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1092 2 Julio 2012

 

Revisitando Juárez
Samuel Schmidt

Ciudad Juárez.- Hay un dicho popular en Ciudad Juárez que dice que la gente que prueba agua del Río Bravo ya no se va de la ciudad, metáfora muy ocurrente porque el río casi cruza la ciudad seco y viene contaminado de Nuevo México, pero algún día debió haber sido un bello y caudaloso río como para que los españoles lo nombraran el río grande.

Volví a Juárez por motivos de trabajo, para visitar amigos y votar. En muy pocos meses recibo señales interesantes de Juárez. Un día me llega un correo de un amigo que me anuncia la apertura de su nuevo restaurante, en el anterior durante años habíamos realizado tertulias donde se discutía desde a los autores locales hasta el asesinato de Kennedy, ahí tomamos clases sobre el vino y él se empeñaba por introducir una cultura del vino a la ciudad que tenía el récord de cantidad de cerveza, que algunos atribuían al calor. Después de un par de años de haber cerrado de nuevo volvía a su verdadera vocación. Cené en el nuevo restaurante y me encontré con un discurso optimista: “las cosas van muy bien, están abriendo de nuevo restaurantes y antros, están llenos y la gente que se fue a El Paso está volviendo”.

Otro día comí con mis entrañables amigos del Grupo Ganso en el nuevo restaurante de uno de ellos y cuál fue mi sorpresa de escuchar el mismo discurso, uno de ellos me dijo: “tuve que cerrar todos mis negocios y me fue mal, pero las cosas están mejorando… tú sabes que yo no me voy de Juárez”.

Se ven señales evidentes de una ciudad que empieza a revivir pero en el país se mantiene la leyenda negra de una de las ciudades emblemáticas del país.

Los juarenses se muestran ofendidos por la injusticia que se ha cometido con ellos. La suya es una ciudad que ha aprendido de su relación con Estados Unidos, que ha sabido aprovechar la globalización y que ha jugado un papel importante en ella. Ahí se abrieron fábricas de bebidas embriagantes para saciar la sed de los estadounidenses durante la prohibición, ahí se abrió el primer parque industrial que atrajo maquiladoras, las que le han cambiado la cara al empleo del país y cuya relevancia ayuda a equilibrar la macro economía.

Busco una explicación y la encuentro en varios testimonios. La leyenda empieza a tejerse para debilitar la posición económica de la ciudad. Aunque era un horror el asesinato de mujeres, el número no ameritaba pintar a la ciudad como la capital mundial de los feminicidios. El problema era mucho más grave en Guatemala o el Estado de México, “pero aquí se intentaba llevarse a las maquilas, y uno de los estados beneficiados fue Guanajuato, de donde es Fox”. Lo cierto es que la ubicación geográfica de la ciudad hacía que aún con los embates publicitarios su importancia económica no cayó, la realidad marcaba que las empresas que querían ganar espacio económico buscaban reducir el peso de los salarios y en Juárez había una mano de obra calificada, barata y abundante y ante la escasez llegaba gente de otros estados, en la frontera se resolvía el problema del desempleo nacional.

La continuación de la leyenda negra se centró en la violencia, Juárez es la ciudad más violenta del mundo y terminó golpeando a su economía, se fue mucha gente, una cantidad importante de negocios cruzaron la frontera para asentarse en El Paso, Texas, la ciudad moría, se veían locales vacíos, quemados, abandonados, pero el carácter recio de muchos de ellos los retenía tercamente en la ciudad; ¿habrán bebido demasiada agua del río?

“No, me dijo un amigo, la violencia tienes que asociarla a los federales, solamente se fueron y la violencia empezó a bajar”. Más tarde veo un documental donde tres periodistas denuncian la correlación entre aumento de los asesinatos con la llegada de militares y policías federales. Ese discurso no era nuevo, ya había análisis que relacionaban ambos elementos. “Los policías federales secuestraban, asaltaban, asesinaban”, y una colega agrega, “los federales iban a los centros comerciales y forzaban a las jóvenes para tener relaciones sexuales”, yo asombrado por el nivel de impunidad la cuestioné; eso es violación, ¿por qué no denunciaron?, “estás loco, cómo crees que una joven ultrajada se enfrente a la autoridad que la mancilló”.

No encuentro una respuesta a esta actitud del gobierno federal, tal vez muestre el descontrol que el gobierno de Calderón tiene del monstruo en que se ha convertido la policía federal y que lo pinta de cuerpo completo cuando después de una balacera entre policías en el aeropuerto de la Ciudad de México él dice que su policía es limpia, de ahí su autismo ante las quejas generalizadas.

Juárez tiene esperanza, la ciudad está en sus propias manos.

 

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