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1119 8 Agosto 2012

 

Rezago de la educación superior
Juan Ángel Sánchez

Monterrey.- Es muy extenso el catálogo de problemas no resueltos que viven y sufren la educación media superior y superior en este país. Trátese de los que se resuelven sólo en el papel, de los que tienen soluciones de ficción y los que, de plano, se dejan de lado.

Los días que corren, de apertura de cursos en la mayoría de las universidades locales, son propicios para ocuparse de dos de los problemas del catálogo, mismos que atañen a todos los que tienen y mantienen interés en el tema, o están directamente involucrados, particularmente los jóvenes, sus familias, los egresados y los empleadores actuales o potenciales.

Los estudiantes de primer ingreso a preparatorias y licenciaturas pueden llegar y quizás pasar de largo  durante los tres o cinco años de cada etapa, sin siquiera plantearse una pregunta clave: ¿qué hay más allá de la terminación de los estudios? ¿Acaso el mercado de trabajo los espera con los brazos abiertos para hacer posible el logro de todas sus expectativas y aspiraciones?

Un estudio efectuado por el Observatorio del Salario de la Universidad Iberoamericana de Puebla (El Norte 07/224/ p. 3 Negocios) aporta elementos para una respuesta. Helos aquí.

Dada la pérdida del poder adquisitivo, un recién egresado de la universidad recibe un salario igual al que percibía un obrero en 1976. Ello a causa de que en la última década el salario mínimo tuvo una pérdida promedio de 4.5 por ciento, que se agrega a una disminución constante, que data desde hace 30 años, por lo que el salario mensual promedio de un egresado de licenciatura es de 6 mil 900 pesos.

Obvia señalar que la pérdida del poder adquisitivo ha afectado a todos, por lo que el salario promedio mensual de una persona de entre 22 y 30 años, con estudios de licenciatura en Derecho, asciende a 3 mil 743 pesos; un administrador de empresas percibe 5 mil 653; un arquitecto, 4 mil 348 y un contador, 3 mil 929 pesos.

Un poco diferente es la situación para la población en general, fuera del rango de edad antes señalado. Un administrador de empresas turísticas percibe en promedio  5 mil 688 pesos; un arquitecto 8 mil 628 pesos. Quien cuenta con una especialidad en comercio exterior percibe  5 mil 788 pesos y como técnico 5 mil 690 pesos mensuales.

En resumen, según Miguel Reyes, coordinador del Observatorio, la mayoría de las plazas que se crean tienen una remuneración de entre 1 y 2 salarios mínimos, signo inequívoco de la precarización del trabajo, que es hoy por hoy mal de muchos en todo el globo.

Expertos del Tecnológico de Monterrey, el Instituto Politécnico Nacional Campus Santo Tomás y consultores privados que se ocupan del tema, lamentan la falta de vinculación entre el sector privado y la academia, no es como fuera deseable, y tiene causas y consecuencias diversas de las que aquí referimos algunas.

A  pesar de que la matrícula en posgrado asciende en forma gradual año tras año, de acuerdo a la SEP, sólo el 20 por ciento de las tesis e investigaciones atiende problemas reales de las empresas, refiere   Patricia Mora, directora de la Oficina de Transferencia de Tecnología del Tec de Monterrey.(El Norte, circa, 15/06,12).

Para Rolando Porcini, director de la consultoría Stratega, las empresas desconfían de la academia y ello comienza desde que los alumnos llegan a hacer prácticas profesionales y sólo les asignan las tareas muy sencillas, "porque no confían en que puedan hacer algo más, o no quieran distraer a sus empleados para capacitarlos.”

María Trinidad Cerecedo, del IPN, se hace eco de la desconfianza, en razón de que las empresas, dice,   temen dar a conocer sus prácticas o datos que consideran confidenciales, lo que es una limitante para las investigaciones  académicas.

Diferente es el caso de las facultades de ingeniería, que son propensas a tener vínculos con la iniciativa privada, y aunque es de lamentar que no exista un protocolo nacional para que el conocimiento generado sea de utilidad para las empresas, el caso de la  Facultad de Ingeniería Mecánica de la UANL, es de plena excepción, pues ahí se crean maestrías a la medida de las necesidades de las empresas, según declara Rafael Colás, director del Centro de Innovación, Investigación y Desarrollo en Ingeniería y Tecnología de la Facultad mencionada.

A modo de corolario, podría aducirse que el país sigue anclado en el modelo de universidad que fue exitoso en los tiempos del “Desarrollo estabilizador” y aunque al tronco se le han injertado múltiples y diversas ramas, muchas de ellas florecientes, hay una comprensible resistencia a instaurar un nuevo modelo acorde a los tiempos que se viven. Quizás porque es lo más funcional al autoritarismo que con salud maltrecha, como el dinosaurio de Monterroso, “sigue ahí”.

 

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