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1067 28 Mayo 2012

 

La sociedad civil planetaria
Hugo L. del Río

Monterrey.- Cada cinco segundos un niño muere de hambre o desnutrición. Todos los días cien mil personas fallecen por las mismas razones. Éstos son algunos de los datos que difunden Eduardo Galeano, Baltasar Garzón, Ernesto Sábato, Jean Ziegler, William Goodman, Jean Mariner y otros catedráticos, intelectuales, activistas sociales o periodistas de media docena de países.

En un video que le está dando la vuelta al globo, los irritados mayores le quitan el antifaz al gobierno invisible que rige los destinos del mundo.

Son los neoliberales de la globalización, cuya ideología es el genocidio; su filosofía, el beneficio máximo; y su política, la promoción del terrorismo.

El cártel global impuso el miedo: aunque el trabajo vale menos que la basura y el capital financiero le niega al hombre el derecho a la dignidad, la posibilidad de perder el empleo angustia a miles de millones en todos los rincones del planeta.

Y todavía hay algo peor: el pavor de no conseguir una plaza.

La oligarquía global no se anda por las ramas: no es muy sentimental, que digamos. Emplea mano dura para someter a sus esclavos y reprimir el descontento.

La tortura, dice Galeano, siempre se practicó, pero no se predicaba como ejemplo. Ahora sí: sólo que le cambiaron el nombre. Ahora se le dice apremio ilegal.

Los mastines al servicio de la élite del poder apresan al azar y martirizan no por sadismo: es su mecánica para enfermarnos de espanto. Casi todas sus víctimas son inocentes: castigar a los culpables no tendría caso. La difusión de sus perversiones es parte de la política del horror: si esto le hicieron a quien no sólo no cometió delito sino que ni siquiera criticaba al sistema, qué no harán conmigo.

Hoy, las armas que emplean los ricos que cada día son más ricos contra los pobres que cada día son más pobres son la represión, que incluye, desde luego, la tortura; el hambre, el desmantelamiento de los servicios de salud, el deterioro de la educación, el desgaste o cooptación de los sindicatos de asalariados.

El derecho de huelga ya no existe: el trabajador perdió la espada y el escudo: le quedan los puños.

Dice Sábato: hay que resistir. Sostenerse en pie ante la embestida de estas fuerzas tan poderosas es, ya, per se, una victoria.

El que resiste, está ganando.

Y, nos recuerda Ziegler, en esta larga noche nació una criatura que está creciendo y gana potencia: la nueva sociedad civil planetaria.

La guerra entre ellos y nosotros comenzó cuando un hombre despojó a otro de su mísero condumio. Hoy, el combate es más rudo: hemos perdido todas las batallas, pero ganaremos la última.

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Así son y ni modo. Don Juan M. Dabdoub Giacomán escribe (El Norte, sábado 26) que el presidente Barack Obama debió consultar el diccionario de la Real Academia Española antes de expresar que no tiene nada en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo. Ah, pos qué güerco éste.

 

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