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1052 7 Mayo 2012

 

LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO
Telecracia en su apogeo
Edilberto Cervantes Galván

Monterrey.- Cuando el televisor empezó a ocupar un lugar destacado en la sala de la casa, después en las recámaras y más tarde hasta en la cocina, hubo voces de alerta sobre el impacto negativo que tendría en la cultura y gustos de la población debido a la baja calidad de los contenidos. Hubo quien denominó al televisor como la “caja idiota”.

De allí, la telecracia se encontraba a un paso. Con base en técnicas de comunicación se ha logrado influir en las formas de pensar, de vestir, de hablar y sobre todo que el televidente perciba que todo lo que se transmite por la televisión es verdad, sin dar lugar a opiniones disidentes.

Se ofrece una programación con un nivel intelectual mínimo, con el propósito de evitar el razonamiento o el pensamiento crítico. Lo más lamentable es que se ha llegado al punto de la paradoja o del éxito, ya que ahora son los propios televidentes quienes reclaman ese tipo de programación; con esto se cierra un círculo vicioso.

Un aspecto básico en la implantación de la telecracia es el fomento masivo de la televisión. Se recuerdan de la promoción comercial que el presidente Calderón y los comerciantes bautizaron como el Buen Fin; en esa super-venta los artículos más comprados fueron los electrónicos y entre ellos las pantallas y aparatos de televisión. Antes de la celebración de las olimpiadas o del mundial de futbol se ofrecen grandes rebajas en la compra de televisores.

Se desincentiva cualquier tipo de ocio alternativo (excepto si implica consumo), se desestimula especialmente la lectura. Esto se hace promocionando todo tipo de espectáculos, vacíos de contenido, pero muy llamativos en su forma. Se fomenta la práctica de ciertos valores negativos en la sociedad: el consumismo y el individualismo, entre otros.

En el proceso electoral de 2006, las dos grandes cadenas de televisión dieron espacio abierto a la guerra sucia política sin importarles violar la ley. Con la publicidad del IFE, la propaganda de los partidos y candidatos y los pagos de los promotores del lodazal político, las televisoras hicieron indudablemente un gran negocio. Así como las dos televisoras dominan la televisión abierta, también lo hacen en las frecuencias de radio, además publican revistas que promueven a sus estrellas y contenidos.

La reforma electoral del 2007 fue diseñada casi especialmente para limitar o contener la gran influencia de la televisión y su uso con fines de golpeo o favoritismo político. Por ello es que no son pocos los conductores de noticieros de televisión y comentaristas que se la  pasan criticando al IFE, promoviendo la confusión y encontrándole innumerables fallas a la Ley. Se dicen sorprendidos por las nuevas disposiciones de la Ley, la cual debieran conocer desde 2007, si realmente les importara el proceso electoral.

La decisión de Televisión Azteca de no transmitir el debate entre los presidenciales y en su lugar pasar el juego de futbol ha dado lugar a múltiples comentarios: que se trata de un desafío a la autoridad o de un abuso producto de la prepotencia. El dueño de Televisión Azteca dijo que él iba a pasar el futbol y que quien quiera ver el debate que lo haga sintonizando Televisa. 

Un prestigiado analista de medios y política ha señalado que en lugar de tratarnos a los mexicanos como ciudadanos, las televisoras nos tratan como consumidores. Además dice que la señal de televisión es un bien público que se ha concesionado a dos hombres de negocios, pero que éstos no son dueños de la misma, son meros concesionarios.

El IFE decidió no ejercer la posibilidad de solicitar a la secretaría de gobernación un enlace en cadena nacional, con lo que se hubiera zanjado el asunto.

Así que nos dejaron pocas opciones, si actuamos como meros consumidores tenemos la opción de decidir cuál es el orden de nuestras preferencias: futbol o debate. Si actuamos como ciudadanos debiéramos preferir el debate.

La tercera opción es apagar la televisión y optar por otro medio para informarnos de lo que pase en el debate y en el juego de futbol. Allí está la radio y tal vez leer alguna crónica en los periódicos el día después.

La imagen y las capacidades histriónicas de los presidenciales no son lo importante, lo realmente relevante son las propuestas y los argumentos.

 

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pq94

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