Suscribete
 
1147 17 Septiembre 2012

 

LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO
Clasificación global de nuestras universidades
Edilberto Cervantes Galván

Monterrey.- El proceso de la globalización ha impuesto criterios homogéneos para identificar y medir los bienes y servicios que son objeto de libre comercio y transacción internacional.

En el caso de los recursos humanos no se ha aceptado la posibilidad de su libre circulación pero sí se está avanzando en la homogeneización de los planes, programas y normas de operación de las instituciones de educación superior. El acuerdo de Bolonia (1999) fue el primer paso para crear un espacio europeo de enseñanza superior; se propone crear un sistema de grados académicos fácilmente reconocibles y comparables, y fomentar la movilidad de los estudiantes, docentes e investigadores.

En el caso de la región de América del Norte no se ha planteado nada parecido. En la negociación del Tratado de Libre Comercio el asunto de la educación y la formación de recursos humanos se dejó de lado. Sí se llevaron a cabo algunas pláticas pero no se formalizó ningún compromiso.

En México han sido la ANUIES y la SEP las que han estimulado la homogeneización al menos nacional de las carreras universitarias. Se crearon instancias de certificación de carreras las cuales aplican criterios nacionales. También se está estimulando a las instituciones de educación superior a ampliar sus vínculos académicos con instituciones extranjeras, a promover el intercambio de estudiantes y hasta compartir la acreditación de algunas partes de la curricula.

La ANUIES ha promovido la adopción de un esquema de planeación único cuyo beneficio inicial ha sido el de implantar una metodología común y compartir una terminología.

El CONACYT ha promovido, como parte del Sistema Nacional de Investigadores, el requisito de que las publicaciones académicas y científicas instrumenten mecanismos de arbitraje como un medio para mejorar la calidad de los contenidos.

Por su cuenta, algunas  instituciones están aplicando esquemas de certificación internacional en ciertos procesos a nivel de escuela y facultad. 

Los resultados hasta la fecha no se han traducido en una mayor y mejor producción académica, la investigación científica ha sido descuidada al no canalizarse recursos públicos suficientes y la escasa participación de la inversión privada, las publicaciones y patentes no alcanzan números relevantes.

La empresa consultora Quacquarelli Symonds acaba de publicar los resultados de su último ejercicio de clasificación de las universidades a nivel mundial y en lo que se refiere a América Latina encuentra que ninguna de las universidades de la región se coloca entre las primeras cien del mundo. La institución “mejor evaluada” fue la Universidad de Sao Paulo, en la posición 139, seguida por la UNAM, en la ubicación 146 y la Pontificia Universidad de Chile en el lugar 195.

Si se amplía el universo a las 700 mejores universidades entonces ya aparecen varias latinoamericanas. Brasil tiene 12 de sus universidades entre las 700 mejores; seguida de México con 10, Chile con siete, Argentina con seis y Colombia con cinco.

Para indagar un poco más sobre las universidades latinoamericanas, la consultora Quacquarelli Symonds aplicó un ranking exclusivamente de las instituciones latinoamericanas. Allí se encontró que entre las primeras 200 universidades de la región hay 65 de Brasil, 35 de México, 25 de Argentina, 25 de Chile y 21 de Colombia. En estos cinco países se encuentran 171 de las primeras doscientas.

Según los consultores un problema generalizado en la región es el del financiamiento y lo que llaman “falta de vocación internacional” de muchas universidades. Algunos expertos sostienen que hay “serios problemas de gestión” en grandes universidades como la UNAM o la Universidad de Buenos Aires.

Estos “problemas de gestión” se remontan a las reformas universitarias emprendidas a inicios del siglo XX que democratizaron las instituciones universitarias e incluyeron sistemas de elecciones internas.
Los expertos afirman que: “Cuando se eligen rectores, decanos y directores de departamentos, es muy difícil tener una estrategia de la excelencia a largo plazo porque el sistema se politiza por dentro”. Este problema de la politización se vincula con el “tamaño excesivo” de algunas universidades de la región.

Se señala con insistencia que no se canalizan suficientes recursos financieros a las instituciones y que si las universidades no hacen cambios en la estructura, la financiación y la gestión de los centros, nunca lograrán ser “muy buenas”.

 

Su nombre :
Su correo electrónico :
Sus comentarios :

 


15diario.com