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997 20 Febrero 2012

ANÁLISIS A FONDO
Muerte en las minas
Francisco Gómez Maza

Seis años, 63 enterrados en Pasta de Conchos
Otra herencia maldita de la irresponsabilidad

Ciudad de México.- Pasta de Conchos, otra herencia maldita del señor Calderón: ayer domingo 19 de febrero se cumplieron seis años de la tragedia en la que fueron sepultados vivos 65 mineros en la mina.

Fue el de ayer un día de luto, en el que se lamentó y se condenó la irresponsabilidad de las autoridades federales ante la inseguridad en que viven y trabajan los mineros del carbón.

Trabajadores mineros realizaron una protesta y una ofrenda en el zócalo de la Ciudad de México, recordando los seis años de la tragedia.

Los inconformes encendieron veladoras y colocaron 63 cruces en recuerdo del mismo número de mineros cuyos cuerpos no han sido recuperados.

La Familia Pasta de Conchos, organización que agremia a los familiares de las víctimas, que no ha cesado de luchar por la recuperación de los restos de las 63 personas que quedaron enterradas en los socavones de la mina, entregó su VI Informe titulado “Siglo XXI; El martirio en las minas del carbón”:

Un fiel reflejo de lo acontecido durante 2011 en la región carbonífera y en el devenir de la lucha de los mineros del carbón y sus familias por una vida digna.

Familia Pasta de Conchos da cuenta de una siniestralidad imparable: 30 mineros fallecidos el año pasado. No había tantos en la región coahuilense dese 2006, año de la tragedia en la mina 8.

El total de siniestrados desde 2006 es de 132. Los 65 mineros de Pasta de Conchos y 67 posteriores caídos en pocitos, tajos y minas subterráneas de carbón, plantas de beneficio y trasporte.
La organización Familia Pasta de Conchos no ha dejado de generar iniciativas ante la creciente siniestralidad.

El Informe divulgado por Pasta de Conchos muestra y es una conclusión obligada, y lo más decisivo, que el martirio en que viven los mineros del carbón y sus familias no es la última palabra, ni es lo definitivo.

Tanto en el plano nacional como en el internacional, se está librando una lucha por un mejor destino y una vida digna, expresada en la búsqueda de mejores condiciones de trabajo, una regulación ex profeso y una política pública que obligue a las dependencias responsables a encargarse de mejor manera.

El VI Informe da cuenta de las gestiones ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos del Sistema Interamericano, y ante la Organización Internacional del Trabajo, pero sobre todo da cuenta del empeño de los familiares, en ese caso de las familias de los mineros caídos en el Pocito 3, del municipio de Sabinas, Coahuila, por hacer justicia y lograr una decente reparación del daño.

Esta lucha está sentando precedentes: por primera vez en la historia de la región hay una mina clausurada, la Lulú, cuatro muertos en años sucesivos, y por primera vez hay un proceso penal, precisamente por el Pocito 3 de BINSA, que ya llevó a los responsables de la explotación en la mina, no a los ingenieros o supervisores, a estar detenidos en el Cereso.

La región carbonífera de Coahuila se ubica al norte del estado, en los municipios de Monclova, Escobedo, Progreso, San Juan de Sabinas, Sabinas, Múzquiz, Nava, Piedras Negras, Juárez e Hidalgo. Abarca una superficie de 21 mil 832.2 kilómetros cuadrados y comprende una población de 575,759 mil habitantes, de los cuales, cuando menos, 50 mil niños y adultos son mineros del carbón.

Muchos mineros trabajan en minas clandestinas y, por lo mismo, ilegales, que los dueños y las autoridades barnizan con el nombre de “minería artesanal”, como si se tratara de una forma inocente de elaborar dulces de leche, cuando en realidad son definidos en la misma legislación como “pocitos”, los cuales son un tiro vertical desde la superficie, que alcanza hasta más de 100 metros de profundidad…

Para darse una idea del peligro en los pocitos, el ingreso y egreso de los mineros, así como del carbón, se hace por medio de un tambo que sube y baja del fondo del tiro por medio de un malacate operado por un viejo motor de automóvil.

En la superficie se pone una estructura en forma de trapecio, que sirve para montar los cables guía para evitar que el bote golpee las paredes del tiro.

En la parte más alta del trapecio se ubica una persona que engancha y desengancha el bote para poder columpiarlo y hacer que el carbón caiga por una rampa.

En la profundidad del pocito se hacen los desarrollos para extraer el carbón. Los mineros trabajan con el cuerpo encorvado entre 8 y 12 horas diarias.

Se les paga a destajo, lo que significa que, a mayor escala en el riesgo, mayor ingreso semanal. Muchos tampoco están registrados en el Seguro Social.

Y lo más grave es que no tienen salida de emergencia…

analisisafondo@cablevision.net.mx

 

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