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1147 17 Septiembre 2012

 

Los caminos de la izquierda mexicana
Efraín Poot Capetillo

Mérida.- El reciente anuncio formulado por Andrés Manuel López Obrador, de centrar todo su empeño en darle estructura de partido al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), que fue la base de organización territorial de su campaña presidencial, ha sido motivo de las más variadas interpretaciones.

Mismas que van desde explicarla como desenlace largamente esperado, hasta estrategia perversa del lópezobradorismo para allegarse financiamiento para sus actividades políticas sin estar sujetos a los controles legalmente establecidos.

El nuevo partido se encuentra concebido para darle cauce al ímpetu de los sectores más ofendidos con el procedimiento jurídico electoral que ha desembocado en el reconocimiento del abanderado presidencial priista como ganador de la elección, y que indudablemente se encuentran fuertemente ligados a la personalidad de AMLO, quien de esta manera se convierte en el fiel de la balanza para conducir las manifestaciones de protesta por los cauces cívicos y pacíficos, o no.

La creación de esta organización indudablemente traerá consigo un reacomodo de la izquierda mexicana, cuya diversidad y complejidad no ha podido ser contenida por ninguno de los partidos actualmente con registro y menos lo será por la neonata agrupación que es producto de esa heterogeneidad. Al parecer la formalización organizativa de las corrientes es la vía que ha encontrado la izquierda para garantizar las negociaciones equilibradas en torno a propuestas ideológicas y programáticas, candidaturas, cargos y posiciones distintas.

El riesgo siempre latente es de la atomización de la segunda fuerza electoral nacional; sin embargo, hasta ahora los acuerdos establecidos entre líderes y partidos les ha permitido salvar con éxito el crónico divisionismo e ir coaligados, primero en torno a la elección presidencial y, segundo en la construcción de una agenda legislativa común que tiene como objetivos principales impulsar reformas acordes con las propuestas de la reciente campaña electoral y lograr ocupar buenas posiciones en las diversas comisiones legislativas.

Hay que reconocer que esta estrategia organizativa de un sector izquierdista, si bien pospone el acuerdo entre López Obrador  y Marcelo Ebrad de que concluida la campaña electoral se emprendería la construcción de un Partido Frente, no la anula; de ahí la afirmación insistente del aún Jefe de Gobierno del Distrito Federal sobre la necesidad de crear ya no un partido, sino un Frente de Amplio de Izquierda, lo que permitiría las acciones y declaraciones unificadas y, por supuesto, futuras candidaturas comunes que evitarían la atomización de los votos.

Con todas las suspicacias que el caso pueda suscitar entre la ciudadanía, abonadas por el dificultoso historial de la izquierda mexicana, el éxito programático y organizativo de esta importante fuerza política, y la de cualquier otro signo, contribuye de manera determinante a la construcción de un país plenamente democrático.

Profesor-Investigador, Universidad Autónoma de Yucatán.

 

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