGI (Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática), una empresa estatal autónoma, dedicada a medir las variables de la economía, al segundo trimestre de este año de 2011, los más recientes. Ya pasó el tercero y aún no disponemos los simples mortales de las cifras.
 
La población total de México era a junio pasado de 113 millones 558 mil habitantes.
 
La llamada Población Económicamente Activa (la famosa PEA de la que hablan los economistas) era de 48 millones 919 mil personas. Es decir, aquéllos y aquéllas que están necesitadas de un puesto de trabajo. Hablamos sólo de la PEA. No, de la PNEA (Población no Económicamente Activa), que sumaba 34 millones 778 mil, de los cuales 6 millones 263 mil estaba “disponible”.
 
Aquellos y aquellas (y aquellitos y aquellitas) que gozaban de un empleo (no vamos a hablar de si estaban bien, regular o mal pagados) sumaban 46 millones 355 mil.
 
Los desocupados y las desocupadas sumaban 2 millones 564 mil. (1 millón 604 mil 725, varones, y 959 mil 375, mujeres).
 
Los desocupados y las desocupadas por condición de búsqueda de trabajo adicional era de 3 millones 851 mil. Con condición de búsqueda de trabajo: 395 mil 39. Sin condiciones de búsqueda de trabajo adicional; 3 millones 456 mil.
 
Y enseguida viene lo más duro.
 
La tasa de desocupación o desempleo llegaba al final de junio a 5.2 por ciento. Porcentaje engañoso porque supondría que sólo una mínima parte de la población estuvo desempleada. Pero no.
 
Ojo: La tasa de ocupación parcial y desocupación fue de 11.4 por ciento. Ya va apareciendo el peine.
 
La tasa de trabajo asalariado fue de 61.9 por ciento de la PEA. Las tres quintas partes fueron asalariados. El resto, con ingresos de otro tipo, entre ellos, los profesionales.
 
El porcentaje o tasa de subocupación: 8.3.
 
La tasa de condiciones críticas de ocupación: 11.1 por ciento.
 
Y para que vean que muchos empleados no la hacen con su empleo, la tasa de ocupación en el sector informal de la economía, aquéllos que tienen que poner un puesto en el mercado sobre ruedas, en el tianguis, en la vía pública: 28.9 por ciento. La tercera parte de los ocupados en el sector formal.
 
Ah, y otra cifra reveladora: El promedio de escolaridad de la Población Económicamente Activa (de esos casi 49 millones de personas de anotamos al principio de esta nota); ¡9.3 por ciento! Caramba. Esto es muy preocupante. Para qué está sirviendo entonces el “sistema educativo”. Por qué sólo una mínima parte de la población tiene acceso a él. Se explica entonces la sobrevivencia de tantos “ninis” (ni estudian ni trabajan).
 
Datos sólo para su información…
 
A desfondo: La presidenta de Manpower México, Centroamérica y El Caribe, Mónica Flores, dijo al periódico especializado El Economista que, a dos meses de que concluya el año, espera que éste cierre con una creación de entre 500,000 y 550,000 empleos, cifra menor a la registrada en el 2010, que dejó un saldo de 694,822 nuevos puestos de trabajo. “El dato es positivo, aunque no es suficiente; tenemos el reto histórico de generar entre 1 millón y 1 millón 200,000 empleos formales al año”, dijo la directiva. En los últimos años no se ha rebasado la cifra, aunque es “posible cambiar esa tendencia”, siempre y cuando se hagan cambios fundamentales en la educación, en materia de legislación laboral y en la seguridad, indicó.


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