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1064 23 Mayo 2012

 

Señas de fraude
Nora Carolina Rodríguez

Monterrey.- Iba… iba a venir un candidato a alcalde de un municipio conurbado a la colonia donde vivo. De más está decir cuál es… La historia es una que se repite en cualquier lugar, en cualquier estado… Mi vecina me invitó para “platicar” con el candidato.

Nosotros teníamos planeado hacer algunas labores de jardinería, y le dije que cuando llegara el señor, yo iría para allá.

¿Viste la película de Calzonzin Inspector? Pues haz de cuenta…. La vecina amaneció (literalmente, a las 7 am ya había hecho el quehacer de su casa y estaba barriendo la calle y echando agua en el pavimento) entrotada esperando que llegara la hora. 

Otra vecina que vive a tres cuadras de ahí, a las 10 en punto: bañada, maquillada y arreglada, ya estaba presente.

Especulaban la anfitriona y su marido si tendrían que preparar un café para ofrecer a los vecinos o si el candidato traería algo. A eso de las 10:30 am llegó una camioneta a su casa y alucinamos que enviaban el almuerzo, sillas, mesas. Nada, era algo de mensajería que previamente ella había solicitado.

Ella acomodó unas sillas en su cochera, mientras nosotros podábamos un poco nuestro encino, y el área se empezó a llenar.

Llegó una vecina, la  más leida, con un escrito de peticiones para el candidato. Me acerqué y lo leí; vaya, sólo tenía un error de ortografía: decía consiensia…. Se los firmo, pensé, a ver quién lo cumple.

En casa tuvimos tiempo suficiente para cortar ramas, ir a tirarlas, bañarnos, almorzar y tomar café.  Y el candidato, ni sus luces. Como dice la canción de Sabina, nos dieron las diez y las once, las doce… Y nunca llegó el candidato. Cerca de las doce llegaron 5 hombres de la avanzada; bueno, pensé, ahorita llega. Pero les llamaron a sus teléfonos celulares y se fueron, se subieron a las camionetas y presurosos, dijeron que al rato llegaba el candidato, que iban por él.

Mis vecinas ─después me contaron─ se pusieron tristes, una hasta se enojó y decidieron ir a buscarlo. ¿Apoco no iban a poder entregarle el pliego de peticiones firmado?

Me di cuenta de la corredera, pero me dije: ni aquí quería verlo, menos ir a buscarlo. Finalmente el interés ─me parece─ debe ser de él, no de la comunidad.

El señor de la casa se quedó y me acerqué a decirle que me daba mucha risa saber que el candidato no llegó. Con cara muy seria me preguntó: ¿por qué? Lo que pasa, dijo a manera de explicación, es que ellos no están bien coordinados. Los que traían al candidato no les llamaron a los que llegaron aquí.

Bueno, ahora resulta que hasta los disculpan.

Al rato regresaron mis vecinas todas asoleadas pero contentas: vieron al candidato y les regalaron una bolsa (que llamaron rede) y unos artículos promocionales dentro. Y lo que más les gustó fue que le entregaron el pliego petitorio. ¿Adió?; tanto trabajo para que el tal pliego no se entregara.

Una vecina dice que ella le comentó que van a votar por él, porque es el PRI y ella sabe que va a ganar la alcaldía, pero para presidente votarán por AMLO; otra dijo que ella le pidió una toma de agua para regar los jardines comunitarios, porque tiene que acarrear agua con una cubeta.

Dicen que uno de los que lo acompañaba les dijo que “para que fueran agilizando los trámites de sus peticiones, les pedían una copia de sus credenciales electorales”.

¿Qué tal?

No hubo poder humano que las hiciera entender que no era conveniente darles copia de sus credenciales.

Las van a afiliar al PRI. –Que no.

Van a votar con sus nombres.  –Que no.

Van a hacer mal uso de sus credenciales.  –Que no.

¿Cuándo menos les van a dar un dinerito? ─¡Noooooo!

No, si por eso a ti no te pedimos tu credencial, porque eres bien desconfiada, me dijo la vecina.

Efectivamente, le contesté, soy muy desconfiada y más del PRIAN, despídanse de su voto a AMLO: así van a hacer el fraude.

Cómo quisiera estar equivocada.

noracarolina@gmail.com

 

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