Suscribete
 
1078 12 Junio 2012

 

Ojo con el acelere
Hugo L. del Río

Monterrey.- Escribe John dos Passos, me parece que en Manhattan Transfer, un alucine propio de la época: “La Guardia Roja avanza por Manhattan”. Es novelista y tiene talento: aprovecha la ficción para denunciar algunos de los abusos y crímenes de la plutocracia, y pintar su raya ideológica.

Es correcto.

No puedo decir lo mismo de los muchachos o no tan muchachos quienes al calor de la contienda política han puesto a circular esa peligrosa consigna: “Si hay imposición habrá revolución”.

Las palabras nunca son inofensivas: según el mensaje, pueden ser como una espada en manos de un niño ciego. Y para no hablar mal de estos acelerados, con quienes coincido en muchos puntos, me limitaré a decir que en política son invidentes e irresponsables.

¿Tendrán una idea de lo que es una guerra, civil o extranjera?

El movimiento armado que estalló en México en 1910 enlutó a cientos de miles de familias, fue pretexto para por lo menos dos intervenciones militares norteamericanas y devastó al país en tal forma que fue hasta 1929 que nuestros mayores pudieron iniciar la tarea de reconstruir a la nación.

Sí: yo también vi muchas veces “El acorazado Potiemkin” y me sigue emocionando la escena en la que los fusileros se niegan a ejecutar a sus compañeros amotinados y disparan contra los oficiales.

Pero eso fue en 1904 o 1905 y es hasta 1922 cuando se consolida el poder de la Revolución Bolchevique. Y si los Ejércitos Rojos pudieron vencer no sólo a los blancos sino a los contingentes expedicionarios de casi veinte países fue debido al clima y la extensión de Rusia, a su densidad de población y al carácter y temperamento de ese gran pueblo.

Por Dios: hay que pensar antes de hablar.

Los gringos tienen a miles de soldados en Iraq y Afganistán, a miles de kilómetros de distancia de “la patria de los valientes y los libres”.

Y aquí, a socapa del narco, ya prácticamente se adueñaron de los centros de decisión, al tiempo que infiltraron a las fuerzas armadas, las agencias de Inteligencia y las corporaciones de policía.

¿Se van a quedar con los brazos cruzados si los de corazón ardiente y cerebro despoblado se ponen en plan de redentores en armas?

Nuestros buenos vecinos todavía se estaban dando de madrazos con los ingleses cuando pusieron a punto su plan para adueñarse de México.

En el camino, los socios tropezaron primero con su Guerra de Secesión,  luego con la Guerra Alemana de 1914 a 1945, Gran Depresión en medio, y posteriormente con el equilibrio de fuerzas creado por la poderosa Unión Soviética.

¿Qué nos salvó: el destino, la Providencia, la Virgen de Guadalupe?

Averígüelo Vargas. Escribe don José Fuentes Mares, historiador sin bandera: “Hoy se puede asegurar, sin hipérbole, que la supervivencia de México es una de las grandes sorpresas de la historia”.

En nuestros días la ruta casi está del todo despejada. Quizás no podremos evitar que los marines nos berreen aquello de “From the halls of Montezuma (sic)” pero, por lo menos, en vez de invitarlos a adueñarse de nuestra casa ─porque a eso equivale esta alucinación de resolver a balazos un fracaso electoral─ levantemos barricadas.

Como escribió don Benito Juárez: si nos derrotan, dejemos constancia que dimos la pelea, que no nos rendimos y que no renunciamos ni renunciaremos al derecho natural de la soberanía

 

Su nombre :
Su correo electrónico :
Sus comentarios :

 


15diario.com