Nuevo León al garete
Hugo L. del Río
Monterrey.- Los narcobloqueos se organizan a pocas horas de la destitución del general Jaime Castañeda Bravo. El ahora ex secretario de SSP fue quien recomendó al tal Gerónimo Miguel Andrés Martínez como alcaide del penal de Apodaca.
Fueron los zetas quienes cerraron algunas calles a la circulación. ¿Era una protesta por la defenestración de JCB? Si fue eso, no valía la pena.
El cambio de gendarme número uno lo vemos con mucho recelo. El divisionario Javier del Real Magallanes es hombre de las confianzas del mero mero petatero de la SSP federal, Genaro García Luna.
En un país serio, GGL estaría hace rato tras las rejas. Pero, bueno, este es nuestro México lindo y querido.
El general Del Real tendrá que trabajar duro y ofrecer buenos resultados al grito de ya para deslindarse del siniestro García Luna y ganar la confianza de la sociedad.
Nos piden que no hagamos caso de las narcomantas. Tienen razón: el prietito en el arroz es que la azulada tardó cosa de una hora en retirarlas. ¿Por qué, si eso se hace en minutos? ¿Tenían los policías instrucciones de dejarlas para que todos las vieran?
Por lo demás, si los zetas no mandan en Nuevo León, por lo menos sí participan en la toma de decisiones que nos arruinan la vida.
Pero no porque, como aseguran, le dieron 20 pinches millones de dólares a Rodrigo Medina para su campaña. Nuestro joven gober se gasta esa irrisoria suma en diez días de propaganda personal, cuatro desayunos y un vuelo, no se las pongo lejos, a San Antonio.
Es lo mejor que puede hacer RM: los nuevoleoneses olvidaremos en unos días la matanza-graciosa salida de Apodaca, como ya borramos de la memoria colectiva la tragedia del Royale.
Les dolió al buenazo de Rodrigo y a su partido la regañada que le dieron los ipecos. Claro: ellos son los que mandan. Y no de ahora. Nuevo León ha sido siempre su comarca.
No sé si nuestro estado es ingobernable, lo que sé es que Medina no manda.
Si nuestros millonetas hablan con Calderón, quizá lo convenzan para que se declare la desaparición de poderes.
Por lo pronto los malos amplían sus bases de dominio: al secretario Del Real ni tiempo le dieron para calentar el sillón: cinco muertos en Apodaca y otros más aquí y allá.
Don Javier: con los elementos que tiene a su mando está labrando no sólo su fracaso, sino tal vez su destitución.
Pie de página: el 26 de febrero de 1802 nació Víctor Hugo. Sus novelas se siguen leyendo. Por cierto, realmente nos hace mucha falta un policía como Javert.
