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1087 25 Junio 2012

 

LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO
México sin proyecto de nación
Edilberto Cervantes Galván

Monterrey.- La reciente reunión del grupo integrado por las veinte mayores economías del mundo (el G-20) en Los Cabos, Baja California, fue ocasión para que se volviera a imponer la falsa contradicción entre optar por la estabilidad de los mercados de capital o invertir recursos para hacer crecer la actividad productiva.

La respuesta conservadora, la de la perspectiva neoliberal, es que es preferible la estabilidad financiera. Los gobiernos mexicanos han adoptado tal postura desde hace más de veinte años.

Cuando en 1994 entró en vigencia el Tratado de Libre Comercio de América del Norte el razonamiento fue explícito: vamos a abrir las fronteras económicas para proteger al consumidor mexicano de los ineficientes productores nacionales. En lugar de comprar productos hechos en México caros y de mala calidad es mejor, se argumentó, importar los bienes y servicios. Eso obligaría al productor nacional a mejorar su capacidad y competitividad. Además de abrir las fronteras comerciales se dio la bienvenida al capital foráneo.

Siguiendo el credo neoliberal se decidió la privatización o “desincorporación” de la mayoría de los cientos de  empresas públicas, ya que el gobierno “casi por definición” es un mal administrador y su actuación distorsiona los mercados. Se privatizó de todo: la empresa nacional de ferrocarriles, una línea aérea, los bancos, teléfonos de México, lo que ahora es TvAzteca, empresas mineras, una fábrica de bicicletas, etcétera.

Se dejaron pendientes otras “reformas estructurales”: la reforma laboral, para flexibilizar el régimen de contratación y reducir los costos del trabajo; la energética, para privatizar Pemex y la CFE; la reforma fiscal, para aplicar el IVA de manera general.

 La historia hasta ahora es que, en los últimos veinte años, la economía mexicana no ha crecido sino a tasas muy reducidas y tendiendo a cero.      

Quienes continúan defendiendo la visión neoliberal dicen que vamos bien, que lo que pasa es que mientras no se realicen las reformas pendientes no podremos ser competitivos.

Los que cuestionan el desempeño del modelo señalan hacia la pobreza en la que se encuentra más del 50 por ciento de la población; el alto índice de desempleo entre los jóvenes  y los bajos  salarios, que empujan hacia el trabajo informal como vía de escape al estancamiento y la falta de oportunidades en la economía formal; la desatención o abandono de la educación pública que ha demeritado ya la formación de varias generaciones. Todo esto ha contribuido a una ya de por sí extrema desigualdad social. Si a eso se agrega la inseguridad y la violencia asociada a la guerra contra el narcotráfico, el escenario nacional es de frustración y miedo inducido.

La respuesta del gobierno es que con los miles de millones que se aplican a los programas sociales se hace un efectivo combate a la pobreza. En realidad sólo se logra que no se mueran de hambre antes de que emigren hacia el norte; en los últimos diez años han sido millones los mexicanos que buscan refugio económico en los Estados Unidos.   

El discurso oficial es que no importa tanto que la economía no crezca; además, con las altas reservas en dólares que tiene el Banco de México no habrá turbulencia financiera que nos pueda afectar. Así se justifica mantener al país en un “estancamiento estabilizador”: la pobreza masiva, la generalizada falta de educación, el desempleo que afecta a millones, aparecen en la visión del gobierno casi que como daños colaterales de la política económica.

La otra visión es que la quiebra del modelo financiero global acabará, tarde que temprano, desvencijando la carreta financiera mexicana y que en lo interno el desastre social no puede seguirse soslayando.                                                                             

Es probable que en los equipos de campaña de los candidatos presidenciales habrá quien esté analizando los márgenes de maniobra de que dispone México en la economía global, que se estén diseñando estrategias a mediano y largo plazo para salir del estancamiento y que se tengan listos planes de emergencia para enfrentar la sequía, la grave carencia de alimentos, etcétera.

 

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