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1109 25 Julio 2012

 

Voluntad de México en Atenco
Emiliano Sánchez

Monterrey.- En contacto con tu gente, México. En contacto con las cicatrices de una lucha llevada en tu nombre. Expresiones de un pueblo en defensa de su tierra.

Nuestra gente se reúne por miles, vienen de todo el país, para articular la decisión del México unido. Buscamos hacer valer la voluntad de una sociedad burlada, a la que se le ha mentido; nos han dado migajas, nos han quitado las riquezas de una tierra mágica.

Tienes la historia, tienes la cultura, danos las respuestas, México. Enseña a tu gente los modos de aquella civilización que guardas en tus raíces.

La sociedad ebulle, ocupa sus lugares frente a frente y forja los planes que buscan que la conciencia trascienda. Hoy la sociedad te grita: “¡despierta, basta ya de indiferencia, y mira: esto es lo que te están haciendo!”

Una nueva etapa de la guerra contra los grandes poderes ha comenzado. Esta vez somos más, hoy las tecnologías nos hacen resistir el aplastante poder de lo institucionalizado. La nueva arma del pueblo es la información, y su facilidad de flujo. La sociedad entra en proceso de una sensibilización que permea ese natural rechazo a la incómoda verdad; aquella que prefiere no creerse.

Una variedad de frentes políticos mexicanos se hacen presentes bajo un mismo símbolo de libertad, y gritan: “¡Atenco no se olvida!”. Nos muestran su experiencia organizativa. Comparten los modos de llevar una asamblea. No habrá imposición.

La historia prevé que no hay alternativa. Tu historia, México, está en tu contra. Por eso las medidas hoy serán distintas, ahí la importancia de crear estructuras sólidas y vivas. Tu gente respira al unísono, y México se hace uno.

La confluencia de ideas es abundante, muchas mentes crean al día soluciones, vislumbran un mismo horizonte. Tus corazones están ávidos de justicia, tu esperanza es podernos cobijar a todos bajo el manto de tibio resguardo que una madre, un padre, ofrece a su hijo. Tenemos todo para ser ese país. Es el tiempo de América Latina. Es el tiempo de la humanidad. El poder aplastante de la industria y sus intereses no puede reinar más. El consumo acaba con el planeta. Hoy la humanidad dice: “basta”. El mundo se levanta, es tiempo de mirar atrás. En nuestras raíces está la respuesta.

La Convención Nacional Contra la Imposición es mi primer contacto con el México para el que la revolución nunca ha cesado. Ese pueblo de desaparecidos, de asesinados, de tierras arrebatadas. El sollozo de las madres corre por los cuatro vientos; cuerpos cuyo materno calor se ha vuelto rifle de batalla; soldados de esta tierra, que hermanan luchas porque las consideran suyas. Porque la lucha es por ti, México, por recuperar tu magia de pueblo elegido para albergar una de las civilizaciones más magníficas de la historia. Por eso se levantan los machetes, chocan metal a metal, simbolizan el trabajo de la tierra que pertenece a nuestra gente desde hace siglos. Esta tierra no se vende, es la herencia que la madre nos deja, es la responsabilidad que cae sobre todo bien otorgado. Y qué mayor bien que la fertilidad del vientre materno que expulsa la sangre de la que yo bebo, que acoge la semilla de cuyo fruto como.

Comunidad. El pueblo abre sus puertas al pueblo. La esperanza de que la tierra corra nuevamente entre los dedos de aquel que deja su vida en ella, del que la trabaja. Esta esperanza es el combustible que arde para que el tiempo se detenga por unos días en Atenco, para echar a andar la salvaguarda de una nación.

Las expresiones de afecto tocan al México en mis venas: el trabajo voluntario de los cientos que hicimos lo mejor porque el evento fuera próspero, que cuidamos las pertenencias ajenas como nuestras que son, que cuidamos al otro; nuestro hermano.

Las manos de Atenco dan de comer a tres mil mexicanos, ávidos de saciar su hambre de justicia. El Centro Cultural cede sus instalaciones para que bajo su techo se alberguen las voluntades de lucha tras noche, y recuperen su lucidez para seguir generando acuerdos.

La lluvia azota el encuentro con una fuerza implacable y una constancia para tomar ejemplo. Horas de agua caer inundan las calles. Dormir se hace impensable bajo la opresión del supremo. El pueblo atiende el llamado de la danza hermana a que los vientos, los metales y las cuerdas convocan. El agua en las calles se convierte en albergue de los marchares por libertad y justicia; sentimientos y emociones fluyen a través de los cantos. Chocan los hombros, codo con codo, el inicio de una nueva era, bailan y chapotean, dicen no a la guerra.

Al brillar el sol de nuevo, el contacto está hecho. México tiene un nuevo plan, es hora de llevarlo a la asamblea. Cada localidad es un centro de lucha, y de ahí emana hacia lo que la necesidad llama. El pueblo se da la mano, está unido, una frontera menos. Hoy te identifica una causa, México. Tu gente te necesita, hay que romper la tradición y vislumbrar juntos la posibilidad de hacer válida la voluntad tuya.

Tt:@Emiliano_

 

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