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977 23 Enero 2012

Grandes obras viales, retenes engorrosos
Mario Clío

M
onterrey.-
El mismo gobernador, que con la mano derecha realiza obras faraónicas para que los automovilistas puedan llegar a sus destinos de la manera más eficiente, cómoda, rápida y segura; con la mano izquierda trastoca la vialidad generando caos y filas sorpresivas que nos roban en ocasiones más de 20 minutos en nuestros desplazamientos.

Hablo del gobernador del estado de Nuevo León, que en cuya entidad se han invertido cantidades millonarias en replantear la vialidad que el Huracán Alex destrozó en la primavera del 2010 y que hasta hoy los ciudadanos comenzamos a ver la real cosecha de nuestros sacrificios, generados por desviaciones y construcciones sobre el río Santa Catarina, y sobre las dos importantes avenidas que serpentean la zona metropolitana, del cabo al rabo, Constitución y Morones Prieto, arterias que convertidas en un nuevo Par Vial replantearon las reglas del sistema circulatorio en esas vías, motor del desarrollo metropolitano.

Es la primera vez en la historia del Río Santa Catarina que se tiene tanta actividad constructiva sobre su cause al mismo tiempo, no obstante que el río presume ya de dos puentes colgantes, el del Papa (anteriormente bautizado como San Luisito) y el puente Atirantado en San Pedro. La vialidad que por esas arterias circula, va del orden de los 20 mil autos en cada hora pico, por lo que sus conexiones a las arterias norte-sur-norte debieron cambiar dramáticamente.

El nuevo desplazamiento vial sobre este Par, hace que la posibilidad de su eliminación sea una idea sencillamente impensable. A pesar de que haya un grupo de detractores que se autocatalogan como urbanistas, pero a decir de su currícula, la palabra que más embona es “oportunistas”.

Pues ese mismo sitio, neurálgico en el tema de reconstrucción, y retador en el tema vial, se ha convertido en el lugar favorito para retenes sorpresivos de las autoridades policiacas, que buscan detectar y recuperar automóviles robados, vía cotejo de placas o folios en los motores, pero lo que no logran es ni evitar que se sigan robando, ni evitar que estos mismos operativos nos roben el tiempo, ahora sí, a todos los ciudadanos.

Si la mayoría de los ciudadanos no han sido víctimas del robo de su auto, con estos retenes, ya lo somos. Víctimas del robo del tiempo, de las citas, de los vuelos, de la productividad, de nuestras propias emergencias. Los autos detectados en estos retenes quizás vuelvan, pero los únicos que salen ganando ante estos operativos son las compañías aseguradoras, o las corporaciones policiacas al presentar ante sus jefes gráficas de recuperación con números a la alza, pero lo hacen sin dimensionar (ni tener el interés de hacerlo) el golpe a la productividad, que nadie mide y que lamentablemente subsidiamos todos los ciudadanos a manera de aportación hormiga. Y que quizás sea más costosa que los mismos autos recuperados.

La ciudad más limpia no es la que más barre, sino la que menos ensucia, y para mí como ciudadano, el mejor dato que pueda leer en una estadística de seguridad, no es precisamente el de recuperación de autos robados (porque eso no le quita la mala experiencia a quien fue víctima de un atraco), sino más bien, realizar acciones para evitar que los robos se consuman.

La contaminación de un mofle no se ataca por el escape. Atacar al dengue, no se logra con manotazos al aire contra cada mosquito, sino con acciones preliminares para que el zancudo ni siquiera nazca.

Bien por las obras viales en el estado, pero mal porque como quiera, estas no sirven de mucho si encontramos malencarados con chalecos antibalas estrangulando avenidas, cargando metralletas, buscando autos, que quizás ni pasen por ahí. Mal porque roban nuestra paz y tiempo.

www.marioclioescritor.com

 

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