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OPINIONES DE UN PAYASO
EL PIRATA Y EL LLANTO
Luis Valdez

culturalogoHace un par de años fue última vez que caminé por Veracruz para concluir unas jornadas de proyectos culturales. Fueron dos veces las que me convocaron a esa ciudad y, como mi proyecto contemplaba a un pirata que atracó en el puerto de Veracruz en el siglo XVII, aproveché para pedirle información a un maestre, sobre libros de piratería.
Recorrí los muelles, las cárceles, los fuertes… leí sobre armamento y estrategias militares.
Terminé la corrección de la novela un año después de que finalizara el proyecto. Confiado al ver que Conaculta publica libros regulares, porque a final de cuentas debe de cumplir con su responsabilidad institucional, mandé la novela. Que no cumple con los estándares institucionales del programa… vayan al carajo.
Este viernes por la noche pude escaparme a Veracruz. Bebí unas cervezas y en la madrugada terminé desayunando un mondongo (menudo, pancita, chilatole) a unas calles de los portales. Caminé las pocas calles hasta allí y a punto de amanecer me senté en el malecón a beber café, intentando tranquilizarme sabiendo que muy cerca de allí estaba el bar Laurent Graft. El negocio tenía este nombre en homenaje al pirata. Entonces, del malecón me arrastré todavía ebrio a los portales, y en la esquina del Sanborns me dirigí dos calles abajo. No encontré el lugar. Se suponía que estaba en una esquina. A media calle estaba el Teatro Clavijero… quise esperanzarme con la idea de que el teatro estaba una calle más, pero lo encontré. Me detuve frente a la puerta y recordé las muestras de danza y teatro que habían hecho en esas jornadas culturales. Entonces me dieron ansias por regresar a la esquina y confirmar qué carajos había pasado con el Bar Laurent Graft, que ahora tenía otro nombre, estaba cerrado y con una pegatina de negocio clausurado en la puerta.
Me di cuenta que en una novela, la realidad es muy frágil. Sobre todo si es historia clandestina y los pocos vestigios desaparecen. Uno espera cosas distintas del futuro. Uno cree que se merece lo que en realidad sólo sucede en dimensiones alternas.
No me gusta ser un maldito cursi, pero las lágrimas hacen lo que les venga en gana.

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