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1076 8 Junio 2012

 

ANÁLISIS A FONDO
Tal para cual
Francisco Gómez Maza

Tercer Grado, ¿periodismo o “derecho procesal”?
La valoración de una especialista en telecracia

Ciudad de México.- La valoración ¿más justa? que escuché, la noche del miércoles, sobre el programa Tercer Grado: “Tal para cual”, juicio proferido por una televidente ─doña Josefita─ que soportó toda la comparecencia de Andrés Manuel López Obrador ante un grupo de periodistas de Televisa y el diario Milenio Hoy. Tan malo el pinto como el colorado, dijo sin miramientos.

Me arrimé a una funeraria a darles el pésame a unos amigos que perdieron a su padre, amigo mío de toda la vida. Y entre los encuentros con colegas de antaño, que no veía desde que era un mozuelo esbelto, sin la panza, las canas y las arrugas de ahora, escuché las más disímbolas opiniones del programa por el que desfilaron, antes que el candidato de las izquierdas, Felipe Calderón, su candidata incómoda, Josefina Vázquez Mota, y Peña Nieto. Pero doña Josefita fue más contundente e interesada en los asuntos de la política.

Lo relevante de la emisión del miércoles 5 de junio no fueron las evasivas de López Obrador, ni sus declaraciones cortadas por sus “entrevistadores” (entrecomíllelo, licenciado. Luego le digo por qué). Claro. El hombre se defendió como gato bocarriba, me dijo Josefita, asidua televidente, dedicada de oficio al monitoreo de medios electrónicos para su jefe de una consultora de medios. Lo relevante fueron las preguntas no preguntas, agregó.

Cómo que no preguntas, la interrogué sorprendido, aunque ya estaba consciente de por dónde iba con su olímpica afirmación. No. No fueron preguntas, me respondió. Fueron inquisiciones, machacando la palabra con su tono vocal. Un grupo de inquisidores intentando linchar, condenar a la hoguera a un personaje del desagrado total del medio televisivo que produce y difunde Tercer Grado.

Y fue más dura: todo el programa, soltó, fue una especie de spot de guerra sucia. Sólo que, en el caso, con la colaboración del acusado. algo como un juicio con acusado, acusadores, juez, jurado y verdugo, pero sin abogado defensor. Nueve próceres, intentando burlarse de un solo hombre. Una especie de nueve carniceros que lo que único que deseaban con saña era ver correr la sangre del “Sr. López”.

Pareció que lo único que querían los inquisidores era  quemar vivo al hombre, agregó mi entrevistada. Un jurado que lo único que pretendía era dictar sentencia condenatoria; de periodistas tenían lo que yo tengo de cocinera. Me endiabla entrar en el cuarto de cocina y pensar qué voy a preparar para que el vago de mi marido engulla. Entiendo ─afirmó muy académica─ que periodismo que no plantea preguntas incómodas no es periodismo. Pero hay una distancia abismal entre un pregunta incómoda de una acusación muy cómoda, y muy a modo, agregó.

Los nueve “periodistas” –sí, escríbelo entre comillas– de Televisa y Milenio actuaron de voceros  de los enemigos del Peje; de quienes lo consideran un peligro para México y que harán hasta lo imposible porque no llegue a la presidencia, acusándolo hasta del embarazo de Chuchita.

Pero también tengo para López Obrador. El Peje también tuvo lo suyo, me sorprendió la señora analista de medios electrónicos. También él mostró el cobre; se presentó como un marrullero de marca, un integrista que posee la neta. Con su sonrisita amorosa, les hizo el juego a los “periodistas”, y creyó que los engañaba con sus evasivas, con su sonrisita amorosa, con su discurso trillado, hablando de un “cambio verdadero”, pero que nunca ha explicado claramente en qué consiste, se alargó doña Juanita.

Ah, chingaos, exclamé a mis adentros. Ya estaba seguro de que la analista de medios electrónicos era ferviente partidaria del PRD, del PT, del Movimiento Ciudadano, de Sin Maíz no hay País, de Honestidad Valiente, de Proyecto Alternativo de Nación, de No nos vamos a dejar, del Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo, del Movimiento en Defensa de la Economía Popular, y de Morena (Movimiento de Regeneración Nacional), organizaciones propagandistas de López Obrador.

Pero no. Doña Juana siguió lanzando severos cuestionamientos a López Obrador por su participación en Tercer Grado: Me molestó  ─dijo la doña─ eso de que todos en el establecimiento están preparando un megafraude. Yo sí creo que las elecciones son un fraude, un engaño; un mecanismo ficticio para justificar el mantenimiento del poder en manos de los políticos. Para que no muera la dinastía de gobernantes, jefes, autoridades, y toda la fauna del sistema, mediante la manipulación y el sojuzgamiento de la población, me dijo. Y quedé estupefacto.

Mire, licenciado. Si Andrés Manuel López Obrador  está seguro de que Calderón, Peña Nieto, el IFE, el “Trife” y hasta la Suprema le harán fraude, para qué se mete en camisa de once varas. Que los deje solos y se vaya a seguir organizando a sus huestes para tomar el poder al estilo de las “revoluciones” del Medio Oriente, pacíficamente. Porque la democracia es un mito genial para cambiar sin cambiar. Se puede, don Francisco. Se puede. Hay ejemplos muy significativos. Si tiraron a Kadafi…

Pero a mí me pareció que López Obrador lo que quería era aprovecharse del tiempo que, si no fuera para llenar su Tercer Grado en periodo electoral, Azcárraga Jean jamás le habría otorgado. Imagine los millones de pesos que habría dejado de depositar en sus cuentas bancarias con un programa de más de una hora. Para exhibirlo como un peligro para México, como un iluminado, como un mesías tropical, como un personaje que aún no decide si quiere ser la imitación del Moisés encolerizado del Viejo Testamento, o el Jesucristo que manda amarse los unos a los otros.

Como que el señor López Obrador lo que más pretendía era echar imagen, remató doña Juana.

Confiésoles que mejor me fui a casa, me revestí y me eché en los brazos de Morfeo. Ya ni tomé mi acostumbrada infusión de anís estrella…

analisisafondo@cablevision.net.mx

 

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