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Anular, opción tan legítima como votar por cualquier partido.

José Luis Berlanga
(texto presentado a título personal)

Como consejero electoral del IFE (distrito 7), baso mi actuación en el principio (constitucional) de la imparcialidad. Esto significa que no puedo inclinarme a favor o en contra de algún partido ni del modo en que la ciudadanía ejerce su voto. Es un principio que embona perfectamente con un esquema democrático. La imparcialidad favorece, por un lado, la coexistencia de la diversidad política, y, por el otro, la libertad de elección del votante.

Lo que sí puedo hacer como consejero es fomentar una cultura política democrática. Así lo marca la ley electoral. Y está muy bien, porque valores como el de la participación ciudadana son cruciales para la democracia. Participar es involucrarse en los asuntos públicos, interesarse por la política, sentirse parte de una comunidad. Por ello, el IFE promueve el acudir a votar (una forma de participar) y rechaza el abstencionismo (una manera de alejarse de las cuestiones públicas).

Así pues, a partir de estos dos elementos (imparcialidad y fomento a la participación electoral), fijo mi postura como consejero del IFE: la anulación del voto es una opción legítima, tan legítima como votar por el PRI, el PAN, el PRD u otro partido. El ciudadano, en ejercicio de su libertad, puede optar por emitir un voto partidario o antipartidario. No hay razón alguna para descalificar o condenar las opiniones y expresiones ciudadanas vertidas a través de las urnas, sean en el sentido que sean.

Más aún, la anulación del voto es una vía adecuada para incentivar la participación electoral y combatir el abstencionismo. En vez de que el ciudadano permanezca en casa, refugiado en su esfera privada, sale a votar (en este caso para anular su boleta), y de este modo alza su voz,  se hace visible, manifiesta públicamente su forma de ver las cosas, su percepción del actual sistema político en México, su sentir respecto a los gobernantes. Si los ciudadanos quieren expresar su rechazo y hartazgo frente a los partidos y candidatos, y en general frente a la clase política que tenemos, si desean enviarles un mensaje político contundente, si buscan presionarlos para que realicen transformaciones profundas en clave democrática, esto no debería merecer más que un absoluto respeto por parte del IFE. Muchas gracias.

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