Suscribete
 
1052 7 Mayo 2012

 

Voto mexicano en el exterior
Samuel Schmidt

Los Ángeles, California.- En una reunión de migrantes en Los Ángeles, planteé que en Argentina hay más gallegos que en Galicia y a ningún gallego argentino se le ocurre tratar de ser diputado en Galicia; luego entonces, ¿por qué los mexicanos en Estados Unidos insisten en conquistar ese tipo de posición?

Un duranguense se levantó y respondió con voz muy fuerte: porque el que paga manda. La verdad es que el migrante mexicano ni paga ni manda, aunque esa idea empiece a arraigarse entre ciertos líderes.

Que la remesas salvan a la economía nacional, es cuando menos falaz, salvan a muchas familias de la pobreza más ignominiosa, lo que no es poca cosa, ayudan a estabilizar la macroeconomía, lo que tampoco hay que tomar a la ligera, pero permiten que el gobierno mexicano evada su responsabilidad para generar estrategias de desarrollo para mantener políticas populistas que refuerzan el paternalismo, mientras permite que entre disfrazado de dinero limpio dinero que no lo es tanto. Las cifras de empleo en Estados Unidos no coinciden con las remesas. Mientras que Estados Unidos sostiene que ha logrado frenar por completo la migración, medalla que Calderón intenta ponerse, las cifras de las remesas crecen a una velocidad más acelerada que la economía china.

Para algunos activistas la promoción del voto se ha convertido en algo importante, algunos la han convertido en su modus vivendi, así que su actividad no es del todo caritativa. Mientras los activistas promueven ese derecho reclamado por las mayorías, la sociedad no reacciona con mucha emoción ante esta idea, como muestran los números.
Los registrados para votar no llegan a 60 mil y algunos se registran y no votan. Si solamente en Estados Unidos hay más de 20 millones de mexicanos, debemos preguntarnos por qué no acuden en tropel a registrarse y posteriormente a votar.

Parte de la explicación está en las reglas. Muchos no tienen credencial de elector, pero si la tuvieran no hay garantía de que voten, como no la hay en México, donde la credencial de elector es una cédula de identidad y donde la abstención es elevada. Antes de existir este documento el porcentaje de personas que se abstenía de registrarse era elevadísimo. Pero además, por qué suponer que los migrantes irán a votar para influir en un país que los expulsó por falta de oportunidades y donde no se podía/puede influir. ¿En qué van a influir ahora si votan?

Para algunos el proceso de registro es complicado, para otros es caro, y otros especulan, que la gente no va a votar porque la migra los está esperando para detenerlos, aunque el voto sea por correo.

Otra explicación está en la cultura política. En Estados Unidos se argumenta que para influir y exigir hay que votar, lo que no es del todo cierto, pero es una buena consigna para desmovilizar a la gente, pero la invitación a votar es en México, donde con el voto no se influye y ya forzado, no sirve para nada en virtud del desdén por las opiniones sociales de los partidos políticos, y para los que viven allá de poco les vale ese voto para cambiar su vida en el exterior.

Si se sabe de antemano que habrá una respuesta baja, como la que se dio en Michoacán, ¿para qué promover el voto?; ¿quién está interesado en esa promoción?; fuera de la demagogia, ¿qué utilidad tiene todo ese esfuerzo?; ¿acaso se justifica el dinero gastado en esa promoción?; ¿cuánto se gastaron?

Tuve la oportunidad de recibir en Los Ángeles a una funcionaria del IFE, cuya tarea es la promoción del voto; le comenté que la gente quiere una credencial de elector, ¿podía ella darla? Respondió como era esperable que no, pero no supo responder a mi pregunta de qué hacia ahí entonces, si no respondería a la principal demanda social.
Parece estarse creando una capa de profesionales por el voto. En pro de la transparencia tan necesaria en México; debemos saber si cuentan con un sueldo y si lo tienen, ¿quién lo paga?

La función de las instituciones es facilitar la intervención social. El IFE debe asegurar que se pueda sacar una credencial fácilmente, pero no debe intentar organizar a la sociedad. Cuando los funcionarios viajan a tratar de convencer a la sociedad de que cumpla con su opción de elegir representante, es o porque no tienen nada mejor que hacer, o tienen que gastarse el presupuesto, o sienten paternalistamente, que la sociedad requiere de su guía para satisfacer sus derechos. Pero lo que domina es el silencio societario.

El voto es un derecho que se extienda a todas partes, se facilite ejercerlo. Así de sencillo.

 

Su nombre :
Su correo electrónico :
Sus comentarios :

 

pq94

La Quincena N?92


15diario.com