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1032 9 Abril 2012

ANÁLISIS A FONDO
De promesas a vergüenzas
Francisco Gómez Maza

Daños colaterales de la semana santa
Contienda para ser amo, no empleado

Ciudad de México.- Los candidatos presidenciales sólo van en busca del poder; en busca de instalarse como amos, como “gobernantes”.
Ninguno se da cuenta de que contiende para ser empleado (muy bien pagado) de los ciudadanos que votarán por él o por ella, y de todos los que habitan este territorio del planeta llamado Tierra, conocido como México.

Cada uno de los aspirantes sólo promete que hará esto y aquello. Pero no les pregunta a los ciudadanos qué es lo que quieren, qué necesitan, qué ordenan que se anote en la agenda. No los toman en cuenta.

Josefina Vázquez Mota, del PAN, lo corroboró ahora que estuvo a desayunar en los puestos de comida del poblado de Tres Marías, a la orillas de la supercarretera que va del Distrito Federal a Cuernavaca.
La candidata albiceleste sólo respondió con evasivas a la universitaria que tiene que freír quesadillas para costearse sus estudios. Y la panista desató la ira de los lugareños. Ni un voto para el PAN, le restregaron en la cara. Además de que fue a meterse a la cueva del lobo, porque Tres Marías es territorio de la izquierda.

Al respecto, podríamos concluir que el candidato (la candidata, para no herir la susceptibilidad de las mujeristas, que no feministas) de la semana, por su inmadurez política, su falta de oficio, sus graves equívocos, su carencia de asesores, de estrategia de campaña, y por la burla de que es objeto en esas mal llamadas redes sociales (que mejor debería ser llamarlas consultorios siquiátricos, en donde se “terapean” soledades, ansiedades y protagonismos), fue la señora Vázquez Mota. No sólo por el ridículo en que quedó ante las quesadilleras de Tres Marías…

El vahído del día del segundo sismo fuerte (el 20 de marzo), el ridículo de Tres Marías y los trascendidos de que habría podido ser “bajada” de la candidatura del PAN, lo que de haber sido cierto habría confirmado la debacle panista, fueron aprovechados por sus adversarios para cuestionarla y, sobre todo, denostarla, hacer escarnio de ella. Pero ella y sus propagandistas se lo buscaron. Y se lo seguirán buscando porque, según ella, su estrategia es la correcta.
Es que muchos ciudadanos están ya cansados de puras promesas huecas, que al pasar del tiempo se convierten en puras vergüenzas.
El camino del infierno está empedrado de buenas intenciones.

Otro tanto puede decirse del candidato de las llamadas Izquierdas, Andrés Manuel López Obrador, y del candidato del, podríamos decir, “centro”, del PRI-PVEM, Enrique Peña Nieto. Ambos prometen, pero no proponen, no le preguntan a los electores qué quieren, qué necesitan, como aspirantes a empleados de los ciudadanos.
Peña Nieto firma compromisos en público y ante notario público. López Obrador también hace promesas en público, aunque no las firma…

Pero lo más grave de todo es que quienes votarán –¿qué le gusta: 30 o 35 millones de los aproximadamente 80 millones inscritos en el padrón electoral?– lo harán por simpatía, por filiación partidista o por inercia, y no por un ejercicio de reflexión basado en la información real, en la palabra verdadera, en propuestas consensadas entre los candidatos, partidos e integrantes de esa otra mítica e inexistente sociedad.

Además, una vez votado el candidato que asumirá la presidencia de la república o cualquier puesto de elección, quienes votaron a su favor y quienes votaron en su contra no tendrán ya ninguna otra opción. Y el elegido, una vez cruzado con la banda tricolor, los desconocerá. No los representará. Asumirá el papel de dueño, de patrón, de cabeza de un Estado inexistente, de un gobierno fantasioso, creado por los grupos poderosos –la oligarquía, le llamaban los griegos– para manipular a los ciudadanos y defender los intereses de los ciudadanos de las clases poderosas, dominantes.

Los ciudadanos serán desconocidos, como lo han sido históricamente por todos los gobiernos. Los ciudadanos no tendrán más opciones de decir su palabra. Y menos, una vez hecha gobierno su elección, de fiscalizar, y menos de revocar el mandato de su representante. 

Esta reflexión derivó al observar, desde la barrera, en el recogimiento del silencio de la meditación, el comportamiento de los candidatos durante la celebración de la semana santa, que dejó a su paso una estela de trivialidades, equivocaciones, promesas que se convertirán en vergüenzas, poca crítica seria, analítica, y una catarata de burlas y escarnio a costa de los candidatos presidenciales, sobre todo en las llamadas redes sociales, en la que muchos ciudadanos desahogan su inquina, su resentimiento, su odio contra el adversario o los adversarios del candidato de su preferencia. O maximizan las virtudes de su preferido.

Y le aseguro que así trascurrirá toda la campaña política mexicana.
Los ganadores, en estos tres meses, serán los encuestadores, los fabricantes de espectaculares, de pendones, de estandartes, de mantas de apoyo, de gorros, banderines y toda esa suerte de basura electoral, algunos trasportistas, los distribuidores de comida rápida, de canapés, de café etcétera. Estos harán su agosto.

analisisafondo@cablevision.net.mx

 

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