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1147 17 Septiembre 2012

 

Fuertes dosis de histamina
Hugo L. del Río

Monterrey.- El desfile militar fue impecable. Impresionaron, en sentido favorable, la tropa y el material. Estos fusileros, cadetes, paracaidistas, comandos et al manifestaron vigor, disciplina, fuertes dosis de histamina.

Se ven bien alimentados, vestidos con uniformes más que decorosos y, es obvio, han sido adiestrados con extremo rigor profesional. Los carros artillados imponen respeto y las bocas de fuego propulsadas mecánicamente son un claro mensaje de que el Estado mexicano quiere convencer a propios, más que a extraños, de que posee suficiente poder de armas y personal para controlar cualquier situación.

Pero esto no es rigurosamente cierto. Dado que no existe un estado de guerra y tomando en consideración el carácter ubicuo y mimético del enemigo que lanzó el guante del desafío al rostro del gobierno, está claro que el estamento castrense no puede emplear sus carros acorazados, sus obuses, sus cañones-ametralladoras de 20 y 40 milímetros, sus cazabombarderos F-5 y Pilatos, sus helicópteros armados, como la Marina tampoco puede disparar sus cañones y cohetes: los narcos están en todas partes y en ninguna.

De suerte que, en análisis final, la lucha prácticamente se reduce a encuentros de hombre contra hombre y a mortal competencia de tiro al blanco con mosquetón de asalto. Lo peor es que al término del peor sexenio que hemos sufrido los mexicanos, no existe, propiamente hablando, ni una Policía Nacional ni un mando único. Es más, hasta los profanos vemos la falta de coordinación entre las agencias de Inteligencia.

Tenemos a la Policía Federal, maculada, sin prestigio ni moral  por tantos y tantos delitos que han perpetrado sus agentes. La PF simplemente no funciona. El afán de blanquear –en inglés se dice “whitewash”— el vergonzoso episodio de Tres Marías nos llena de pena, propia y ajena. Ahora hasta la SeMar habla de un “error en el que no hubo mala intención”. Investigaban un delito, dicen. Por ello vestían de civil e iban en autos sin insignias. ¿Tiene la PF facultades para hacer ese tipo de pesquisas? En casos como éste y otros más en los que ha tenido parte siniestra la SSP, hasta parece que es Genaro García Luna quien da órdenes a Felipe Calderón Hinojosa.

Repasamos: ni la Defensa ni la Marina pueden emplear el material de guerra que mostraron ayer en el desfile. Se limitarán a ofrecer el sacrificio y la sangre de hombres y mujeres bajo banderas. A eso, agregamos las turbulencias no políticas, que sería darle dignidad al problema, sino de ambiciones sin antifaz que salieron a la superficie en la SeDeNa –y que de paso hicieron aflorar las injusticias y sevicias que en nombre de la mal llamada obediencia y punto final— caen como maldición bíblica sobre militares de todo rango.

Se mencionan cinco nombres para suceder al general de cuatro estrellas, Guillermo Galván Galván: Moisés García Ochoa, comandante de la parada; Carlos Demetrio Gaytán, Salvador Cienfuegos, Luis Alberto Oliver Cen y Roberto Miranda Sánchez. Hasta donde tengo memoria, es la primera vez que el generalato se quita el antifaz para pelear con uñas y dientes por… ¿por qué? Prefiero no contestar.

Pie de página
Personas bien intencionadas están promoviendo la precandidatura del sacerdote católico Alejandro Solalinde para el Nobel de Paz. Todos los premios están desacreditados y el que fundó don Alfredo no es la excepción. A Kissinger le dieron medio Nobel de Paz. El DK jugó, como secretario de Estado, un papel fundamental en el cuartelazo contra el Presidente Salvador Allende. El especialista en política exterior le dijo al entonces Presidente Nixon: “No veo por qué tenemos necesidad de estar parados y ver a un país ir al comunismo por la irresponsabilidad de su propio pueblo”. Don Alejandro ya hizo historia. Para nada necesita un galardón que deberá compartir con un asesino de naciones como HK.

 

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