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1128 21 Agosto 2012

 

ANÁLISIS A FONDO
Empleo y salarios en la lona
Francisco Gómez Maza

Las locas fantasías del Banco de México
El país de las promesas y las vergüenzas

Ciudad de México.- Un mito alimentado por los economistas de la administración panista de Felipe Calderón es sublimar, por ejemplo, la "tendencia positiva” del mercado laboral, cuando la realidad opina lo contrario. 

O que la “creciente productividad” es lo que ha mantenido bajos los salarios de los trabajadores, pero que estos no están tan mal como dicen los malosos analistas independientes.

Para Calderón, aquel lema de campaña –“el presidente del empleo”– es una realidad y un gran éxito muy personal. Está seguro de que cumplió su compromiso al impulsar la creación de unos 2.000,000 de nuevos puestos de trabajo durante los seis años de su gobierno, cuando debió de haber impulsado al aparato productivo a satisfacer una demanda histórica de por lo menos 7.000,000.

Pero vivimos en el país de las promesas y las vergüenzas. Cuando están en campaña electoral, los políticos del partido que sea presentan promesas y promesas que, al trascurrir el tiempo, se convierten en las más viles vergüenzas. Y es el cuento de nunca acabar, sexenio tras sexenio. No sólo no hay creación de empleos suficiente para satisfacer la demanda, sino inclusive destrucción de puestos de trabajo, que se concreta en subempleo, empleo subterráneo y desempleo abierto.

Muchos ilusos quisieran creer que el estado de cosas cambiará de tajo con el retorno de los brujos. Enrique Pela Nieto no ha hecho mucha alharaca con eso de la creación de empleos; sólo ha prometido cambiar las reglas del juego de la economía. No ha tomado posesión y habrá que darle el beneficio de la duda. Pero es de esperarse que ponga todas las condiciones indispensables para que la economía ya no siga expulsando mano de obra, sino que obtenga la suficiente fortaleza para hacer frente a esas millonarias manos de jóvenes que claman por una oportunidad de vida a través del empleo.

Sin embargo, en honor a la verdad, la economía no se descompone, ni se recompone por decreto. Vimos en la entrega de ayer que, dentro del rejuego de las leyes de la oferta y la demanda, la economía estará mejor en este 2012 que en el 2013. Así que con Peña Nieto no hay que exigirle camotes a las matas de cebollas.

Pero lo que si no se vale es lo que hacer los economistas del Banco de México, que oyen los truenos y no se hincan, y “peinan” los números rojos para que parezcan grises por lo menos, doran la píldora, porque sería muy burdo que los pintaran de negro.

Por ejemplo, en cuanto al mercado laboral, aseguran los econometristas del banco central que, si bien el número de trabajadores asegurados en el IMSS (Instituto Mexicano del Seguro Social) continuó mostrando una tendencia positiva, las tasas de desocupación, de ocupación en el sector informal y de subocupación, permanecen en niveles superiores a los observados antes de la crisis y no muestran una tendencia clara a la baja.

Así mismo, a pesar de que los indicadores asociados a la destrucción de empleos, así como a la duración del desempleo, han registrado cierta mejoría, aún se mantienen en niveles elevados.

Un lenguaje que pretende ocultar la verdad, matizándola. Y verdad es que en el sexenio han sido creados empleos totalmente insuficientes  -sólo 2.000,000, cuando tendrían que haberse creado 7.000,000-; y millones de desempleados -¿le gusta la cifra de unos 26millones?– han tenido que refugiarse en lo que se llama economía subterránea, o informal, y millones de personas que viven en la constante ansiedad por no encontrar un medio de vida. Inclusive se han dado ya muchos casos de suicidios. Y cualquier trabajador es testigo de que el poder de compra del salario está por los suelos. Más testigo de esta verdad son las amas de casa que todos los vías ven más reducido su monedero cuando van de compras al supermercado o al tianguis de la calle de al lado.

Ésta del poder de compra de los salarios y su impacto en el índice de precios al consumidor, medida de la inflación o carestía de la vida, es otra mítica versión de los gurúes del banco central. Según los economistas del instituto, el desempeño de diversos indicadores salariales sugiere que, en general, los costos laborales siguen siendo un factor que no dio lugar a presiones inflacionarias Claro. Los salarios jamás podrán ser inflacionarios porque son muy raquíticos y no se mueven hacia arriba, ni siquiera en el porcentaje en que crecen los índices de precios.

Con todo, para los mismos economistas al servicio del señor Agustín Carstens, gobernador del banco central, es imposible ocultar la realidad: la masa salarial, en el segundo trimestre del año, continuó viéndose afectada por variaciones anuales negativas, registradas por los ingresos reales percibidos por los trabajadores. Las variaciones reportadas por los principales indicadores salariales de la economía siguen siendo “moderadas”. De nuevo, el lenguaje conservador que intenta ocultar las cosas verdaderas.

Vea si no: “”Lo anterior, en adición a una creciente productividad media del trabajo, condujo a que los costos laborales unitarios continuaran presentando una tendencia decreciente”, etcétera. Y para qué le seguimos.

analisisafondo@cablevision.net.mx

 

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