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1100 12 Julio 2012

 

CRÓNICAS PERDIDAS
Pulso y vida propia
Gerson Gómez

Monterrey.- Todo está resuelto para vernos e irnos al motel este fin de semana. Lo hemos agendado y tachado en el celular.

Yo pago el cuarto, los preservativos, el gel y hasta el dildo lo llevo lustrado, hervido y limpio, con baterías nuevas. Tú, sólo las cervezas y las ganas de enloquecer con mis caricias. Tal vez hasta me dé el lujo de terminar en tus pechos.

Por lo menos ese era el plan.

Pero en realidad, se han venido abajo: me he machucado el dedo gordo de la mano derecha y eso me incomoda.

Parecería poco importante, pero lo es, demasiado. No sólo desde un punto de vista fisiológico, sino de autoestima.

En los momentos del accidente, por segundos sostuve la proyección visual de los siguientes días. Los fui interpretando en gestos posteriores.

Cerré la puerta distraído. Se quedó atrás la mano. De lleno el golpe.

Sin antecedente ni amortiguamiento. Sólo la uña, carne y hueso.

La idea se vuelve explícita. Estoy hasta la sala C del aeropuerto de Monterrey. Son 40 kilómetros de regreso hasta el domicilio.

Estoy echando chispas.

En el drama de la vida, siempre el sexo genera el morbo suficiente para seguir viviendo.

A algunos les provoca comezón. Como un diálogo sin sentido en la pantalla.

O un paneo incómodo.

Pero siempre he manejado a mis interlocutores femeninas con signos, conexos o perdidos, a veces ligeramente fanfarrones.

Para mí, el diagnóstico es sólo la uña, aunque el amoratamiento en ambos lados de la piel provoca reflexión profunda.

Y el dolor no cesa con las aspirinas ni después de sumergir la mano en la solución de agua caliente con sal.

El dedo palpita, tiene pulso y vida propia. En rebeldía con los demás órganos silenciosos y efectivos haciendo su trabajo.

Quizá inmovilizando, con férula, tendré la confianza para continuar con las actividades hasta el saneamiento.

Seguramente no te parecerá motivo suficiente para cancelar la cita. Y estoy de acuerdo. Nos merecemos una buena cogida, con la confianza y con el ritmo fervoroso, cumbiero sostenido, después de todo.

Sólo lo menciono, por si terminas agradecida y satisfecha después del orgasmo: no vayas a pedirme que choque la mano ni nada de vengan esos cinco.

 

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