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1067 28 Mayo 2012

 

El regreso de la caja idiota
José Ángel Pérez

Desgraciados los pueblos donde la juventud no haga temblar al tirano.
Juan Montalvo

Monterrey.- Pertenezco a una generación que creció con la televisión; yo la llamo generación analógica. Recuerdo con nostalgia que allá por los sesentas, después de haber asistido a la escuela y de haber ayudado en los quehaceres del hogar, nos amontonábamos en el piso de la sala de la casa del riquillo del grupo para ver la televisión.

Cuando esto no era posible había la opción de ver la tele en un domicilio en el que pagábamos veinte centavos por ver programas entretenidos como: El Llanero Solitario, Tiro Loco Mcgraw, El Gran Chaparral, Bonanza y muchos más. Después llegaron a la televisión producciones locales como Los Vips y Muévanse todos. También veíamos programas de México como Siempre en Domingo, El Juego de Juan Pirulero; más tardeTelevisa nos impuso “la saga de Chespirito” y tantos más.

Durante los sesentas y principios de los setentas existía una profunda división entre la cultura escolar y la televisión. El mismo magnate de lo que hoy es Televisa Emilio Azcárraga Milmo llegó a expresar ante las críticas a la banalidad de la programación televisiva: “Yo no hago televisión para educar, mi misión es la de entretener”.

Ante el concepto de una televisión entretenedora, surge durante los setentas el concepto de una televisión embrutecedora, llegándosele a conocer como “la caja idiota”; caja porque los aparatos de televisión se basaban en las imágenes formadas en una pantalla por millones de electrones bombardeados por un cañón, un cinescopio; esto ocupaba mucho espacio y el aparato se convertía en una enorme caja. Lo de idiota se decía por la pobreza de los programas.

Ya durante el último cuarto del siglo pasado, en la televisión oficial se comenzó a producir algo de calidad. A nivel local surge una televisión educativa impulsada por gente como el profesor Ismael Vidales Delgado. Cursábamos la escuela normal básica cuando se empieza a considerar la televisión como un versátil recurso para la educación aunque este concepto sólo era apuntalado desde los centros educativos que competían, como ahora, en circunstancias desiguales con los poderosos consorcios de la televisión de paga.

Los últimos acontecimientos políticos en nuestro país han evidenciado una vez más la pobreza de las producciones y de los productores de televisión. Este medio se resiste a dejar de ser la caja idiota e idiotizante, apuntalado por periodistas mercenarios que obedecen las consignas que les imponen los dueños del poder y del dinero. Resulta tedioso y un insulto a la inteligencia leer las columnas o ver los programas de Ciro Gómez Leyva, de Joaquín López Dóriga, de Héctor Aguilar Camín, entre otros más de cuyos nombres mejor no me quiero acordar.

Ante este contexto es que resulta altamente alentador y esperanzador el resurgimiento de una juventud crítica, una juventud digital, una juventud que se mueve y se comunica libremente por el ciberespacio en el cual encuentra un medio para expresar su repudio a las políticas impuestas desde la caja idiota.

En las redes sociales se observa una nueva generación que exige espacios de participación, que exige oportunidades laborales y una nueva cultura política. Que exige líderes sensibles y capacitados. Una juventud que está harta de que se le ofrezcan sólo productos chatarra inflados por la publicidad.

 

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