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1092 2 Julio 2012

 

LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO
Enemigos de la democracia
Edilberto Cervantes Galván

Monterrey.- El filósofo español Fernando Savater señaló hace algunos años que los peores enemigos de la democracia son la pobreza y la ignorancia. No es posible la democracia, afirmó, sin ciudadanos capaces de entender y valerse de sus instituciones, derechos y obligaciones.

Si atendemos el sentido directo del dicho de Savater habría que reconocer entonces la tremenda debilidad en la que se encuentra la democracia mexicana: con más del 50 por ciento de los mexicanos viviendo en la pobreza y con deficiencias probadas en la educación básica que afectan en algunos casos a más del 50 por ciento de los alumnos. La democracia mexicana está bajo serias amenazas.

La pobreza y la ignorancia están presentes en la vida cotidiana, sin que se produzca una verdadera actitud de indignación; como que ya nos acostumbramos y las aceptamos como un rasgo permanente de la sociedad mexicana. ¡Qué pobreza de espiritú! 

La ignorancia se reproduce de manera general, con acciones directas que inciden de manera negativa en la cultura ciudadana. Uno de estos ataques directos fue el abandono por muchos años de la enseñanza del civismo. Otro reflejo del desprecio hacia la reflexión y las ideas son los intentos recientes para eliminar los estudios de filosofía en las universidades.

La condición de pobreza absoluta se recrudece con las crisis económicas que periódicamente se generan. Con la última crisis de 2008 se deshizo lo poco que se había avanzado en los cinco años anteriores. Hace unos meses, con la sequía que afecta al norte del país, se denunciaron suicidios y muertes por hambre entre los rarámuri.

De esta forma la pobreza y la ignorancia no se debilitan sino que con el tiempo parecieran fortalecerse. No son fatalidades sociales sino el resultado de políticas públicas y acciones de gobierno.

La democracia, dijo el poeta mexicano Octavio Paz, es en todo caso un método de convivencia civilizada. “No se propone cambiarnos ni llevarnos a ninguna parte; pide que cada uno sea capaz de convivir con su vecino, que la minoría acepte la voluntad de la mayoría, que la mayoría respete a la minoría y que todos preserven y defiendan los derechos de los individuos”. Y allí estamos en falta porque más de la mitad de la población no disfruta las condiciones mínimas de una vida digna, ¿dónde está el derecho a la educación, al conocimiento, a la alimentación?

Se podría pensar que la educación por sí misma no es la solución a los problemas de la sociedad, pero también se puede afirmar que en la solución de cualquier problema hay un elemento de conocimiento. Además la educación contribuye a que las personas participen de manera razonada en la vida social y política.

En un medio ambiente de pobreza e  ignorancia es difícil que prospere la ética como rasgo cotidiano en la convivencia social.

El reto es construir un régimen político que no esté reñido con la ética y eso será una ilusión en tanto la sociedad se caracterice por la pobreza y la ignorancia.

 

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